Lado B
"Corría el olor a sangre y ya no pude levantarme"
En su sueño por llegar a tierras estadunidenses Pedro Aguilar dejó su pierna izquierda, cercenada por "La Bestia"
Por Lado B @ladobemx
20 de mayo, 2013
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Once días habían transcurrido desde que Pedro inició el viaje que tanto anhelaba hacia Estados Unidos. Once días les bastaron a sus cinco compañeros para entregarse finalmente al  INM para ser deportados. Fueron sólo once días para que Pedro llegara a un lugar llamado Apizaco, en el que se truncaría su viaje hacía el vecino país del norte y que le cambiaría la vida: “me esperé ahí, dormí en un barril, en una casa ahí afuera. Dormí tranquilo”, recuerda

Imagen: http://www.texasobserver.org

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Xavier Rosas

@wachangel

–Mis amigos dijeron que se iban a entregar a Migración. Yo dije: voy a seguir adelante, a ver cómo me va –Pedro Aguilar calla y entonces observa el muñón de su pierna izquierda mutilada.

Con veintitrés años a cuestas, Pedro, oriundo de Yoro, uno de los dieciocho Departamentos de la República de Honduras, forma parte  de los miles de rostros de los llamados Invisibles que han intentado atravesar México subidos en el lomo de “La Bestia”, en la conocida ruta migratoria que desde el sexenio anterior y lo que va de este, ha dejado más de 70 mil inmigrantes centro y sudamericanos desaparecidos, así como cifras inciertas del número de indocumentados asesinados a manos del crimen organizado y de lesionados por el riesgo que representa viajar sobre el tren.

A pesar que las autoridades han  dado a conocer que se están implementando operativos para salvaguardar la integridad de los grupos de migrantes, la realidad parece ser otra, pues lejos de disminuir los casos de violencia en la ruta migratoria “ésta ha aumentado”, señaló en entrevista para Lado B un integrante de la organización Nosotras Somos tu Voz.

El caso más reciente ocurrió a inicios de este mes en el tramo de Canticas, en el kilómetro 25 del municipio de Cosoleacaque, Veracruz, cuando más de 300 migrantes fueron atacados por el crimen organizado tras su negativa a ser extorsionados; sin embargo, casos como este se registran a lo largo de la ruta migratoria, desde Tabasco hasta Nuevo Laredo, por organizaciones de la sociedad civil encargados de la defensa de estos grupos.

A decir del integrante de Nosotras Somos tu Voz, al gobierno “no le importa las personas migrantes” y las acciones emprendidas para la defensa de los derechos humanos ha quedado en “demagogia, en el discurso”; sin embargo, consideró preocupante que las autoridades encargadas aborden  el tema migratorio “como un tema de seguridad nacional”.

Desde el nombramiento del nuevo titular del Instituto Nacional de Migración (INM), Ardelio Vargas Fosado, la mejora en la calidad de vida durante el paso de los inmigrates centro y sudamericanos ha quedado sólo en el discurso. «Ciertamente genera repudio y en el mejor de los casos escepticismo en torno a si existe una política clara referente al tema de la migración en México. Ardelio Vargas no es un experto en el diseño de políticas públicas, no es alguien que pueda, por ejemplo, generar una propuesta ni generar consensos para el conjunto de los organismos no gubernamentales que se han abocado a la defensa de los Derechos Humanos de los inmigrantes, ni con el sector académico tampoco», señaló en entrevista el antropólogo de la BUAP, Gustavo López.

Cabe señalar que en el mes de marzo Cruz Roja Internacional dio a conocer que reforzaría sus labores humanitarias para atender a los migrantes  en su cruce por México. El director del Comité Internacional del organismo, Yves Daccord, durante una visita al municipio de Tierra Blanca, Veracruz, señaló: «sabemos que los migrantes están bajo una gran presión ejercida por las pandillas y el narcotráfico y es difícil ver los problemas de la migración sin ver los problemas globales del narcotráfico, estoy consciente de ello».

El American Dream

«Usted ya está criado, ya está grande. No sé cuáles son sus intenciones de usted. Ahí usted mire si se va o si se queda. Aquí está usted bien en casa», fueron las últimas palabras que Pedro escuchó de su madre antes de partir.

El 5 de mayo de 2012 Pedro Aguilar dejó la casa paterna e inició su travesía desde el departamento de Yoro, en Honduras, con una sola idea en mente: llegar a los  Estados Unidos. Desde que era menor de edad vivir en suelo estadunidenses fue una de sus ideas fijas.

–Como unos siete años antes, desde que estaba chiquillo, era mi ilusión estar en Estados Unidos. Incluso me salí de sexto grado para irme, dejar mis estudios abandonados, pero ahí me estuvieron aconsejando mi mamá y mis hermanos, me decían: «nosotros aquí te vamos a ayudar para que estudies». Ellos me hicieron terminar los 9 grados, pero vi que las cosas no salían de acuerdo y tuve que viajar.

A pesar que sólo le faltaba un año para terminar su preparatoria en el Instituto Santa Cruz del Oro en su ciudad natal, Pedro decidió que no esperaría más, que era momento de emprender el viaje que tanto había anhelado. Habían pasado ya dos años desde su último intento de emigrar hacia Estados Unidos y finalmente iniciaría el viaje que marcaría su vida 11 días después.

Junto con cinco compañeros de la preparatoria, su mochila lista para el viaje y dos mil 500 lempiras (alrededor de mil 200 pesos mexicanos) que había ahorrado, Pedro abandonó su casa, sus estudios, su familia y su seguridad.

Foto: Leonardo Herrera.

Foto: Leonardo Herrera

En balsa por El Naranjo

De Yoro viajaron en autobús a San Pedro Sula, frontera entre Honduras y Guatemala. De ahí continuarían su viaje hacia Tecún Umán, frontera con México. Para ese momento el presupuesto de Pedro ya había disminuido a sólo 200 lempiras.

Él y sus compañeros atravesaron la frontera mexicana en balsa por El Naranjo el día 7 de mayo. A partir de ese momento el único medio de transporte a utilizar será La Bestia, la ruta del ferrocarril en el que se estima que viajan alrededor de mil migrantes al día subidos en las tolvas de los vagones.

“Cuando uno toma la decisión de venirse, sabe los riesgos que se puede encontrar en el camino: que el tren te puede matar, te puede cortar, que el crimen organizado o las bandas delincuenciales, los Zetas; pues uno allá en Centroamérica sabe que lo que más peligro hay son los Zetas, que si te agarran te torturan y luego te matan. Allá cuando uno va a salir para el territorio mexicano, es eso lo que uno trae en mente: no caer en manos de los Zetas”, comenta Pedro.

Conociendo México sobre las tolvas

Ese mismo 7 de mayo Pedro y sus compañeros llegaron a Tenosique, Tabasco. Encontraron refugio en el Albergue La 72 que dirige Fray Tomás González. Cuatro días tuvieron que esperar para tomar el tren que los llevaría a Palenque, Chiapas, en donde sólo estuvieron unas cuantas horas.

“De ahí agarramos el tren para Veracruz. La verdad llegamos a Veracruz tranquilos y ahí esperamos como unas tres horas para que saliera el tren para Tierra Blanca”.

Pasaron el primer día refugiándose en las cercanías de las vías: “gracias a Dios, al agua del cielo, me pude bañar en la gotera de una casa y viendo como destiñe lo sucio. Esa me tocó en Tierra Blanca y es bien padre ver como el agua lo recorre a uno”, recuerda.

Al siguiente día “estuvimos en la Casa del Migrante: nos bañamos, comimos, nos relajamos, incluso hasta echamos un sueñito porque veníamos bien cansados”, recuerda.

Pedro y sus compañeros hasta ese momento no habían tenido ningún encuentro con bandas del crimen organizado o con autoridades mexicanas, sin embargo el poco dinero con el que iniciaron el viaje ya se había terminado, razón por la cual en la siguiente escala, en Orizaba, sus compañeros le dijeron por vez primera que se iban a entregar a Migración.

De Orizaba Pedro recuerda la imagen de un volcán (el Pico de Orizaba), así como “un frío tremendo que hasta tronaba los dientes”. Aquel grupo de inmigrantes del Yoro pasaría una noche refugiándose en las cercanías de los vagones, escondiéndose ya fuera de Los Zetas o de la policía y tratando de resguardarse de la lluvia de aquella noche. Aquel frío lo recuerda bien Pedro, ya que algunos de sus compañeros sólo cargaban con bermuda y camiseta, y los más afortunados tenían sólo una sudadera para soportar las inclemencias del tiempo.

A la mañana siguiente Pedro tomó el tren. Sus compañeros habían tomado la decisión de ser deportados, de regresar a Honduras; sin embargo, él sólo tenía en mente llegar a Estados Unidos: “Me separé de ellos porque ellos ya no querían seguir, ya se querían regresar, y pues me dijeron ‘te va a tocar irte’; entonces yo me despedí de ellos y ya tomé el tren para Orizaba. Yo dije –voy a seguir adelante, a ver cómo me va—“, recuerda.

Pedro llegó solo a Orizaba, sin embargo, a las tres horas de estar consiguiendo dinero, agua y comida para seguir su viaje, otro tren procedente de Orizaba arribó. Para su  sorpresa sus cinco compañeros habían decidido alcanzarlo.

“A lo mejor les pegó gana de seguirme y me fueron a encontrar allá en otro tren, y casi no me encuentran porque pasó otro tren y casi lo llego a tomar, pero iba a mucha velocidad y yo no quise. No lo tomé porque a un muchacho lo agarró el tren, lo deshizo, y en la escalera donde iba a tomarlo él tenía los pies en la escalera y a mi no me dio tempo de poner las manos en la escalera. Empezamos a juntarnos en bulto. Esperamos ahí y nos montamos los cinco en el tren que iba para Lecherías, y no sabemos por qué se paró en Apizaco, pero por desgracia se paró. Ahí mis amigos y yo nos bajamos en la madrugada, como a las tres de la mañana”.

Once días…

Once días habían transcurrido desde que Pedro había iniciado el viaje que tanto anhelaba hacia Estados Unidos. Once días les bastaron a sus cinco compañeros para entregarse finalmente al INM para ser deportados. Fueron sólo once días para que Pedro llegara a un lugar llamado Apizaco, en el que se truncaría su viaje hacía el vecino país del norte y que le cambiaría la vida: “me esperé ahí, dormí en un barril, en una casa ahí afuera. Dormí tranquilo”, recuerda.

Fue la noche del 16 de mayo de 2012 cuando “el tren de las 12 (0:00 horas) fue el que dejó marcada mi vida, pues intenté tomarlo y la presión que traía el tren me tiró, y pocos segundos después sentí un rozón en mi pierna y en mi pie”, relata .

“No creía yo que estaba cortado, porque la verdad no se siente cuando el tren lo corta a uno. Entonces intenté volver a agarrar el tren y ya no pude. Aún no me había dado cuenta que estaba cortado mi pie. Voltee a ver en lo obscuro y me puse la mano en la pierna, y ya me toqué y encontré sangre. Corría el olor a sangre y ya no pude levantarme, entré como en pánico y sólo dije -¡Papá Dios, fue tu voluntad. Padre, dame fuerzas!—“.

Tres llamados de auxilio hizo Pedro, tres gritos que fueron escuchados por “unos chamacos y ellos me auxiliaron”. Recuerda que fue una joven como de 22 años y otro como de 24 quienes llamaron a la ambulancia de la Cruz Roja para que lo atendieran.

“Me llevaron para el Hospital de Apizaco y pocos minutos después pues ya estaba la cirugía echa por los doctores de ese hospital”.

Foto: Leo Herrera.

Foto: Leonardo Herrera

Un anhelo que sigue en pie

Más de un año ha pasado desde que Pedro sufrió la mutilación de su pierna izquierda, sin embargo aún mantiene su mirada fija en los Estados Unidos: “de hecho sí, pero sería legal, porque por vía ilegal es más costo y por la manera en que estoy yo es un factor bien arriesgoso, tienden más a morir porque es caminar mucho por el desierto y con la prótesis no va, no estoy de acuerdo”, señala.

Pedro reconoce que intentar nuevamente tomar La Bestia o caminar la frontera norte de México para pasar por el desierto, ahora quedan fuera de sus posibilidades.

“Mejor quiero intentarle aquí en México a ver cómo me va la suerte, y echarle todas las ganas porque la vida no termina aquí. Soy más un ejemplo para la sociedad para tener la fuerzas que tiene uno y la actitud de vivir y de hacer las cosas bien. Es un ejemplo para otras personas que están buenas, que a veces cuando uno está bueno es como más ‘flojón’, y ya pues así uno como que trabaja más, ya el esfuerzo va como al 110% “, asegura.

Sin embargo, su anhelo de llegar a Estados Unidos recientemente se hizo realidad con una visa temporal que le fue concedida para acompañar la “Caravana Abriendo Puertas a la Esperanza”, que tiene como fin visibilizar la violencia, la colusión de las autoridades mexicanas con el crimen organizado y la necesidad de construir mecanismos más humanos para que los miles de inmigrantes centro y sudamericanos realicen un viaje “digno” en su tránsito por México.

Al respecto, el defensor de derechos humanos y miembro de Movimiento Migrante Mesoamericano, Rubén Figueroa, entrevistado por Lado B, consideró que en México no somos recíprocos con el trato que reciben los inmigrantes centro y sudamericanos cuando transitan por el país.

“Tú como ciudadano mexicano sólo con tu pasaporte puedes entrar a Centroamérica y estar allá, y es respetado tu derecho a libre tránsito. No somos recíprocos en eso porque nosotros somos prácticamente hipócritas en ese sentido, porque no estamos dándole la misma importancia a ellos como el pueblo centroamericano nos la da”, aseveró.

Y agregó: “es urgente que le entremos más personas a defender a los hermanos centroamericanos, que demos más tiempo, que nos vayamos formando; prácticamente que nos vayamos organizando. Desafortunadamente hay una indiferencia de parte de la sociedad también, que no está siendo justa, que no está viendo la situación que enfrentan los inmigrantes a pesar que nosotros vivimos esa realidad: la pobreza, la persecución, la inseguridad que viven los centroamericanos y que nosotros la vivimos acá, y parece ser que nosotros la negamos porque estamos volteando la cara para otro lado y no vemos el sufrimiento de estas personas. Es negar la realidad que vivimos”.

“Vida de perro”

“La verdad uno como mojado sí sufre mucho. Uno mira como si fuera la vida del perro, sí se sufre”, comenta Pedro mientras escucha una bachata de Zacarías Ferreira que suena en la computadora.

El oriundo del departamento de Yoro, Honduras, acostumbraba salir a los bailes antes de emigrar hacia Estados Unidos. La bachata y el futbol son sus pasiones, y hoy en día cuando escucha aquel sonido acompasado que le recuerda su país, suele cerrar los ojos mientras su cuerpo toma el ritmo.

“Hay personas que tienen conciencia con los mojados. A veces te toca pedir para comer, a veces llevas tres días sin comer y andas a pura agua. De hecho es complicado conseguir el agua y todo lo que necesitas”, recuerda.

Y añade: “a veces el tren para y no llevas agua y sólo hay pilas de las vacas donde babosean las vacas todo, y no sabes qué insectos, qué roedores, qué animales  han estado ahí en la pila y te toca beber de esa agua porque es paso de vivir. A veces te tomas un trago de agua y te puede hacer daño o te puedes morir, ya que no sabes qué bichos, qué bacterias puede tener”.

Pedro sabe que también el clima es uno de los riesgos que tuvo que enfrentar al hacer su viaje: “a veces lo helado del clima te mata, ya que recibes el calor de todo el día, todos los días sol y por las noches se viene un aguacero, y con el calor de todo el día pues te enfermas, te vuelves resfriado y es bastante duro y hay que lidiar con tus compañeros, ya que si tu compañero se te descompone, se quiebra, y tú estás ahí ayudándole. A veces uno desde allá viene preparado con pastillas por algo que te toque en el camino”.

También sabe que las paradas del tren significan para miles de inmigrantes centro y sudamericanos esperanza para continuar su viaje: “a veces para unos minutos, en esos minutos uno tiene que acaparar agua y comida. Vas a pedir agua a las casas o a comprar tu comida a las tiendas, y cuando no llevas dinero debes ir a pedir. En esos minutos tienes que hacer muchas cosas, tienes que ir a pedir agua, a comprar comida y si es posible, si te toca echarte un baño, también rapidito porque uno viene super ‘cuco’, es decir sucio”.

– ¿Cómo sabías qué tren debías tomar, alguien te iba orientando?

– No, pues uno siempre debe ver como actúa otro, así aprende uno viendo a los demás y poniéndose a wachear para ver cuáles son los vagones más idóneos y ahí nos íbamos.

No sabíamos ni qué tren había que tomar. De hecho si estás en la frontera pues ya sabes que cualquier tren va para el norte. Por ejemplo, si estás en Chiapas pues ese tren viene para Veracruz, entonces todo mundo ya sabe para dónde va ese tren.

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Autor Lado B
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