Lado B
Mad Max: Fury Road, el regreso espectacular de George Miller
Violenta, intensa, llena de crítica social al machismo y con una maravillosa producción de arte, así define nuestro cinemaniaco a la nueva entrega de la saga distópica y postapocalíptica del guerrero de la carretera
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
17 de mayo, 2015
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MadMax

Héctor Jesús Cristino Lucas

Si tuviésemos que enlistar un top 100 de las mejores películas de ciencia ficción de toda la historia, entre el El planeta de los simios y Metrópolis la trilogía Mad Max de George Miller entraría sin ningún problema. Y es que la primera entrega de esta gran franquicia, lanzada allá por 1979, trajo consigo un cambio interesante a las películas con temáticas de futuros distópicos y hasta post-apocalípticos. Es aquí cuando, por primera vez, se inserta la acción a modo roadmovie en un universo plenamente de ciencia ficción, a la par se añaden elementos como crítica social y violencia explícita que le convirtieron, tras el paso de los años, en una pieza de culto.

¿Pero por qué estas películas gustaron tanto? ¿Qué hay en ellas que juntó fans por el resto del mundo hasta consagrarlas como obras imperdibles de la ciencia ficción? A lo largo del texto trataremos de responder a estas preguntas.

Además de que la primera cinta es una joya independiente que usó el escaso presupuesto de 350 mil dólares, el protagonista de “Mad Max” (en aquél entonces encarnado por Mel Gibson) es el ejemplo de un personaje que sirvió como paradigma para películas del estilo. Max es algo así como un héroe que intenta establecer el orden que ya hace tiempo se ha perdido, algó así como una especie de “Winston Smith”, en términos de George Orwell, que lucha por la redención de su tiempo, de su propio 1984.

En películas posteriores a la irrupción del loco Max en las pantallas, hay también policías inmersos en futuros distópicos tratando de poner orden a su manera. En Robocop de Paul Verhoeven allá por 1987, vemos un claro ejemplo de un héroe que intenta lucha contra un sistema corrupto desde sus entrañas, o el detective Rick Deckardde Blade Runner, encargado de cazar replicantes que pueden ser más humanos que el propio policía, todo en un entorno abigarrado de luces de neón. Un ejemplo que quizás nos sirva de antecedente son los cómics británicos de John Wagner: Judge Dredd, y que veríamos adaptados en 1995 gracias a Danny Cannon y Sylvester Stallone. Éste último haciendo del policía-juez que lucha contra las obscuras sociedades regidas por el crimen, con métodos poco ortodoxos.

Pero hay que pensárselo dos veces, treinta años no son pocos. Desde la última entrega, es decir, Mad Max 3: Beyond Thunderdome de 1985,  la trilogía había alcanzado su punto máximo en prestigio e ingenio. O al menos eso se creía. Pese a que la última entrega no gustó mucho a la crítica, calificándola como un producto familiar con violencia moderada, la trilogía se volvió referente esencial para cualquier interesado en la ciencia ficción, y que inspiró cintas como Escape From New York de John Carpenter, de 1981 o la evidente Doomsday de Neil Marshall en el 2008.

Pero George Miller, en la época del remake, de las secuelas y precuelas innecesarias, meros intentos de traernos nostalgia, lo ha hecho bien. Lo ha hecho muy bien. Y es que, viviendo plenamente en la decadencia de todas las artes (en especial de la séptima) lo único que esperas, así sin más, es entretenerte. Pero se corre el riesgo de toparte con decepciones que arruinen grandes clásicos que quizás marcaron tu infancia o juventud. El 2015, por ejemplo, podría definirse como el año de la nostalgia revivida. Ya que además de Mad Max: Fury Road tendremos Star Wars VII, Terminator: Génesis y Jurassic World.

Pero dejemos las discusiones mainstreams. Hoy vamos a hablar acerca de lo nuevo de Miller. Que  por cierto, algunos mencionan descaradamente que se trata de un remake, y otros que de una precuela. Pero ni una ni otra. El propio director menciona que se trata de una aventura nueva de Max. Una secuela seductora, implacable y que calla hasta aquellos que pierden la fe en esta era de productos infumables. Mad Max Fury Road se convierte en lo mejor, tratándose de filmes con entregas antiquísimas, que se ha proyectado en la pantalla grande en estos últimos cinco años.

Que además, ya ocasionó escándalo cuando la web Return of The Kings la acusó de ser: “una pieza de propaganda feminista que se hace pasar por una película para chicos». El propio creador del portal, Aaron Clarey declaró la guerra a la película mencionando que ningún hombre debería verla porque la mujer tiene más peso que el varón.

Y algo de razón tiene. Esta nueva visión tiene un enfoque más femenino. En ninguna de las tres anteriores se había visto tanto protagonismo de parte de la mujer por encima del propio Max. Pero esto, lejos de considerarse como algo negativo en realidad hace crecer a la película la coloca en otro nivel aún más inesperado y fresco, aún cuando ya hemos visto a otras mujeres fuertes en la pantalla grande, por ejemplo Sigourney Weaver con la entrega Alien el octavo pasajero, filme de 1979 de Ridley Scott, y que reafirmó con creces James Cameron con su secuela Aliens. Pero en esta ocasión, Charlize Theron en su papel de “Furiosa” se lleva las palmas.

Difiero en absoluto cuando dicen que la película es una apología del feminismo. Más bien es una crítica al machismo. Lo que la convierte en una propuesta admirable. Le dota de suficiente fuerza a ese “sexo débil” del que aún hablan muchos hombres. Y es ahí, en esa fuerza, donde se embellece la trama. Recordemos, el cine de ciencia ficción ha servido como herramienta de crítica social a lo largo de los años. Las películas del expresionismo alemán ofrecían una crítica a la época de decadencia que se vivió tras la primera guerra mundial. El monstruo GojiraGodzilla para los occidentales– de 1954 era la crítica explícita que los japoneses hacían al horror ocasionado por la bomba atómica en el 45.

Attack of the 50 foot women en 1958 se transformó en la primera cinta que criticaba al machismo mediante un alegórico juego de monstruo gigantequerepresentaba la mujer. Y Mad Max: Fury Road se añade a la lista de manera magistral.

Pero la cinta no sólo es sólo la crítica a esa visión reduccionista que concibe a las mujeres, y más si parecen salidas de una pasarela Prêt-à-porter, como objeto. La cinta regresa al conflicto de la lucha por la gasolina y el agua que caracterizaba la trilogía original de Miller. La guerra por la supervivencia humana en una civilización donde los gobiernos han desaparecido y quién mantiene el control de los restos de sociedad son dictadores perversos y criminales que siembran el horror y se adueñan de la carretera. Haciendo que la nueva entrega recupere la esencia original, y que pese a añadirle nuevos elementos se mantiene intacta pero innovadora.

El diseño de arte es espectacular. Tanto el vestuario como la escenografía cumplen, y cumplen bastante bien. Eso sin mencionar la calidad de la fotografía, y el color que define atmósferas: el azul que tiñe la noche al paso por la zona pantanosa, los naranjas y ocres de las escenas del camino, pues la carretera como esa línea sinuosa de asfalto ya ha desaparecido, el blanco lechoso de la piel de los chicos de la guerra. Además de un asombroso poder a sus personajes que los hacen rocambolescos y hasta genialmente enfermizos en algunos casos.

¿Y la trama? Preguntarán muchos cinéfilos. Con sus críticas y perspectivas, la trama a pesar de la simpleza de su anécdota, un grupo de mujeres que escapa de una microsociedad que vive para la guerra en búsqueda de un mejor lugar para vivir, queda más que fundamentada. ¿Que sólo es acción, persecuciones y carreras?  ¿Que a muchos les disgustó porque todo se ve reducido en puro “entretenimiento vacío”? Aquellos que opinen esto definitivamente no han visto los filmes originales. O peor aún, no comprenden el “roadmovie”. Un género que desarrolla en la carretera, cuyo nudo central tiene siempre al camino como personaje y no sólo como escenografía. Y viniendo de películas como Mad Max todo conflicto se va desenvolviendo hábilmente a través de ellas. Así que esta acción es necesaria.

Por ende, es gratificante decir que el guión es hábil, imparable y constante. Una roadmovie que alcanza el máximo sentido de la palabra. Que pese a la escases de sus diálogos, no deja de ser profunda. Porque cuando los hay, son inteligentes y reflexivos. Cualquier amante de la trilogía sabrá entender. Y no sólo eso, sabrá amar y apreciar lo poco bueno que se nos ha ofrecido últimamente en el séptimo arte. Eso sí, aunque Tom Hardy hace un excelente trabajo haciendo el papel que alguna vez le perteneció a Mel Gibson, es éste el personaje menos protagónico. Lo reitero, Charlize Theron es lo mejor y el alma fundamental que hace girar los engrandes de casi todo el metraje.

Mad-Max-Fury-Road-Jump-600x300Ahora bien, he de mencionar un punto interesante además de notorio. Esta nueva entrega resulta una propuesta tan de la línea de George Miller, nuestro director de antaño no se tienta el corazón y ofrece violencia a raudales. No es como el reciente remake de Robocop, donde la violencia y aquello que definía la esencia de Paul Verhoeven se remueve y modera. En esta ocasión se aumenta y se muestra.

Aquí no hay piedad ni para los personajes femeninos. Aquí hay igualdad. Aquí volvemos a aventurarnos a lo que este gran director junto con Mel Gibson hicieron hace 30 años ya. Cualquiera que creció con estas películas va a adorar Mad Max: Fury Road a tal punto de añadirla a la colección.

Por cierto un mundo caótico, con personajes caóticos, merece un soundtrack caótico. Uno que nos haga vivir en carne propia esa tensión de las máquinas corriendo desmbocadas, la lucha por la sobrevivencia. Y el magnífico trabajo de Tom Holkenborg no hace más que acentuar el impacto y la angustia. No dejen de lado esta apasionante composición y hagan disfrutar también a sus oídos:

Sin nada más que mencionar hago una plena recomendación a “Mad Max: Fury Road”. Violenta, intensa, llena de crítica social, maravillosa producción de arte y un regreso espectacular de George Miller a su famosa trilogía original. ¡Qué más se puede pedir en esta vida!

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Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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