Lado B
¡Corre cabrón. Si paras te trueno cabrón!, escuchó Juan*
Dos historias de robo con violencia de la capital poblana
Por Lado B @ladobemx
05 de febrero, 2013
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  • Juan* y Martín* recuerdan los asaltos que sufrieron el año pasado, en los que aunado a quedar sin posesiones materiales, perdieron la seguridad de caminar por las calles de su ciudad
Imagen: Internet.

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Xavier Rosas

@wachangel

“¡Corre cabrón!, ¡corre para allá y no pares porque si paras te trueno cabrón!”, escuchó Juan* al momento de incorporarse del suelo, luego que dos sujetos lo asaltaran al salir de su trabajo.

Juan, oriundo de Puebla, estudiante de maestría de una universidad privada ubicada en las cercanías de la Plaza Comercial Angelópolis, recuerda el asalto a mano armada que sufrió hace tres meses en la capital del estado, a tan sólo unos pasos de su lugar de trabajo.

“Uno empieza a hacer sus conclusiones. Por un lado se dice una cosa en los medios de comunicación o también por parte de los representantes o funcionarios públicos, pero la verdad es otra. Empiezas a platicar de lo que pasó y de repente salen diez conocidos a los que también hace poco los asaltaron”, comenta.

La historia de Juan forma parte de un escenario que tanto en la capital, como en todo el estado, reflejan las cifras de incidencia delictiva que dio a conocer el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) a finales de 2012, que señalaban que el robo con violencia tuvo un repunte importante de 56.5 por ciento, mientras que el robo común se incrementó en 13 por ciento.

Tan sólo en septiembre del año pasado, Eduardo Vázquez Rossainz, director del Centro de Emergencia y Respuesta Inmediata (CERI), aseguró que, en términos per cápita, es decir el número de delitos por habitante, la incidencia delictiva que se registró en 2011 era prácticamente la misma que se registraba hace 50 años, lo que había cambiado era la violencia con que se cometían los ilícitos, es decir, mayor grado de violencia en su comisión.

Estas cifras contrastan con las aportadas en 2011 por el Observatorio Ciudadano en el Comparativo de robo común de la SESNSP y SSPYTM en el “Análisis de Incidencia Delictiva”, en el que destaca que el 51.96 por ciento de los 35 mil 733 delitos cometidos en todo el estado en ese año, sucedieron en la capital poblana.

Martín*, músico e integrante de una banda de rock para niños, también recuerda el asalto que sufrió a mediados de diciembre de 2012. Su historia, que sucedió al interior de una ruta Rápidos de San Antonio, tiene una peculiaridad: “el asaltante me prestó 10 pesotes para poder continuar con mi recorrido”, recuerda.

Imagen: Google.

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Un “Buen Fin” no tan bueno…

La noche del viernes 16 de noviembre de 2012, en el fin de semana en que se llevaría a cabo “El Buen Fin”, Juan salió de una reunión de trabajo alrededor de las 8 de la noche.  Se dirigió a su vehículo que estaba estacionado en una de las calles que se hallan en los alrededores de la conocida como “la placita de los bancos”, que se encuentra frente a la Iglesia de Las Ánimas, en la Colonia El Vergel.

“Voy saliendo de la oficina, venía con la mochila, papeles en mano, también traía el teléfono en la mano, venía hablando por teléfono, y me estaba dirigiendo a mi automóvil. Cuando estaba abriendo el coche, de reojo vi que venían dos personas y que empezaban a caminar más rápido. Entonces obviamente llegó un punto en el que pensé ‘aquí va a pasar algo’”, recuerda Juan.

Ante aquel presentimiento, Juan intentó subir lo más rápido posible a su coche, sin embargo, uno de los sujetos lo tomó por el brazo para momentos después torcérselo y empujarlo contra la puerta de su vehículo, al tiempo de quitarle el celular de la mano: “otro más desde atrás me encañona con una pistola. Primero sentí algo por la espalda, no sabía que era una pistola”, recuerda.

-Abre el coche-, me dijo.

-¡Pérame!- le contesté.

-¡Qué abras el coche cabrón!-

Juan abrió su coche y uno de los sujetos sacó la mochila que él había aventado momentos antes de ser acorralado. Momentos después, le quitaron las llaves de su coche y los dos sujetos lo llevaron para el frente de su vehículo, para después  aventarlo al suelo, dejándolo del lado de la acera, donde nadie podría percatarse que lo estaban asaltando.

-Hablas y aquí te trueno-, me dijo uno de ellos.

“Ahí fue cuando me di cuenta que tenía una pistola. Ahí fue cuando empecé a entender de qué se trataba el asunto, cómo está,  y te empiezas a preocupar absolutamente de todo”, recuerda.

-¿Qué chinagos más traes?, ¡dame tu cartera!, me dijo.

Les dí la cartera.

-¡Dame tu celular!-, me dijo.

-Ya lo tienes- le dije.

-Ah, entonces voltéate ¡qué la chingada!-, me dijo.

Los dos sujetos voltearon boca arriba a Juan y lo empezaron a registrar. De las bolsas de su pantalón le quitaron el dinero que traía, así como otro teléfono celular.

“Ya en el suelo me votaron las llaves del coche en la cara. De pronto sentí un poco de alivio, pensé ‘al menos el coche no se lo van a llevar’. Pero me dijeron:

-¡Corre cabrón!, ¡corre para allá y no pares porque si paras te trueno cabrón!-

En esos momentos Juan estaba en shock, no lograba reaccionar por lo que no pudo  levantarse rápidamente como le exigían los dos sujetos, quienes al percatarse que él no respondía, lo terminaron levantando a jalones.

-¡Que corras cabrón!-, me dijeron mientras uno de ellos cortó cartucho de la pistola, y ya ahí fue cuando me eché a correr.  Yo pensé que había pasado mucho tiempo y la verdad no, o sea, todo pasó en menos de 5 minutos.

“Me pareció totalmente sorprendente que no me quitaran el coche; yo todavía no me lo explico porque tenían mis llaves en su poder y bien pudieron haberme dejado ahí votado y llevárselo”, comenta.

“El diablo hoy anda suelto”

“Salí corriendo rumbo al Circuito Interior y ahí tuve la suerte, bueno ni tanta suerte porque ya no pudimos hacer nada, de encontrarme una patrulla”, relata.

-Deje aviso al trabajo porque afuera hay policía auxiliar y dar el aviso para que estén pendientes-, les dije a los policías.

Luego de pasar a la oficina, Juan volvió a subirse a la patrulla de la policía municipal, con el objetivo de revisar si los dos sujetos habían votado alguna de sus pertenencias  por la zona, o si aún se encontraban cerca para atraparlos.

“Justo cuando estaba en la patrulla, dos llamados más de dos asaltos por la zona. Una de las primeras cosas que me dijo uno de los oficiales fue: -No joven, es que el diablo hoy anda suelto-. Luego de eso ya qué te esperas, ya sólo te medio ríes “, recuerda.

El botín de los asaltantes: la mochila de Juan, su laptop, un iPod, tres USB, un cargador solar para celular que  le acababan de regalar, así como papeles y documentos del trabajo, su cartera con todas las credenciales, tarjetas y algo de efectivo que esa noche traía, y dos teléfonos celulares.

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Imagen: Internet.

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“Mucho pinche santo y ninguno me cuidó”

“Hoy me uno a los ciudadanos con miedo”, escribió en su cuenta de Facebook, Martín*, quien el pasado 16 de diciembre fue asaltado a las 4 de la tarde al interior de un microbús de la ruta Rápidos de San Antonio, a la altura del Wal-Mart San Manuel: “mucho pinche santo y ninguno me cuidó. Hijos de su santa madre”.

Luego de abordar el microbús, Martín se sentó en uno de los asientos ubicados al término del vehículo, del lado de la ventanilla. En ese momento uno de los ocupantes del asiento posterior en el que viajaba, se sentó a su lado para preguntarle si la ruta del camión lo llevaba a la CAPU: “acto seguido me mostró que cargaba una pistola en la mochila, la cual tenía pinta de ser real y no me interesó averiguar lo contrario”, recuerda.

Martín relata que aquel sujeto fue quitándole sus pertenencias poco a poco, mientras platicaba con él para que pareciera que se trataba de un conocido: “supuestamente para mantenerme incomunicado, con la promesa de que me las devolvería después de salir de la unidad. Obvio, desde un inicio no lo creí y le dije que no había problema, que se quedara mis cosas, con el objetivo de que notara que estaba yo consciente de que estaba siendo asaltado y que no iban a devolverme mis pertenencias. Esto para que me permitiera conservar el chip de mi celular, fotos y tarjetas. Y por fortuna así fue. Además, el asaltante me prestó 10 pesotes para poder continuar con mi recorrido”, relata.

Tras haberle entregado todas sus pertenencias –audífonos, teléfono, cartera y iPod-, aquel sujeto le dio indicaciones para que descendiera de la unidad unas calles adelante que éste y su compañero abandonaran la unidad Rápidos de San Antonio.

“Cabe decir que no hice denuncia alguna, ni recurrí a las autoridades, pues son ‘pan con lo mismo’. Tuve la oportunidad, pues uno de los asaltantes subió, calles antes de que yo lo hiciera, al autobús que abordé después haber sido asaltado y obviamente tuve que salir de éste inmediatamente”.

“Estamos en una ciudad que es como un pueblito donde todos se conocen, sin ley y sin sistema de justicia eficiente. Neta, hoy tengo miedo de mi ciudad”, comenta Martín.

*Los nombres de los entrevistados fueron cambiados por sugerencia y seguridad de los mismos.

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Autor Lado B
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