La reciente entrega de los premios Oscar a lo mejor de la cinematografía tuvo como una de las películas nominadas en varias categorías –y ganadora en algunas de ellas- a Los miserables, un film musical apegado al célebre y muy exitoso montaje teatral que duró muchos años en cartelera en Londres, Broadway y otras capitales importantes del mundo y tuvo también una temporada exitosa en su versión mexicana.
No es esta columna un espacio que se ocupe de la crítica cinematográfica o teatral, por lo que no vamos a hacer aquí una reseña de la película y mucho menos una crítica de sus elementos técnicos y artísticos. Sin embargo el éxito reciente de esta nueva versión cinematográfica –que recomiendo ampliamente por su calidad artística- resulta un buen pretexto para reflexionar sobre los elementos que esta gran obra de la literatura universal, publicada originalmente por Víctor Hugo en 1862, nos aporta para pensar y vivir la educación moral.
Como toda buena obra literaria, esta novela nos presenta elementos de la condición humana que nos sirven para mirarnos y comprender los dilemas de la existencia y la búsqueda de la felicidad a la que todos aspiramos en nuestras vidas.
Mucho más efectiva que los libros de intención moralizante y las obras que pretenden enseñar valores y que muchas veces quedan en lo que Edgar Morin llama la moralina sin tocar la complejidad de la búsqueda del bien humano, esta novela nos plantea elementos fundamentales que pueden servirnos para nutrir y orientar nuestra cotidiana labor por ser mejores seres humanos en lo individual y lo social.
1.-Robar un pan: justicia y ajusticiamiento. La obra inicia describiendo las penurias del personaje protagónico en la cárcel, tratado prácticamente como esclavo durante diecinueve años por el “grave” delito de robar un pedazo de pan para salvar del hambre a un sobrino pequeño, en el contexto de crisis y pobreza de la Francia de fines de la década de los veinte e inicio de los treinta del siglo XIX.
Una sociedad que más que hacer justicia procura el ajusticiamiento de los pobres de la tierra, una sociedad que se ensaña con quienes roban por hambre pero tolera muchas veces a quienes cometen delitos graves pero tienen dinero, poder o relaciones. Una sociedad desigual, muy parecida a la que seguimos viviendo y siguen padeciendo los mismos de siempre. Una sociedad desmoralizada que hay que transformar.
2.-El cambio en el corazón a partir de la confianza y la comprensión del otro. Valjean sale de la cárcel en libertad condicional. Tiene que portar de por vida un documento que lo acredita como peligroso. Ese es un pase directo a la exclusión social, a la imposibilidad de regenerarse porque con esa marca no podrá tener trabajo ni ganarse la vida honradamente. En esas condiciones recibe un espacio donde pasar la noche y comer y beber para reponer energía. Se la brinda un sacerdote, un obispo que será traicionado por él al robarle parte de la poca platería que tiene en su casa que es austera y humilde. Sin embargo, a pesar de esta respuesta malagradecida el obispo perdona a Valjean y le regala incluso más de lo que él había robado. Este acto de confianza y perdón mueve en lo más profundo el corazón del ex convicto y le hace jurar que desde ese momento será otra persona y se ganará la vida honradamente, para corresponder a la apuesta que el religioso ha hecho por él.
3.-Javert y la vida moral apegada a la ley. La contraparte de Valjean es su perseguidor eterno. Un policía fiel a su deber que vive guiado estrictamente por la ley y obsesionado por su cumplimiento, convencido de que la ley es el criterio último del bien y que ese respeto ciego a lo establecido es el medio para aspirar a una vida personal y a una convivencia social que puedan llamarse humanas. Sin embargo su inflexible apego a las normas lo hace un ser sin compasión, despiadado en su actuación y violento con los que le rodean, especialmente con los miserables a quienes considera delincuentes por naturaleza.
4.- Valjean y la vida guiada por el amor. Por el contrario, Valjean vive guiado por la compasión y el amor, por una compasión y un amor no solamente por la hija que adoptó como promesa a una mujer excluida y pobre sino por toda la humanidad que le rodea, incluyendo a esos miserables de la tierra de los que formó parte, con los que sufrió en carne propia la injusticia y la discriminación, con los que va a luchar en una noche de rebeldía contra el poder que los mantiene en la pobreza y el hambre.
5.- Más allá del bien y el mal: los claroscuros de lo humano. Esta es una lección fundamental del planteamiento de Los miserables, que aún hoy necesitaríamos tomar muy en serio en nuestro comportamiento moral. Porque Víctor Hugo no nos plantea una historia de buenos y malos, de héroes sin defectos y villanos desalmados sino un retrato de la condición humana, frágil y contradictoria, marcada por dilemas, conflictos e incertidumbre. Valjean es frágil y ha cometido errores que lo hacen ser humilde y conciente de sus limitaciones. Javert es cruel en su actuar e inflexible en sus criterios pero no por una maldad deliberada sino por una convicción que lo lleva a no ver más allá del cumplimiento de su deber y de la aplicación de la ley. Todos los personajes están inmersos en ese mundo real, donde no hay blanco y negro sino claroscuros, un mundo humano como el que todos vivimos.
6.-Los miserables y la barricada. Una noche y una barricada, un momento de explosión de los que nada tienen que perder porque lo han perdido todo menos la esperanza de que el mundo sea distinto. Una barricada en la que hay también jóvenes que tienen otra vida, una vida asegurada en esa sociedad injusta de ganadores y perdedores pero que son sensibles al dolor de la mayoría y son capaces de abandonar su comodidad para luchar por otro mundo posible, deseable, soñado. Una barricada donde estos jóvenes entregan su vida junto con los miserables de la tierra, junto con niños y mujeres, junto con hombres que se atrincheraron para protegerse de la muerte, para defenderse de la muerte, para tratar de esquivar la muerte, para, finalmente, esperar la muerte que de cualquier forma estaban viviendo día a día. Una barricada donde se entrega la vida con la esperanza de generar nueva vida para otros.
7.-El canto a los oprimidos de la tierra. ¿Puedes oír a la gente cantar? Cantar la canción de los hombres indignados por la injusticia y la falta de oportunidades para vivir humanamente. ¿Puedes oír a la gente cantar? Cantar la canción de la gente que cree en las posibilidades de vivir todos como humanos, en la viabilidad de un mundo nuevo donde la justicia sustituya al ajusticiamiento, donde el amor se establezca como criterio central para vivir humanamente, donde el amor guíe el deber para que el deber no excluya la posibilidad de amar y de conmoverse con los que sufren. ¿Puedes oír a la gente cantar? A la gente que cree que el mañana vendrá, que otro mañana vendrá. Ese es finalmente el objetivo de la educación moral: formar gente que crea que otro mañana vendrá y sea capaz de entregar la vida por ese mañana, formar gente que sume su voz a este canto con el que claman al cielo los miserables de la tierra.
*Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Ha hecho dos estancias postdoctorales como Lonergan Fellow en el Lonergan Institute de Boston College (1997-1998 y 2006-2007) y publicado dieciocho libros, cuarenta artículos y siete capítulos de libros. Actualmente es académico de tiempo completo en el doctorado en Pedagogía de la UPAEP. Fue coordinador del doctorado interinstitucional en Educación en la UIA Puebla (2007-2012) donde trabajó como académico de tiempo completo de 1988 a 2012 y sigue participando como tutor en el doctorado interinstitucional en Educación. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 1), del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores que actualmente preside (2011-2014), de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación y de la International Network of Philosophers of Education. Trabaja en las líneas de filosofía humanista y Educación, Ética profesional y “Sujetos y procesos educativos”.
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