Lado B
El misterioso caso del paraguas que todo lo descompone [o de cómo convertirse en no heterosexual]
Por Lado B @ladobemx
05 de julio, 2012
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Tuss Fernández

@ituss79

Y tú cada noche, ametrallando la calma.

–¿Y si tú eres Queer, eso en qué me convierte a mí?

*Se abrazan, se besan como si no hubiera un mañana y discuten el paraguas de la bisexualidad.

Seguro que no en príncipe ni en princesa, eso me queda claro. Tampoco creo que en ratón de los del cuento de la zapatilla de cristal y mucho menos, pero mucho, mucho menos, en sapo –¿o sapa?–. Estoy pensando en voz alta pero nomás no doy. A duras penas he logrado llegar yo a mi propia definición –quizá temporal–  y ahora tengo que descifrar la de mi pareja. No es negocio.

Por eso decidí ser Queer, para no tomarme la molestia de definirme en un género u otro, para no conflictuarme entre si me gustan los hombres o  las mujeres –o ambos–, para no molestarme por adoptar actitud buga o gay. En serio, cada vez somos más letras dentro de esa sigla: LGBTTTTIQP y, aunque honestamente agradezco que cada vez tengamos más opciones para definirnos dentro de preferencias no heterosexuales, reconozco que los pobres bugas y hasta nosotros mismos nos hacemos bolas. ¿Qué seremos? –aquí es cuando uno pone cara de perrito confundido–.

Típico que un día salimos del clóset seguros de ser homosexuales, y al día siguiente nos topamos con algo tipo el ‘paraguas de la bisexualidad’ y nos dan ganas de mudarnos de letra. Resulta que más bien, somos bien pinches ‘Fluid@s’.

Suena a ese acertijo de la primaria de ‘piensa en un número del uno al siete’, multiplícalo por dos, súmale el número que pensaste… ok, ya me perdí, ni me acuerdo por qué estaba contando esto. Bueno, no importa, al fin que no me pagan por esta columna, jaja –ahí les hablan Lado B-.

Bajo esta lógica, yo soy Queer, que es una cosa bien loca entre Bi y Trans, y como quedamos, Bisensual y número 5 en escala de Kinsey. Pero como nada me parece, me chocan los clichés y tengo la maña de andar rompiendo estereotipos, en resumidas cuentas terminé siendo Pomosexual. Sí, acabo de enterarme y salir del clóset de la Pomosexualidad, públicamente –ya les decía yo en la columna anterior que para eso me doy abasto nomás conmigo–.

Ay, pero a ver, yo ayer era tan feliz siendo lo que yo creía que era, hasta que pa’ variar, unos besos y alguien que me hizo la maldad de agitarme el corazón, tuvo confusiones sobre su letrita de identidad LGBTTTIPQ y ahora heme aquí, sin saber si mi armario es un sinfín de puertas por cruzar y no voy ni a la mitad. Qué necedad esa de querer pertenecer a alguna corriente. ¿No sería más fácil solamente no ser buga, y ya?

En fin, ahí les dejo su paraguas para que se entretengan un buen rato. Seguro que son algo que no eran y que están en una relación que nunca han sabido que existía (*corren en círculos).

Por cierto, si pensaban recurrir a la Wikipedia, nomás no lo intenten con lo Queer porque irónicamente es una definición bien rarita; les aseguro que no es lo que buscamos. Ahí les dejo un bonito link con un video bien mono (en inglés) como para que terminen de no entender nada.  ¿Y de todos modos le corrieron a la Wiki, verdad? ¡Qué necedad, caray!

Yo, con su permiso, voy a retomar la actividad de los besos en la que andaba ayer y rueguen, rueguen que no me meta en más líos que tengan que leer la próxima semana. Ya ven que ni puedo.

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Autor Lado B
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