Lado B
Lizzi Ceniceros, la directora de orquesta que pudo ser karateca 
La Orquesta Sinfónica de la BUAP es dirigida por primera vez por una talentosa mujer con una larga y sólida trayectoria, para quien “la música tiene misión, puede llegar a cualquier persona y cambiarle la vida”
Por Lado B @ladobemx
03 de agosto, 2023
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Daniela del Ángel Rosales 

El jueves 29 de junio la Orquesta Sinfónica de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (OSBUAP) se prepara para la última función del mes. Cinco minutos antes de las diez de la mañana, sobre el corredor flanqueado por restaurantes y cafeterías del CCU, caminan apresuradamente músicos y músicas de diferentes edades hacia la sala de ensayos. Ya dentro, se preparan en sus asientos, conversan, afinan instrumentos y revisan las notas en su soporte maestro. 

A las diez en punto Lizzi Cisneros, la primera mujer en dirigir la orquesta universitaria, sale de la oficina, va sencilla pero pulcra: blusa blanca, pantalón de mezclilla y mocasines negros. Sube a la peana, que es como se llama la base desde donde dirige, frente a la orquesta. Saluda amablemente, seria y firme. Cuando ella habla, los instrumentos callan y no suenan hasta que lo indica. 

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Y lo que esa mañana ensayan es una versión del musical “El Fantasma de la Ópera”, una obra que se presentó cerca de 14 mil ocasiones durante 35 años en Broadway y que durante junio y julio de este 2023 se presentó en el auditorio del Complejo Cultural Universitario (CCU).

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Una hora antes, Lizzi ya está en la sala de ensayos hablando con un chico que trae un instrumento al hombro. Es fácil reconocerla si se le ha visto en fotografías, por su cabello rizado y gris. Es una mujer algo bajita y de delgadez atlética. 

—¿Vienen a la entrevista? Siéntense, yo se las hago —bromea amablemente.

Da dos opciones para realizar la entrevista: unas sillas que están en medio de la enorme sala o la oficina, un pequeño rectángulo ubicado en una esquina, donde se encuentran dos escritorios separados apenas por un metro y un sillón rojo. En las ventanas hay una fila de premios que presumen logros y también hay envases de café. Ella misma decide que en la oficina es mejor. 

Lizzi no tarda mucho en entrar, da unas cuantas vueltas y habla con unas cuantas personas antes de enfocarse en la entrevista. Se pregunta en voz alta dónde sentarse: en la silla del escritorio o en el sillón. Se sienta en este último y reposa un brazo en el respaldo, parece cómoda.  

No demora en hablar sobre sus raíces familiares. Los antecedentes musicales de Lizzi son inusuales. Sus dos bisabuelas eran pianistas concertistas tituladas.  

 —De alguna manera dicen que uno abuelea el talento, entonces casualmente yo soy la generación que viene a encontrarlo, es curioso porque en esa época era difícil que las mujeres estuvieran en la música. Ni mi papá, ni mi mamá fueron músicos, pero mi papá amaba la música. Tenía un cuarto de sonido en la casa, era muy lindo porque en ese cuarto llegábamos a escuchar desde la Novena de Beethoven, Bach, pero también escuchabas Elvis Presley, por ejemplo. 

La música siempre estuvo presente en la vida de Lizzi. Su trayectoria empezó en la secundaria, cuando un maestro le preguntó si quería tocar el acordeón y ella aceptó, le decían el acordeón con chinos. En casa pidió su propio acordeón, pero la compra del instrumento estaba condicionado por las notas escolares: “Si sacas entre 9 y 10 de calificación al final de año te compro”, le dijo su padre. Lo logró. Luego se interesó por la guitarra y la nueva condición fue la tarea doméstica. “Pues lávate las ventanas de la casa por dentro y por fuera y te compro la guitarra”. Lo hizo. Sus deseos eran más grandes que las tareas que le daban. Así fue ampliando la lista de instrumentos que aprendió a tocar y poco a poco se fue haciendo de experiencias más cercanas al mundo laboral.     

 —No empecé a dirigir coros, empecé a dirigir estudiantinas y un día, de repente, estaba yo en un escenario dirigiendo un grupo músico vocal. Yo toqué la trompeta, toqué el piano y me dijeron “oye, queremos que dirijas una orquesta”, y no sabía lo que significaba dirigir una orquesta infantil-juvenil. Cuando me ponen la orquesta en mis manos me doy cuenta que había que estudiar. 

A partir de ahí, su vida cambió y comenzó a estudiar formalmente, pero con una gran ventaja. La mayoría de los músicos se dedica primero a estudiar y luego, cuando terminan la carrera, empiezan a dirigir. Lizzi lo hizo al revés: antes de estudiar, ya dirigía, lo que impulsó su práctica. 

—La práctica te avanza muchísimo, claro, con un problema, que puedas adquirir defectos porque no estás bien instruido. Entonces, yo tengo una ventaja enorme: dirijo desde muy temprana edad y tuve los profesores adecuados para después poder hacer el camino correcto. 

Como estudiante, la joven Lizzi buscó a profesionales que la instruyeran. Especialmente reconoce a dos maestros que la motivaron a continuar en la dirección. 

Lizzi Ceniceros, la primera directora en dirigir la orquesta de la BUAP

—Jorge Córdoba es un compositor mexicano, es una eminencia y hace música maravillosa. Mucha de su música se escucha en muchas partes del mundo y poca aquí. Empecé a trabajar con él y duré 13 años de alumna de él. (…) Después, cuando yo ya empecé a tomar los cursos de dirección tuve la suerte de toparme con Ángel Luis Pérez Garrido, él es un director de orquesta español, fue muy lindo porque él me vino a dirigir. 

Garrido le dijo que tenía muchísimo talento y la convenció de que debía irse a España, porque era su obligación representar a México en el mundo. Y así lo ha hecho. 

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Antes de empezar el ensayo, Lizzi da algunos anuncios generales sobre las siguientes reuniones. Avisa a los músicos que hay invitados, les pide que se luzcan. Empiezan con la primera pieza. Obertura. Es un inicio violento, que desconcierta y asusta a espectadores no preparados. Ella guía a la orquesta con una expresión de seriedad, mueve sus manos impetuosas al compás de la melodía. Los músicos están pendientes de sus notas y de sus indicaciones, en un lenguaje silencioso que solo ellos entienden. 

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Habla un poco rápido, pero no presiona el ritmo de la entrevista. Hay algo de emoción cuando evoca ciertos eventos, a veces sus palabras tropiezan, el entusiasmo la obliga a hablar más alto y su sonrisa hace que sus ojos se entrecierren.

—Mi concierto favorito fue hace poco, cumplí 50 años y fue una experiencia muy linda, porque mi mamá quería hacer una fiesta de cumpleaños y entonces yo no quería hacer eso de fiestas, no me encantan. Las fiestas donde tú tienes que estar saludando a todo mundo y comiendo con todo mundo, así que dije no a eso: ¿Qué crees? Que tengo concierto. A mí me habían ofrecido la fecha y entonces invité a la Orquesta Juvenil que me formó, una orquesta que llevo 22-23 años dirigiendo.

La Orquesta Juvenil Salesiana fue fundada por Lizzi en 2001, y con ella ha participado en festivales internacionales. Después de mucho estudiar y de pasar tiempo en orquestas juveniles, también tuvo la posibilidad de integrarse con ensambles de talla más profesional, hasta que la invitaron a dirigir la Orquesta de Cámara de la Ciudad de México. Cuando salió de esta última, creó una fundación con su socia Vania Chávez: la Orquesta Iberoamericana, que ha tocado en conciertos alrededor del mundo, desde Francia hasta Brasil. 

—Junté la Orquesta Contrapuntos, de jóvenes que estaban en la Orquesta Juvenil, que se dedicaron profesionalmente a la música y que regresan a tocar conmigo. Entonces la Orquesta Contrapunto y esa se complementan con otros músicos para representar a México. Digamos que yo tenía tres orquestas juntas y, aunado a eso, algunos músicos muy lindos de la Sinfónica Nacional del Ejército, también empiezan a llamar en la mañana: “¿maestra, dónde va a ser su fiesta de cumpleaños para caerle?” y digo pues no, no habrá tal fiesta y entonces me dicen “¿dónde va a ser el concierto? Seguramente usted no tiene fiesta porque tiene concierto”. Dije sí. “Ah, pues le caemos, maestra, ¿podemos tocar con usted?”. Fue algo muy lindo porque ahí era entender que el festejo de mi vida tenía que ver con todos los músicos que han sido parte de ella. Tengo muy grato recuerdo de ese momento, más allá de un concierto académico, que lo es, es un momento en que todos los músicos nos reunimos a festejar la razón de nuestra vida, tiene que ver con la música, la amistad, el cariño. Es como el concierto culmen en la cuestión de los grados de cariño.

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En algunas partes, en algunas piezas, la directora imita con gestos faciales los sonidos de los instrumentos mientras sus manos dictan a los músicos. Sonidos intensos, rostros de concentración, movimientos fuertes. Lizzi se equivoca, se ríe, se disculpa, la melodía no para. Sonríe por la confusión. Movimientos de manos, hojas que pasan en seguida a la siguiente, rayones con pluma roja en las páginas, curiosos tomando fotos, espectadores en la puerta. 

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Si buscamos en Google el nombre de Lizzi Ceniceros, la primera página que encontramos, Wikipedia, nos da un repaso de su carrera profesional, todo con respecto a la fundación de orquestas y conciertos hasta que leemos: “Participó en el 2019 como actriz de reparto en el cortometraje Nimic al lado de Matt Dillon, dirigido por Yorgos Lanthimos”. Actriz de reparto. En el cortometraje, que se puede encontrar fácilmente en YouTube, participan Lizzi y, justamente, la Orquesta Iberoamericana. Este fue uno de varios logros internacionales que logró este proyecto. 

—Yo no sabía ni quién era Yorgos Lathimos, a mí me lo pasan hablando inglés y yo sí, sí, sí,  me dice “Vimos tus fotos, ¿puedes participar en el cortometraje?” Le dije sí a todo, no sabía ni quién era el señor. Entonces ya cuando cuelgo la llamada pienso: me llamó un Yorgos Lathimos, a ver quién es. ¡Hablé con un director de cine griego! Entonces resulta que me dice “quiero oír a tu orquesta”. Escucha mi orquesta y dice “tu orquesta nos gusta, tu orquesta va a participar en el cortometraje”.

El cortometraje se filmó en la Ciudad de México y entre toda la orquesta le enseñaron a Matt Dillon a tocar el chelo. El rol de Lizzi fue actuar de sí misma, de directora y reconoce que el director griego fue respetuoso en cuanto a darle libertad de dirección, es decir, dejó que dirigiera en su primera lengua: español. 

Para Lizzi, se trató de un reconocimiento muy auténtico de Yorgos a ella, como mujer, a su voz, sus indicaciones; “el decir es latina, es mexicana, o sea, en lugar de esconder mi personaje, lo enaltece”.

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The music of the night. Un contraste. Después de algunas piezas aceleradas, la música de la noche transporta a un sueño. Los músicos están más tranquilos, incluso unos descansan, algunos están de brazos cruzados, pues no todos los instrumentos participan. La melodía también afecta los movimientos de Lizzi que desliza sus manos en el aire más suavemente que antes. Al final de la pieza se expresa una duda que es resuelta al momento. 

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—Yo nunca he tenido un problema por discriminación de género —responde con expresión rígida—. Me he movido en un medio profesional, incluso las invitaciones más importantes que he tenido en la vida, cuando yo he dirigido Sinfónica Nacional en otros países; cuando yo he dirigido encuentros internacionales dentro del mundo, en Francia y en otras partes, generalmente me ha invitado un hombre. No quiero decir que tenga problemas con las mujeres, que no, pero quiero decir que nunca lo he recibido. Esto no lo promuevo, yo promuevo más el profesionalismo, la suma de talentos entre hombres y mujeres, a que den espacio a alguien porque sea mujer. Yo creo que las mujeres tenemos que profesionalizarnos y abrir camino con nuestro trabajo, también creo que en esta sociedad ya hemos ido madurando un poco y espero que prontamente sí sea igualitario. En mi caso han sido muy abiertos los caminos, siempre. 

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En algún momento del ensayo, la música consume todo aquel presente. La pieza es tan rápida que agita a varios de los músicos, se apresuran de más. La directora nota esto y se encarga de corregir el ritmo.  

—Recuerden: la música está viva y cuando la orquesta se anima, se acelera— dice mientras gira sus muñecas, como si las descansara por todo el movimiento. 

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A pesar de tantas orquestas, giras, trabajo, ensayos y demás, la directora de la OSBUAP se da el tiempo para disfrutar de otro tipo de actividades; de hecho, Lizzi tiene un pasado significativo en el ámbito deportivo, tanto que llegó a competir en 2007 en el mundial de karate de Japón representando a México.  

 —Había que ver la cuestión de los deportistas, es muy padre, pero tiene caducidad. Hay un tiempo en el que ya no puedes competir a esos niveles y te tienes que convertir en el entrenador o tomar otra parte del camino. En la cuestión de la música, mientras más vas avanzando en edad, más conocimiento y vas a tener más respeto. Entonces tienes una larga carrera y bueno, es la música lo que invade en mi corazón. El deporte me fascina, claro, a la fecha yo sigo haciendo deporte, pero…pues la música es mi vida. Desde los 8 años empecé el karate, después hice frontón y después volví al karate. Ahora hago fútbol, por ejemplo. Resulta que como llevo a mi hijo a entrenar y me quedo una hora esperando, pues en lugar de esperar esa hora me puse a jugar fútbol y ahora hasta tengo equipo. 

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En una de las pequeñas pausas, en la cual algunos músicos aprovechan para tomar lo que sea que hay de sus vasos y termos, la directora menciona que ha sido una de sus semanas más completas. Se refiere a que ha dirigido un total de veintitrés horas. No es engreída al decirlo, más bien, parece contarlo como un dato curioso, algo extraordinario que quiere compartir con el grupo que, a fin de cuentas, es parte de esa semana. 

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La Orquesta Iberoamericana tiene dos temporadas. La normal: en la que se presentan en diferentes foros de la ciudad. Por ejemplo, su primer concierto fue en la biblioteca José Vasconcelos, el segundo en Bellas Artes, y esperan próximamente tocar en la Fundación Sebastián. Lo más importante de estos conciertos es que la gente conozca este tipo de lugares, que son emblemáticos de México y donde se desarrollan actividades culturales, además de que son un deleite arquitectónico. Lizzi cree que es importante combinar la energía del lugar con la energía de la música y la gente. 

La otra temporada de la Iberoamericana es filantrópica, en la cual dan conciertos en lugares de alta necesidad como hospitales, asilos, internados… hasta en basureros. Bueno, no fue precisamente en el basurero, pero sí fue al lado. Tocaron al ras de la calle, con sólo una lona y sillas. También fueron a una sala de hospital, donde fue complicado porque al principio los familiares de las personas con enfermedades terminales no parecían muy convencidas de su presencia, aunque al final del concierto les dieron las gracias por el agradable momento.  

—La música tiene misión, porque es un arma que puede llegar a cualquier persona y cambiarle la vida, regalar un momento de paz, un poco de ilusión.

Además, siguiendo la línea de ser una orquesta fresca, la Orquesta Iberoamericana preparó un concierto con música de videojuegos que se realizó en el Centro Cultural de Tlatelolco, un área de la Ciudad de México con una historia particular. Este evento aunque poco publicitado, tuvo como objetivo acercar a la juventud que no se sentían atraída por la música de Beethoven, ni por los otros clásicos y fue un éxito. 

—Cada concierto buscamos tener de los más nuevos, pero también, por ejemplo, hacemos Angry Birds, Mario Bros… esas cosas que sabemos que a la gente le gustan. En el último concierto de videojuegos que tuvimos, resulta que mi pianista, claro estaba un poquito preparada, empieza el ¡Peaches, Peaches, Peaches, Peaches! —dice imitando el tono de voz de Bowser, el villano de la película de Mario Bros que se estrenó a principios de año, quien canta una pieza de desamor que se volvió viral en redes sociales. 

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Mientras la orquesta y su directora están comprometidas en la pieza que tocan, cerca de la entrada hay una mesa larga que es despejada por el personal, la limpian y traen una canasta con sobrecitos de endulzante y una fila de vasos desechables. Se predice el final del ensayo. No se ve dónde puedan tener el café. 

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 —Yo soy embajadora de la Federación del Eurochestries. Es algo interesante porque es una federación con sede en Francia, lo que hace es reunir jóvenes orquestas de todo el mundo y hace encuentros algunas veces en Francia. Entonces, te pongo un ejemplo: convocan una orquesta de Rusia, una orquesta de China, de Canadá, de Francia, una de España… tienen como seis orquestas sinfónicas con más de 300 músicos que las dividen en dos orquestas. Los chicos se sientan junto a un chino, un francés y los directores se van rotando. Para los chicos es una experiencia maravillosa porque van y dan un promedio de diez conciertos con música de su país, en diferentes lugares y después son parte de un gran concierto internacional. 

La federación de Eurochestries es un puente de contactos de músicos, para músicos. Lizzi los representa. Quiere decir que algunas veces dirige en nombre de México y, al mismo tiempo, en nombre de Francia. Así que, todas las orquestas de América que quieran ir a esos encuentros son examinadas por ella, ya que es parte del consejo directivo. Sus actividades se encaminan hacia la toma de decisiones: ¿Qué van a hacer? ¿Hacia dónde van a ir? Este trabajo es de reconocerse, porque son pocas las mujeres mexicanas que representan una Federación Francesa o una Federación Europea. 

—Para mí ha sido muy lindo porque en realidad fue por parte de mi maestro, el español, Ángel Luis que me invitaron primero a Canadá y cuando escucharon las orquestas mexicanas, con el nivel que llevábamos, me convocaron a que fuera parte de esta Federación. Ahora sigo yendo y me gusta mucho porque a los chicos les cambia mucho el concepto de sí mismos como país, esta cuestión de ser un país tercermundista o ser un país que está en desarrollo… ellos se ven ya como países iguales. 

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En internet hay varios videos donde se puede ver a Lizzi dirigiendo “Crazy little thing”, “Amigo para siempre”, “Patrulla Americana” y “Bésame mucho”, aunque en ellos la vemos de espalda, excepto en “Conga del fuego nuevo”, ahí se le ve subiendo a la peana con su vestuario de gala: un frac negro, con camisa blanca. Lleva su característico cabello gris suelto. Acomoda el soporte delante de ella y la música comienza. 

Desde el inicio los movimientos de sus brazos son fuertes, su mano izquierda está libre y en la otra lleva la batuta. Durante le ejecución, no se alcanza a ver claramente su expresión, pero cuando la pieza termina sí se aprecia una sonrisa, de esas que surgen cuando algo es fantástico. Los espectadores sueltan aplausos. Con algunas señales, Lizzi hace que un trompetista del fondo se levante y reciba parte de la ovación. Acto seguido, se levanta toda la orquesta. 

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11:28 de la mañana: anuncios importantes. La directora habla con los músicos sobre aspectos académicos, felicita especialmente a unos por su buen desempeño y previene a todos para mejorar la calidad del concierto. Alguien al fin trae una cafetera. 

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