[dropcap]P[/dropcap]or las redes sociales sabemos que el alcalde de San Andrés Tuxtla, Veracruz, organizó una comilona a la que llegaron más de diez mil invitados, con motivo de su cumpleaños (no pudo hallar una fecha más apropiada), lo cual juzgó y juzga un acto muy bien merecido. Bueno, eso no sé si lo haya dicho, pero lo digo yo, porque sino lo dijo en términos sonantes y tronantes es muy seguro que en su fuero interno lo haya rumiado de igual modo. Todos sabemos de la magnanimidad de nuestros sacrosantos gobernantes. El mentado alcalde ocupó un campo de beisbol para colocar a “sus” comensales. Porque es su gente, son de su propiedad, ya se sabe que el patrimonialismo de la Colonia en la que se vendían y se comprobaban los puestos públicos se mantiene enhiesto hoy en día. La burocracia del ayuntamiento fue habilitada para atender a los invitados. Hubo música y mucha bebida. Los comentarios insidiosos de las redes insisten en que también se sirvieron refrescos, no lo dudo. Pero con toda seguridad lo fuerte fue el trago. La bebida. Al parecer el invitado de honor fue el gobernador de la entidad, ese gran humanista que de pronto le han empezado a brotar émulos en todas partes. Sobre todo allá por Guanajuato. La del alcalde fue pensada como una especie de ceremonia de desagravio nacional al señor Gobernador. Pero algo pasó que el Mentado Señor declinó tan honrosa ceremonia en su honor. Pero no hizo falta su presencia de carne y hueso en aquel punto del trópico mexicano. De todos modos el señor alcalde elevó sus plegarias y habló de él en primerísima persona. Fuerzas provenientes de la oscuridad del mal se afanan en hacerle daño. “Hay un sentido humanista del doctor Javier Duarte, soy testigo de su entrega en momentos difíciles, hoy se le ataca porque representa la autoridad, vaya para él desde aquí nuestro sincero reconocimiento y gratitud de su pueblo”. Pudo haber dicho también: estamos con usted señor gobernador hasta el punto de la Ignominia.
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