Foto: Virginia Rodríguez, 1985; tomada del libro Rupestre

Josué Cantorán Viramontes

@josuedcv

“Veníamos de la represión del rock y la presentación de espectáculos que se derivó luego de Avándaro (…) el rock y la música pesada regresaron de los hoyos fonqui y volvieron a cobrar aliento”, recuerda el poeta Alejandro de la Garza en el texto con que abre Rupestre, el libro, mismo que documenta, con una serie de estampas y entrevistas, la historia del movimiento de rock urbano que surgió en México hace 30 años.

El pasado jueves, el coordinador de la publicación, Jorge Pantoja, estuvo en Puebla acompañado de los músicos Rafael Catana y Carlos Arellano, así como del periodista Óscar López, para hacer la presentación del mismo en la Casa del Escritor, esto durante una transmisión abierta al público del programa de radio que conduce el escritor Ricardo Cartas.

El libro, cuya distribución es gratuita y puede descargarse desde su página web, cuenta con diversas entrevistas a algunos de los intérpretes más representativos del movimiento, como Roberto Ponce, Eblen Macari, Rafael Catana, Roberto González y Fausto Arellín.

De ese modo se puede reconstruir la historia del movimiento rupestre, desde sus orígenes a inicios de los 80 con los espectáculos que conjugaban música y poesía de Jaime López y Ricardo Castillo, o en las tocadas organizadas en el foro Tlalpan por Roberto González, Emilia Almazán, José Cruz y Cecilia Toussaint, hasta llegar a los talentos jóvenes que, con guitarra acústica en mano, siguen incursionando en esta forma singular de hacer canciones.

El viernes, además, a Catana y Arellano se sumó la cantante Nina Galindo para ofrecer un concierto en la sala Luis Cabrera de la Casa de la Cultura de Puebla, donde cada uno interpretó los temas más representativos de sus repertorios.

La poesía y el lirismo en los rupestres

Foto: @josuedcv

Durante la presentación del libro en Puebla, Ricardo Cartas destacó que “una de las características especiales del movimiento rupestre es su nivel de lirismo, que es un gran vacío en el rock nacional”.

Al respecto, Óscar López recordó que los iniciadores del movimiento rupestre estuvieron fuertemente influidos por la poesía de Bob Dylan, Charles Bukowski, así como de escritores mexicanos como Mario Santiago Papasquiaro, fundador del movimiento infrarrealista y amigo personal del propio Rafal Catana. “Hay una preocupación por la palabra escrita y cantada”, indicó López.

Al respecto, Catana expresó que la poesía debe ser el medio de reinvención en la música: “todos queremos ser Bukowski pero eso es imposible en un país donde no hay un seguro de desempleo que te pueda mantener la carrera de periodista literaria. Tienes que buscar tus propios medios y tu autogestión. Tienes que reinventarte, y a veces el diálogo te lo da la poesía”.

Algo similar opina el poblano Carlos Arellano, quien recordó que en las primeras épocas de la escena rockera en esta ciudad, las bandas sólo realizaban covers de canciones en inglés, pues el género del rock se ligaba estrechamente a esa lengua, aunque “lo curioso es que muchos de ellos no sabían hablar inglés”.

Esta idea debió cambiar en los 80, cuando aparecieron en la escena poblana grupos, como Tierra Baldía, que desterraron el mito de que español y rock eran incompatibles. Ya para los 90, “surge otro grupo de gente que empieza a hacer cosas cada vez mejores con el manejo del lenguaje (…)  y quien aparece en este asunto es el Nono Tarado, un personaje que todos deben de conocer”.

Al respecto, Óscar López lanza una propuesta: “así como hay un taller de poesía tendría que haber uno de canciones, claro, no hay que depender de las políticas gubernamentales, pero sí hay que vencer barreras e impulsar que en los institutos de cultura esta relación cambie”.

Pero “es un asunto de canon”, concluye Ricardo Cartas, “a la literatura le cuesta trabajo reconocer que una canción es literatura”. Y agrega, entre risas: “lo que podemos hacer ahora es que los poetas tomen clases de guitarra”.

Todos extrañan a Rockdrigo

Tomada de culturacolectiva.com

Pese a que falleció durante el terremoto de 1985, de todos los miembros del movimiento rupestre es quizá Rockdrigo González quien ha alcanzado un mayor alto grado de popularidad, y el libro Rupestre se muestra de que el resto de los miembros del colectivo siguen recordándolo.

“Encontrarme a Rockdrigo y formar parte del movimiento del rock rupestre es de lo más extraordinario que viví (…) Tuvimos problemas al final y nos distanciamos en los últimos tres meses de su vida. No importa. A 27 años de los sismos, aquel cariño sincero permanece todavía en mi memoria”, expresa Roberto Ponce en la entrevista publicada.

Por su parte Nina Galindo, quien a la fecha mantiene un par de temas de Rockdrigo en su repertorio, recuerda: “nadie se atrevía a decirme que Rockdrigo ya no estaba vivo. La que me dijo fue mi mamá. Para mí fue algo muy fuerte. Yo quise ir a donde lo iban a velar; fui a buscar su cuerpo, pero no di con nada y nadie me dijo nada. Fue espantoso”.

Pero la popularidad del autor de “Tiempo de híbridos” ha derivado, a decir de Rafael Catana, en que el resto de los integrantes del movimiento pierdan fuerza, lo cual fue cuestionado por el cantautor durante su intervención en la presentación:

“Hay que enterrarlo porque han pasado más de 25 años y la gente sigue pensando que el movimiento rupestre es Rockdrigo. ‘Ay, nuestro ídolo, cuánto lo queremos, cuánto extrañamos’. No, lo que extraño es que las canciones de Carlos Arellano tengan la difusión que merece. (…) Por supuesto que todos queremos a Rockdrigo, ¿pero y los cancioneros que están vivos?”.