Lado B
¿Internet permite comprender la información?
En México, 5 de cada 10 personas hablan por celular, ven televisión o escuchan música mientras usan Internet
Por Lado B @ladobemx
04 de septiembre, 2012
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  • La comodidad para encontrar información, así como la apertura de múltiples ventanas en el escritorio, constituyen actualmente los procesos por los que atraviezan los usuarios mientras leen
  • En México, 5 de cada 10 personas hablan por celular, ven televisión o escuchan música mientras usan Internet, revela el Estudio de Consumo de Medios Digitales

Imagen: http://laprimeraplana.com.mx

Xavier Rosas

@wachangel

Utilidad e inmediatez, palabras que actualmente han adquirido un sentido relevante en el uso de la tecnología digital y que también desarrollan procesos cognitivos determinados que, independientemente de su empleo, podrían situarnos en una “comodidad” para la búsqueda de información. ¿Pero estarán los medios electrónicos aminorando nuestra capacidad de comprensión y razonamiento de la información que encontramos?

El escritor estadounidense Nicholas Carr’s, creador de “The Big Switch: Recableado el mundo” y “The Shallows: lo que está haciéndo Internet a nuestro cerebro”, aborda este tema en un artículo titulado “Google nos está haciendo estúpidos”, publicado en The Atlantic, en el que considera que: “he tenido la incómoda sensación de que alguien, o algo, ha estado jugueteando con mi cerebro, reasignación de los circuitos neuronales, reprogramando la memoria. Mi mente no va tan lejos que puedo decir que está cambiando. No estoy pensando en la forma en que solíamos pensar. Lo puedo sentir con más fuerza cuando estoy leyendo. Sumergirme en un libro o un artículo largo solía ser fácil”.

Google, Youtube, Yahoo, Wikipedia; la lista de navegadores en Internet de diferentes categorías es basto, y el uso de éstas se relaciona con la “utilidad y la inmediatez” que existe para encontrar la información.  El  “minuto a minuto” abre las posibilidades de encontrar un basto de “repetidoras” que abordan los temas de forma concisa, sin la investigación y la constatación de hechos que brinden un proceso de pensamiento mayormente profundo.

Nicholas Carr’s describe que: “un estudio recientemente publicado de los hábitos de investigación en línea, realizado por investigadores del University College de Londres, sugiere que bien podemos estar en medio de un cambio radical en la forma en que leemos y pensamos. Como parte del programa de investigación de cinco años, los estudiosos examinaron registros de computación que documentan el comportamiento de los visitantes a dos populares sitios de investigación, uno operado por la Biblioteca Británica y el otro por un consorcio educacional del Reino Unido, que brindan acceso a artículos de revistas, libros electrónicos , y otras fuentes de información escrita. Ellos encontraron que las personas que usan los sitios exhibían «una forma de actividad rozanada», saltando de una fuente a otra y rara vez regresaban a cualquier fuente que ya había visitado. Suelen leer no más de una o dos páginas de un artículo o libro antes de que se «rebote» a otro sitio”.

Lo cierto es que en México los usuarios de Internet suelen permanecer alrededor de  4 horas 9 minutos en línea, es decir 47 minutos más que en el estudio realizado en 2011 por la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI). Este estudios revela también que en ese mismo año el número de usuarios de Internet ascendía a más de 40 millones, los cuales encuentran en el envío y recepción de correo electrónico (80%), así como el uso de redes sociales (77%), su principal actividad online. La búsqueda de información (71%) conforma el tercer puesto dentro de las principales actividades de los internautas mexicanos. Dicho estudio también señala que las 5 redes sociales más utilizadas por los usuarios del país son: Facebook, Youtube, Twitter, Google+ y Hi5.

En 2011 IAB México presentó junto con Millward Brown y Televisa Interactive, el Estudio de Consumo de Medios Digitales entre internautas mexicanos, el cual detalla cómo desde 2006 el uso de Internet en el país cambió la forma en que las personas se relacionan con los medios y las marcas.

El estudio reveló que los usuarios de Internet en el país “poseen y usan más dispositivos, incluso de manera simultánea”, ya que el 57% se conecta a Internet desde un celular o smartphone, así como realizan actividades de manera paralela: “5 de cada 10 hablan por celular, ven televisión o escuchan música mientras usan Internet”.

La Encuesta Nacional de Lectura 2006 revela que “el uso más importante de Internet es el correo electrónico, con más de la mitad de los usuarios (52.7%), lo que sumado a chatear (44.7%) permite identificar a la comunicación interpersonal como el principal motivo de uso de Internet, seguido del estudio con 45.5% y el trabajo con 29.3%”.

La diversidad de actividades mientras los usuarios mexicanos utilizan Internet, se relaciona también con la apertura simultánea de ventanas o páginas en el escritorio, lo cual va muy de la mano con los planteamientos del escritor estadounidense, quien señala que: “gracias a la ubicuidad del texto en Internet, por no mencionar la popularidad de los mensajes de texto en teléfonos celulares, bien podemos estar leyendo más hoy de lo que se hizo en la década de 1970 o de 1980, cuando la televisión era nuestro medio preferido”.

Y agrega: ”pero es un tipo distinto de lectura y detrás de ella se esconde un tipo diferente de pensar, tal vez incluso un nuevo sentido del yo. «No somos sólo lo que leemos», dice Maryanne Wolf, psicóloga del desarrollo en la Universidad Tufts y autora de Proust y el calamar: La historia y la Ciencia del Cerebro Lector,»somos como leemos.»

Imagen: Internet.

México: leedores pero no lectores

La Encuesta Nacional de Lectura señala que “poco más de la mitad de los mexicanos de 12 años y más (56.4%) reporta que lee libros; poco me- nos de la tercera parte (30.4%) reportó haberlos leído en algún momento de su vida; en tanto que 12.7% reportó nunca haber leído libros”.

Asimismo, las estadísticas internacionales de la UNESCO de la Encuesta Nacional de Lectura de 2005, colocaban a México en el lugar 107 de 108 países encuestados; actualmente ocupa el lugar 98. Las cifras revelan que un mexicano lee en promedio 2.9 libros al año. Al respecto, Jorge Alberto Ramírez Guerrero, licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), considera en un artículo publicado en El Universal que: “Este dato es alarmante, vergonzoso, pero también es relativo. El principal criterio de estas encuestas es el consumo de libros, no la calidad de lectura y tampoco la importancia del contenido, por consecuencia lo que menos refleja es el verdadero índice cultural de una sociedad”.

Y agrega: “Es decir, la fórmula que utilizan las encuestas internacionales es: “Libro=Cultura” y no “Lectura=Cultura”. Por lo tanto, el motivo de nuestra vergüenza no debe ser los pocos libros que leemos, sino la incapacidad de comprender una lectura. En México leemos mucho (no es casual el éxito desmesurado de “El libro vaquero”, las revistas de espectáculos y el periódico de deportes), pero no sabemos leer. Leer no supone únicamente reunir palabras y conocer su significado inmediato, sino comprender el tema, generar una hipótesis de lectura y una conclusión reflexiva sobre lo leído. No sabemos leer porque no poseemos una actitud crítica: leemos por obligación y por superstición; leemos aceptando la información como una autoridad incuestionable; leemos para satisfacer nuestro ego. Somos –como diría el poeta español Pedro Salinas– “leedores”, pero no lectores. Los “leedores” mexicanos eludimos el esfuerzo intelectual, y por esta razón la lectura de publicaciones periódicas es una preferencia: sus temas son cotidianos, fácilmente digeribles, humorísticos, morbosos, etc”.

Cabe señalar que en el país el nivel educativo está por debajo de los estándares de calidad internacionales, según las pruebas de 2000 a 2009 de PISA (Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes de la OCDE), donde México ocupa los lugares más bajos, y se concluye que los niños tienen poca capacidad de análisis, lo que significa que “entienden muy poco lo que leen”.

México y el uso de Internet para la lectura

La Encuesta Nacional de Lectura 2006 levantó una muestra total de cuatro mil 57 encuestas, de los cuales el 24.2% declaró que utiliza Internet para la lectura: “por grupos de edad, los porcentajes más altos se dan entre los jóvenes de 18 a 22 años (52.2% y 44.3%, respectivamente) seguidos de los de 12 a 17 años (46.5% y 36.1%). A partir de los 23 años los porcentajes disminuyen, con una caída muy significativa para los mayores de 55 años. Por escolaridad, las perso- nas con educación universitaria son las que reportan los porcentajes más altos (con 54.9% y 43.0%, respectivamente). La proporción disminuye conforme decrece el nivel de escolaridad.

“La proporción más alta de uso de computadora e internet se da entre los entrevistados de niveles socioeconómicos medio alto y alto, con 84.2% y 77.3%, respectivamente, y decrece de manera muy pronunciada conforme baja el nivel socioeconómico. El principal lugar a través del cual los entrevistados acceden a utilizar computadora e Internet es el café internet con 13.8% y 12.8% de las respuestas, respectivamente. El segundo lugar lo ocupa la casa, con 13.3% y 9.9% y el tercero la escuela con 10.8% y 8.1%”, revela el informe.

Comodidad para  acceder a la información

El artículo de Nicholas Carr’s pone como ejemplo de esta inmediatez para acceder a la información el caso de The New York Times, que en marzo de este año: “decidió dedicar la segunda y tercera páginas de cada edición a resúmenes de artículos. Su director de diseño, Tom Bodkin, explicó que los ‘atajos’ serían para dar a los lectores apresurados un rápido ‘sabor’ de la noticia del día, ahorrándoles el ‘menos eficaz’ método de la realidad (…) por todo lo que se ha escrito sobre la Red, ha habido poca consideración de cómo, exactamente, nos está reprogramando. Ética intelectual La Red sigue siendo oscura”.

Si bien es cierto Internet ha logrado que la producción de material, así como el rescate de este logre una mayor difusión, también es cierto que los contenidos pueden, en ocasiones, no tener un sustento claro y profundo, producto de las facilidades que contempla esta tecnología para acceder y opinar sobre cualquier tema en específico.

Lo describió José Antonio Millán, licenciado en Filología Hispánica, quien también dirigió la edición en CD-ROM del Diccionario de la Real Academia y del Centro Virtual Cervantes en Internet en “La lectura y las tecnologías de la información y la comunicación” de Conaculta: “Lo contó Borges en forma alegórica en su célebre relato «La biblioteca de Babel». Esa fabulosa biblioteca contenía (dicho en palabras de hoy) toda la información posible, porque cualquier posible conjunto de palabras estaba en alguna de sus inagotables estanterías. Libros buenos y malos, mediocres; falsos y auténticos, medio falsos y medio verdaderos: todos. ¿Les suena a algo?”.

Ante este planteamiento, ¿estaremos accediendo a mayor información y desarrollando mejores formas de comprensión?, ¿estamos convirtiéndonos en consumidores de información capaces de atender una diversidad de páginas de Internet de manera simultánea?, ¿Nos dirigimos hacia una pérdida de reflexión de los textos para repercutir, generar o transformar la información obtenida? Las interrogantes pueden continuar generándose, sin embargo para muchos lectores de Internet -como el caso personal- los recuerdos previos a «googlear» para buscar información, resultan extraños a pesar de haberse vivido.

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Autor Lado B
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