Lado B
El largo camino de las candidaturas independientes
Las cosas no pintan sencillas para quienes, con recursos propios y sin el apoyo de partidos políticos, buscan un cargo de elección popular
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
13 de enero, 2015
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Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

Aranzazú Ayala Martínez

@aranhera

Desde el 30 de diciembre, hace 14 días, Alberto Merlo Martínez ha salido de su casa a las 9 de la mañana a caminar y caminar, tocando puertas, entrando a negocios y abordando a la gente en la calle, preguntándoles si ya saben qué son los candidatos independientes.

Él, junto con otros seis ciudadanos poblanos, es un aspirante a candidato independiente para diputado federal, abriendo brecha con esta figura que por primera vez existe en el país y para cuya difusión el Instituto Nacional Electoral (INE), antes Instituto Federal Electoral (IFE), no ha hecho prácticamente nada de publicidad, de modo que poco se sabe de los ciudadanos de a pie, que sin el cobijo de algún partido político pretenden convertirse en candidatos a diputados. Todo lo anterior tras una serie de requisitos maratónicos y sólo con recursos particulares.

[quote_box_right]Las frases que más se escuchan son “quiero ver”, “a ver si sí”, “que haya honestidad”. “En ninguno creo, siempre es lo mismo”, dijo una señora, a la que su hija tardó en convencer de que Beto no era parte de ningún partido político, que la propuesta era diferente. [/quote_box_right]

Cada vez que le habla a una persona, Beto, estudiante de la licenciatura de Ciencias Políticas de la Universidad Iberoamericana Puebla y activista ciudadano, tiene que explicar qué es una candidatura independiente y convencer a la gente de que no es parte de algún partido político.

Las jornadas de Beto y su equipo –compuesto por voluntarios, en su mayoría estudiantes, amigos y conocidos– son de más de ocho horas. El estudiante metió pocas materias para tener la mayor parte del tiempo disponible para juntar las firmas. Porque no sólo es recolectar un aproximado de 6 mil firmas con nombre, datos de la credencial de elector y copia de ésta, sino que se necesita una representación proporcional en cada distrito.

El de Beto, que es el número seis y está compuesto por más de cien colonias, está dividido en 166 secciones. La ley exige que el aspirante cubra el 50% de las secciones que componen su distrito, por lo que en su caso debe tener presencia en por lo menos 83 secciones para que el respaldo ciudadano sea válido. Además, el aspirante en cuestión tiene que tener al menos el apoyo del 1% de las personas inscritas en la lista nominal de cada sección, cantidad que pueda variar de poco menos de un ciudadano hasta a cientos.

Además de tener que cubrir los requisitos de representatividad, los aspirantes se enfrentaron con el problema de la desinformación por parte del INE, pues éste no les dio el mapa completo ni el orden de las secciones y colonias. La lista de todas las colonias y su ubicación tuvieron que ser armadas, casi como un rompecabezas, por Beto y su equipo.

Las frases que más se escuchan son “quiero ver”, “a ver si sí”, “que haya honestidad”. “En ninguno creo, siempre es lo mismo”, dijo una señora, a la que su hija tardó en convencer de que Beto no era parte de ningún partido político, que la propuesta era diferente. Un señor, originario del Distrito Federal, le dijo que lo apoyaba pero no podía porque su credencial para votar tenía todavía los datos de la capital. “El mayor daño que tiene este país son los partidos políticos. El mayor daño que tiene es tener que mantenerlos”, le dijo al estudiante y a sus compañeros.

Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

La labor de ir, literalmente, de casa en casa es titánica y no es igual para todos los aspirantes. Jorge Torres y Bernardo Hinojosa, quienes van por los distritos 11 y 9, respectivamente, tienen que hacer malabares entre sus trabajos y los espacios para juntar firmas. Algunos se ayudan, apoyando con la difusión y consiguiendo firmas de personas que viven en el distrito de otro de los aspirantes. 

De nueve de la mañana a casi la 1 de la tarde, Beto y dos amigos suyos recorrieron apenas unas nueve calles, repartiendo volantes, explicando a la gente de qué trata la iniciativa y pidiendo el apoyo con la firma. El punto crítico es al pedir la copia de la credencial de elector, pues la mayoría desconfía; sin embargo la respuesta en general es positiva, reflejo del hartazgo por los partidos políticos y la poca credibilidad que tienen en un amplio sector de la población. Son muy pocas las personas que se niegan a escuchar al joven, apenas un par. Hubo quienes apoyaron pero tenían credenciales de otros estados o de otros distritos, y la mayoría de los que aceptaron quedaron con el estudiante en darle la copia de la credencial más tarde o un par de días después.

Aproximadamente a mediodía Beto hace una pausa para hacer las llamadas de las personas con las que quedó de pasar a recoger sus firmas y para dejar en su centro de operaciones –que es la mesa del comedor de su casa– lo que lograron conseguir ese día, lunes 12 de enero. Entre el aspirante y los voluntarios que lo apoyan, que son alrededor de 30, han juntado aproximadamente cien firmas diarias. El joven espera alcanzar las seis mil, pero busca conseguir “un colchón” de al menos mil firmas, previniendo cualquier objeción de parte del INE.

En todo el país el INE aceptó sólo los registros de 52 de los 122 aspirantes –quienes tuvieron que cumplir varios requisitos en apenas un mes, con las festividades navideñas de por medio, entre ellos la conformación de una Asociación Civil sólo para el proceso de buscar la candidatura–.

Los siete ciudadanos que buscan la candidatura, cinco de los cuales conformaron la red “CI Podemos” tienen hasta el 28 de febrero para juntar las aproximadamente 6 mil firmas en cada uno de sus distritos.

Puebla es la entidad donde hay más mujeres: dos aspirantes.

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Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
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