Lado B
Por fin pudimos dormir a salvo por primera vez en 1 año: Abubaker Ali Osman
 
Por Lado B @ladobemx
23 de mayo, 2013
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Imagen: www.marcsilver.net

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Amnistía Internacional*

Abubaker Ali Osman, ingeniero somalí que vivió hasta hace poco en Libia, nunca imaginó que se convertiría en refugiado. Pero cuando la violencia estalló en ese país del norte de África a principios de 2011, se vio obligado a huir. Alquiló un automóvil y, con su esposa y sus seis hijos, viajó a Túnez, donde la familia vivió en un campo de refugiados durante un año.

La familia Osman vive ahora en Alemania, desde donde Abubaker habló con Amnistía Internacional sobre los desafíos a los que hacen frente las personas refugiadas.

Soy de Somalia pero me fui a vivir a Libia en 1985. Trabajaba como ingeniero y profesor en una universidad en el centro de Libia. Vivía allí con mi esposa y nuestros seis hijos, todos nacidos en Libia.

Trabajaba, tenía un empleo normal, vivía una vida normal. Todo iba bien hasta febrero de 2011, cuando estalló el levantamiento. La situación se volvió muy peligrosa. Vivía dentro del recinto universitario con mi familia pero los libios comenzaron a acusar a la gente de Somalia y de otros países de ser mercenarios de Gadafi. Muchas personas perdieron la vida por culpa de estas falsas acusaciones aunque muchas eran como yo, trabajadores normales.

Vivía en el recinto de la facultad, que era seguro, pero el peligro estaba a mi alrededor. La amenaza estaba allí. También vivíamos muy cerca de instalaciones militares que la OTAN bombardeaba. Eso aterrorizaba a los niños y a todos nosotros.

Cuando la crisis se intensificó, comenzamos a oír ruido de balas cerca de nosotros, y además había escasez de alimentos y las masas comenzaron a acercarse. Tuve miedo por mis hijos y decidimos marcharnos en agosto de 2011.

Mis hijos mayores querían quedarse y comenzaron a preguntar: ¿Adónde iremos?”. Hice frente a la realidad de que soy de Somalia, con una realidad diferente, así que no había ningún lugar adonde ir.

Así que decidimos salir de allí. Llegar a la frontera con Túnez no era fácil. Habíamos oído hablar de que muchas personas habían tenido problemas en el camino y de que a algunas las habían matado. Pero no había alternativa.

Alquilamos un automóvil, guardamos algunas prendas de vestir y afortunadamente llegamos a salvo a la frontera Libia-Túnez.

Cuando llegamos a la frontera, las agencias de la ONU nos llevaron al campo de refugiados de Choucha. Vivimos allí durante casi un año.

La situación en el campo era muy difícil. Miles de personas habían llegado a Túnez desde Libia. Más de 3.000 personas residían en el campo de refugiados de Choucha. No tenían otro lugar adonde ir.

La ONU nos dio tres tiendas de campaña para vivir porque éramos una familia numerosa. Teníamos comida. En el campo de refugiados a veces había problemas entre la gente. La organización era un problema y a veces había peleas. También había muchos problemas cuando venían las tormentas de arena. Había también enfrentamientos entre los tunecinos de la zona y los refugiados.

Para mis hijos todo fue muy difícil. Nunca habían visto nada igual. Querían regresar pero les expliqué que era demasiado peligroso. Al cabo de dos meses se adaptaron.

Dos meses después de nuestra llegada, comencé a trabajar como traductor voluntario en el campo y también lo hizo uno de mis hijos. No puedo expresar con palabras lo difícil que era la situación para todo el mundo.

Mientras estábamos en el campo de refugiados, el ACNUR [la agencia de la ONU para los refugiados] UNHCR comenzó a realizar algunas entrevistas. Muchos países se ofreciero para acoger a refugiados aunque lamentablemente el Reino Unido y Francia, que eran los países que encabezaban los bombardeos de la OTAN, no acogieron a casi nadie. Por suerte mi expediente fue aceptado por el gobierno de Alemania.

Fue un proceso largo y algunas personas siguen allí esperando, pero afortunadamente nuestro expediente fue tramitado con rapidez. Tuvimos suerte. Es difícil explicar lo maravilloso que fue estar en esa terrible situación y recibir esa noticia.

El 2 de septiembre de 2012 nos dijeron que viajábamos a Alemania al día siguiente. Esa noche no dormimos. Cuando llegamos a Alemania aterrizamos en Hanóver. Por fin pudimos dormir a salvo por primera vez en un año. Ahora estamos en Berlín. Mis hijos van a la escuela y mi esposa y yo estamos aprendiendo alemán.

*Este artículo fue publicado en Amnistía Internacional y forma parte de una serie especial sobre “Personas en movimiento” que pone de manifiesto las violaciones de derechos humanos que sufren las personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo en todo el mundo. Estos perfiles se publican en torno a la presentación del Informe 2013 de Amnistía Internacional.

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