Lado B
Proyectos comprometidos con el desarrollo humano, impulsados por la universidad
Gracias al proyecto Participación social: educando para una cultura de paz en un mundo multicultural, la BUAP fomenta espacios de interacción
Por Lado B @ladobemx
16 de junio, 2015
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Ante los altos índices de violencia que se presentan en México y el mundo, las instituciones educativas tienen la misión de fomentar ambientes de respeto y armonía entre sus estudiantes y personas con las que conviven. Un ejemplo es la labor emprendida por la BUAP en la comunidad de San Agustín Calvario, en San Pedro Cholula, a través del proyecto Participación social: educando para una cultura de paz en un mundo multicultural.

Louise Greathouse Amador, investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSyH) “Alfonso Vélez Pliego”, es la responsable de este programa, avalado por la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado, cuyo objetivo es impulsar comunidades de aprendizaje que valoren vivir en una cultura de paz, con empatía y no violencia, en las que exista un respeto por los seres vivos.

En esta tarea participan estudiantes de diversas licenciaturas de la BUAP, como Antropología Social, Derecho, Historia y Psicología, entre otras, quienes son los encargados de impartir los cursos, talleres, pláticas y demás actividades de integración. Además, el programa se ha nutrido con la colaboración de alumnos de otras instituciones, del país y el mundo, como la Universidad de las Américas, campus Puebla (UDLAP), la Universidad de McGill, en Canadá, la Universidad Twente, en Holanda y la Universidad de Sussex, en Inglaterra, quienes han propuesto dinámicas de trabajo y talleres con el Jardín Etnobotánico de San Andrés Cholula.

“Utilizamos los talentos que tienen los jóvenes de las diferentes áreas del conocimiento para que enseñen a niños y adultos temas de ciencia, inglés y Matemáticas, además de brindarles herramientas que les permitan resolver problemas. Para ello, los universitarios son capacitados previamente; les enseñamos las técnicas de trabajo y decidimos los contenidos que se van a impartir cada medio año”, informó Greathouse.

La también doctora en Sociología por la BUAP precisó que este trabajo se fundamenta en una educación humanista y en los principios de la Carta de la Tierra. Cuatro son sus ejes centrales: proporcionar información precisa; fomentar curiosidad, creatividad y pensamiento crítico; inculcar reverencia, respeto y responsabilidad; ofrecer opciones positivas y herramientas para resolver problemas.

“Este no es un proyecto en el que nosotros les impongamos un conocimiento, lo que queremos es inculcar la idea del respeto a todo ser vivo, ya que de esta manera todos podríamos coexistir mejor como sociedad”, expresó.

Cursos y clases de pintura, dibujo, bordado, joyería, yoga, meditación, lectura, ralis, manualidades, talleres de computación, inglés y uso de herramientas digitales, cursos motivacionales, cocina, remedios naturales, nutrición, primeros auxilios, botánica, mejora de los cultivos, diseño y manufactura de objetos con material reciclado, son algunas de las actividades que se ofrecen durante el año, de manera gratuita, a los habitantes de San Agustín Calvario, sin distinción de edad o género.

Asimismo, se organizan presentaciones de danza y música, con la colaboración de instituciones y organismos culturales, además de campañas de adopción de mascotas por parte de la fundación Dejando Huella.

Otro rubro de interés es el rescate de las tradiciones y del náhuatl en aquella zona, ya que esta lengua se ha ido perdiendo debido a la migración y al desconocimiento por parte de las nuevas generaciones. “Durante las reuniones se invita a los adultos mayores a participar y compartir con los más jóvenes sus experiencias y conocimientos, para que se siga preservando la historia, los valores y el legado tradicional”, explicó Louise Greathouse.

Un programa que motiva

En San Agustín Calvario, el programa Participación social: educando para una cultura de paz en un mundo multicultural nació en 2011. De entonces a la fecha, la respuesta de los habitantes ha sido positiva, de gran interés por participar: “la gente se siente muy a gusto con nosotros, nos han recibido con los brazos abiertos, son generosos y nos hablan desde el corazón”, dijo.

De igual manera, comentó que han recibido apoyo por parte de las autoridades del lugar, quienes les facilitan los espacios para realizar el trabajo, ya sea en escuelas, iglesias o en las instalaciones de la presidencia municipal. “Es increíble cómo los señores mayores hacen lo posible por acudir, porque les encanta, se sienten motivados y, aunque tengan que caminar mucho o con la ayuda de un bastón, buscan la forma de llegar”, comentó Greathouse.

En el caso de los niños, agregó, “valoran mucho la compañía y la atención que se les presta, ya que muchos de ellos llegan con problemas en la escuela o en casa, y el hecho de ayudarles a que se den cuenta de que pueden hacer muchas cosas, los anima”.

Toda esta misión no sería posible sin la presencia de los estudiantes de la BUAP, quienes cada semana se dan un espacio, sin importar distancia, clima o trabajo escolar, para convivir y contribuir en el desarrollo de la comunidad.

Alina Vázquez Marneau, ex alumna de la Facultad de Psicología, hizo sus prácticas profesionales y servicio social en el proyecto Participación social: educando para una cultura de paz en un mundo multicultural, debido a que se enamoró de la idea: “trabajé con la gente mayor en sesiones de grupo, círculos de convivencia y temas educativos, me gustaba mucho escucharlos y conocerlos, al final me encariñé con el grupo y ellos me brindaron un nuevo hogar”.

Georgina Tochimani Tochimani, originaria de San Agustín Calvario, estudió la Licenciatura en Historia y trabajó con los adultos de la tercera edad en la elaboración de bolsas artesanales, así como en la tarea de promover el uso de la lengua náhuatl: “para mí contribuir en acciones para fomentar la educación, el respeto y la paz entre la gente que me vio nacer es algo maravilloso”.

A su vez, Miriam Flores Vázquez, egresada de la Licenciatura en Lenguas Modernas, ingresó al proyecto en 2012. Se desempeñó como profesora de Inglés, Ecología y Matemáticas: “fue una experiencia muy satisfactoria poder hacer algo en beneficio de los demás; aprendí que se debe educar con amor, porque los pequeños ven en ti un ejemplo de apoyo y amistad”.

Alberto Flores Castellanos es egresado de Psicología y como parte de su formación decidió estar en este programa, en actividades académicas con niños y ancianos. Además, impartió cursos sobre motivación y respeto.

Por su parte, Alejandra Morales Carranza, estudiante de la Licenciatura en Antropología Social, forma parte del proyecto desde el año pasado y enseña a mujeres, niños y ancianos a elaborar manualidades con materiales reciclados, se ha ganado la simpatía del grupo y cada vez que trabaja con ellos procura hacerlo sobre los principios del humanismo y la educación.

El grupo multidisciplinario trabaja dos días a la semana, miércoles y jueves, de 16:00 a 18:30 horas. Cada año, el programa inicia en enero y termina en julio; en agosto se suspende debido a las festividades de la comunidad y se reanuda en septiembre para culminar en diciembre. En cada periodo hay una participación de 60 a 70 personas de todas las edades, de la comunidad de San Agustín Calvario, en San Pedro Cholula.

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