Lado B
La acalorada disputa por la gubernatura
La elección de gobernador en Puebla ya levanta polvareda para regocijo de la plebe. Enrique Doger, ¡quién más!, lanza el primer puñetazo y pega en el blanco. El señor Antonio Gali, el candidato del gobernador, no representa a los poblanos, sino los intereses de Moreno Valle.
Por Ociel Mora @ocielmora
06 de julio, 2015
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Ociel Mora

@ocielmora

[dropcap]L[/dropcap]a elección de gobernador en Puebla ya levanta polvareda para regocijo de la plebe. Enrique Doger, ¡quién más!, lanza el primer puñetazo y pega en el blanco. El señor Antonio Gali, el candidato del gobernador, no representa a los poblanos, sino los intereses de Moreno Valle. Es su pupilo más adelantado en esta circunstancia. Aunque no es de su grupo compacto ni goza de su confianza. Pero es lo que tiene. La fuerza de Gali no esta en las ideas de gobierno y bien público sino en la cantada. En el karaoke. Así lo hizo en su arranque de campaña en la Sierra Norte. No habló, cantó.

El dato duro que llama la atención es que ante la acusación del señor Doger (29 de junio) no hay uno solo que salga a palestra y lo desmienta en sus afirmaciones. Alguien que aclare que es parte de la disputa adelantada. Porque la elección será hasta dentro de un año (junio). Pero no. Todo indica que Doger se ha montado en la percepción general de la gente. Gali es un artificio zurcido en base a las necesidades continuista del gobernador de seguir trepando, para lo que precisa mantener el control férreo de Puebla. ¿Quién dice no? Por si faltara, en materia de gestión pública, hasta ahora el alcalde capitalino no ha hecho nada digno de mención. ¿O sí?

Inevitable no decirlo. Como alcalde y ex secretario de la secretaría de Infraestructura es responsable en primera línea de las inundaciones de la ciudad, y de la mala calidad de las obras. Los especialistas guardando el buen decoro prefieren hablan de “falta de planeación”.

Como se sabe el año entrante, en junio, habrá elecciones de gobernador para un periodo de menos 20 meses. Las elecciones locales se ajustan a las nacionales. Puebla sigue dominada por dos fuerzas políticas. El PRI y el PAN-PRD, que para efectos prácticos ya son la misma cosa. La otra es la emergente Morena. Sin embargo, Morena carece de cuadros competitivos de alcance estatal. No juega, salvo claro que el postulado fuera José Juan, el alcalde de San Pedro Cholula. En esa misma tesitura puede ubicarse al gobernador y su eventual alianza de partidos. En este momento no tiene más que la construcción apresurada del señor Antonio Gali. ¿De veras el gobernador Moreno Valle ha determinado correr el riesgo de jugársela con un solo aspirante, sin contemplar un segundo de abordo por aquello de las contingencias? Y en el caso que lo tenga ninguno de sus allegados trasluce vigor. Así que no hay más que Gali. Y Gali será candidato. Porque nadie mira ni a la señora Aranda ni a Eduardo Rivera. No por falta de méritos sino porque el PAN ha devenido en una oligarquía.

Un hombre, hay que decirlo, sin carrera política. No ha sido dirigente de partido ni representante popular en la Cámara o Congreso. Sus puestos han sido administrativos y de segundo y tercer nivel. Eso sí, se trata –dicen– de un personaje que ha levantado una fortuna escandalosa al amparo de la administración pública. Antonio Gali es un pragmático que parte del principio de que meterse a la política es meterse a hacer dinero. ¿Alguien le ha escuchado alguna idea que lo ponderé a la altura de los anhelos de Puebla? A eso súmese que el gobernador ha tomado personalmente la administración de su precandidatura. Para dejar en claro ante la opinión pública que con el señor Gali de gobernador las cosas seguirán igual que ahora. Y él ha ya prometido que “… mi sentir, mi deber, mi obligación es continuar con el camino de la transformación” (del actual gobernador). Ronda la máxima poblana de que gobernador no pone gobernador. No pudo Bartlett que fue un hombre muy poderoso, popular y sin competencia política. Porque no la había.

En la casa de enfrente, en la otra fuerza política, las cosas marchan sin apresuramiento y en sentido contrario. El PRI tiene hasta cinco notables de primera línea para competir por la mini gubernatura. El número puede subirá diez. Incluso los hay los que se dan el lujo de rechazarla aduciendo todo género de razones. Por orden alfabético, en primer lugar se encuentra la señora Blanca Alcalá. Senadora. Ex diputada, ex dirigente, ex funcionaria de alto nivel en el gobierno estatal y federal, ex precandidata a la gubernatura, y ex alcaldesa de la capital. Milita en favor suyo su condición de mujer. Que la hace refractaria a las guerras vituperios. Su persona emana confianza, lo que no es poca cosa en una entidad crispada.

[quote_right]Lo que vemos es que los grupos tradicionales y nuevos de poder ya se disputan el control de la elección que es una manera de ganar la gubernatura el año entrante.[/quote_right]

Alejandro Armenta. Uno de los alcaldes más jóvenes que ha tenido la entidad, cobró fama por haber derrotada al panismo de la señora Aranda cuando en ese partido predominaba la cohesión y principios democráticos, ha sido diputado local y federal, dirigente de su partido, y ex secretario del DIF estatal y de la Secretaría de Desarrollo Social. Nadie conoce tan a profundidad los entresijos electorales de la entidad y de su partido como él. Al punto que ya dicen que si no le toca, su participación será decisiva para el triunfo de su partido. Se metió a la contienda por la gubernatura por mérito propio, pues derrotó en buena lid al afamado señor Cabalán. La joya de la corona del morenovallismo.

Enrique Doger, ex alcalde Puebla, ex rector de la principal universidad de la entidad, ex precandidato a gobernador, diputado federal en funciones. Convoca y concita a los medios. Es una figura mediática por naturaleza propia. Tiene buen cartel en la clase media urbana. Habla de corridito. Sabe ser claridoso cuando hay que serlo. Se sabe un bragado pues. Sin embargo, es un hombre que imana zozobras, adentro y afuera. Creció al amparo de torpedear a Mario Marín y Javier López Zavala. Sin embargo esa fogosidad crítica que tanta falta le hace a los partidos y al suyo, el PRI, se apagó repentinamente en cuanto Moreno Valle juró como gobernador. Dicen que en la elección pasada de gobernador participó de brazos “caídos”.

Alberto Jiménez Merino, diputado federal en varias ocasiones, dirigente partidista, académico eminente, ex rector universitario, y tal vez la persona que más sepa sobre el campo poblano. Pero sobre todo es de llamar la atención por ser la única gente en Puebla que se ha ocupado técnicamente por el tema del agua como recurso natural imprescindible para la reproducción de la vida. Como en el caso de Blanca Alcalá, su persona imana confianza y espíritu de trabajo. Me parece que es el único de todos los aspirantes que concita entusiasmo entre el voto popular, el de a pie, ya sea de la ciudad o del campo. No es un hombre de peleas y agravios sino de conciliaciones. En muchos sentidos su figura emula la de Melquiades Morales. He aquí la gran distinción con el resto de sus compañero que incluso lo potencia por encima de todos. Tal vez sea el único con la fuerza de resucitar la cohesión del partido tricolor. Porque al cabo de ella dependerá o su retorno al poder o su derrota definitiva.

Juan Carlos Lastiri Quiroz, ex diputado local y federal, ex dirigente de partido, ex miembro de gabinete en el estado, y actualmente dueño de una de las chequeras de temer en el gobierno federal. Tiene delegados a su servicio y ahora dicen que hasta diputados en la próxima legislatura. Es un hombre conocido, que cuando quiere hace clic. Sin embargo, pareciera como si el puesto en el gobierno de Peña Nieto lo hubiera achicado. Se han tejido muchas historias a su alrededor, tal vez a eso se deba su condición retraída y hasta escurridiza. Tampoco se puede omitir el desprestigio en el que se encuentra sumida la política social federal, de la que en gran medida él es uno de los principales responsables. Todavía más, para los especialistas (Fundar) el gobierno de Peña Nieto no tiene política social. La señora Nancy de la Sierra perdió la diputación no por su proyecto o persona sino por su vinculación con la SEDESOL.

Es lo que ofrecen los partidos y el gobernador. Sin embargo, ¿basta con eso? No.

Lo que vemos es que los grupos tradicionales y nuevos de poder ya se disputan el control de la elección que es una manera de ganar la gubernatura el año entrante.

Esos grupos están levantando una especie de cerco que los ponga a salvo de la intromisión de la sociedad. En el que los problemas de fondo, los que atañen a todos, los que tiene que ver con nuestra contrahechura democrático, con el fracaso de la alternancia de partido, los anhelos de bienestar burlados, y el crecimiento de la pobreza y desigualdad. Esos no son tocados sino escamoteados para que no irrumpan en el debate.

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Autor Lado B
Ociel Mora
Tiene estudios en antropología social. Es autor de varios ensayos de interés académico, y de un par de libritos sobre el impacto de las políticas liberales en los pueblos indios en el XIX. Ha trabajado en el INAH y Culturas Populares en diferentes momentos y estados de la República. En el sector social, es parte de Perspectivas Interdisciplinarias A.C. En el privado, se desempeña como consultor para el desarrollo y combate a la pobreza en áreas indígenas. Ha publicado cerca de cinco mil artículos de opinión dispersos en diarios nacionales y revistas como El Universal, Excelsior, y Plural. En Puebla se arrogó el inmerecido título de columnista por varios años en Intolerancia y El Sol de Puebla. En un acto fugaz animo la publicación Barbarie. La ciudad letrada.
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