Lado B
La ciudad de las ideas, seis años sembrando en el aire
"El mundo no se cambia escribiendo libros, sino haciendo cosas": Alain de Botton
Por Lado B @ladobemx
10 de noviembre, 2013
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Adrianísima

@theadrianisima

Con las mejoras técnicas y bondades que ofreció este año La Ciudad de las Ideas –una mejor atención por parte del staff– es comprensible que en un rápido muestreo y al amparo del socialite coffee break, o a la luz de fuegos artificiales, la impresión de muchos asistentes sea que el evento es positivo para la ciudad.

El gobernador Moreno Valle y el presidente del Grupo Salinas, Ricardo Salinas Pliego, se saludan durante la inauguración de La Ciudad de las Ideas 2013. Foto: comunicacionsocial.puebla.gob.mx

El gobernador Moreno Valle y el presidente del Grupo Salinas, Ricardo Salinas Pliego, se saludan durante la inauguración de La Ciudad de las Ideas 2013. Foto: comunicacionsocial.puebla.gob.mx

Que “es bueno para la juventud”; que “es cool” por dar a conocer a pensadores sobre los que difícilmente se sabría. El festival de mentes brillantes “más grande de América Latina” –como lo llama Ricardo Salinas en su blog– vale para algunos lo que cuesta.

Pocos parecen interesados en cuestionarse sobre el empleo de los recursos que invierte el Gobierno del estado (30 millones según notas periodísticas de años anteriores) y su verdadera utilidad: cuánto de ello se invirtió en los absurdos palillos chinos que contiene la mochilita; la estorbosa caja que contiene el programa –cuyo diseño no es apto para tripofóbicos- o las prescindibles fundas para los asientos. O sobre cuánto de ello habrá sido destinado a las miles de seudo-planas de diario que se repartieron con motivo del “Encuentro del Siglo” (Deepak Chopra y Richard Dawkins) y que, inútiles, terminaron en la basura. ¿Por qué se eliminó uno de los concursos (el de ensayo) que permitía a más gente asistir de forma gratuita? ¿En qué ha beneficiado al estado la inversión por sexto año consecutivo para la realización del evento, más allá del turismo de tres días?

Un negocio peligroso

El festival, en continuidad con el año pasado, dio sólo doce minutos a cada ponente privilegiando la cantidad de pláticas, y aderezando la falta de sustancia o nivel con enanos y acróbatas. El sueño de Andrés Roemer, curador del evento, de convertir CDI en una combinación de TED y Cirque du Soleil se va concretando año con año. Y a casi nadie parece importar que no haya habido suficientes botes de basura; que en Facebook, para ganar un boleto, no se haya premiado el conocimiento sino la cantidad de Likes. Y aunque las ideas parecen haber quedado de lado el estado sigue inyectando recursos públicos: la activista saudí Manal Al Sharif comentó en conferencia de prensa que le parecía la conferencia más lujosa a la que había asistido.

También puedes leer: El gobernador Moreno Valle ofrece cenas que no paga nadie.

Los reporteros tuvieron, una vez más, prohibido el acceso a nivel de cancha, de modo que hacer entrevistas a los ponentes se convirtió en un sueño, a menos que los encontraras accidentalmente, o que hubiesen sido de los pocos que dieron conferencia de prensa, o fueras del equipo de ciudaddelasideas.com (como sucedió con Alain de Botton).

Uno de los músicos –cuyo nombre prefirió mantener en el anonimato para no hacer peligrar una próxima visita- dijo a Lado B que considera “estúpido” que el equipo de CDI insista en mantener al público y a los ponentes separados. Los organizadores tratan a los speakers como rockstars y al público como peligroso. De hecho, la eterna y única forma en que puedes acercarte a los conferenciantes de manera legal es, como en años pasados, haciendo una larga fila para obtener al final de ella, y en el mejor de los casos, una foto.

“El Dr. Roemer”, como es conocido también, dedicó toda una ponencia, la de Clotaire Rapaille, a la promoción del libro que escribió junto con éste: Move Up ¿Por qué algunas culturas avanzan y otras no? (subtítulo bastante similar al del Outliers de Malcolm Gladwell, por cierto), y desde el escenario te animaba a comprar el libro y buscar el autógrafo del ponente. A la gente no pareció hacerle ruido el que Roemer fuera criticado en prensa nacional por dejar desatendido su puesto como cónsul en San Francisco para venir a promover tanto su libro como el negocio que organiza Poder Cívico, su “organización sin fines de lucro, apartidista y democrática”.

Todo lo anterior pareció cobrar aún más sentido para mí cuando leí uno de los tuits más recientes de Richard Dawkins, en el que llamó la atención sobre la reacción del público ante los argumentos de Deepak Chopra:

(Noten a los asistentes, quienes constantemente aplaudieron cosas que con ninguna POSIBILIDAD podían entender”).

Su acento está, por supuesto, en lo que él calificó como bullshit: las ideas de Chopra. Pero, ¿qué pasa si lo leemos de otra manera? ¿La gente realmente comprende lo que aplaude o sólo aplaude el entretenimiento? TED trabaja con una premisa alusiva a esto último: “An idea, when received by a prepared mind, can have extraordinary impact” (“Una idea, cuando es recibida por una mente preparada, puede tener un impacto extraordinario”).

La Ciudad de las Ideas será redituable intelectualmente cuando las ideas que promueve caigan en las mentes que las lleven a la realidad. Alain de Botton lo dijo: el mundo no se cambia escribiendo libros, sino haciendo cosas y, en Puebla, como consecuencia de la Ciudad de las Ideas, en los 362 días que median entre un festival y otro, no parece hacerse gran cosa.

Notas relacionadas:

La Ciudad de las Ideas, más cara que la Comisión de Ciencias y Tecnología (Mario Martell, diario Intolerancia)

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