Lado B
Despertar con alacranes, de Javier Caravantes
Por Lado B @ladobemx
20 de julio, 2012
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Alejandro Badillo

@alebadilloc

No es un secreto el desencanto de las nuevas generaciones. Si hacemos un recuento este fenómeno no es reciente y se puede rastrear hasta la famosa “generación X” bautizada por el escritor Douglas Coupland en 1991. En la literatura mexicana podemos encontrar estos síntomas desde la generación de La Onda en los años 60 con sus personajes adolescentes, perdidos en un mundo sin asideros, donde los antiguos valores eran reemplazados por la velocidad del mercado. Me vino a la mente este tema al leer Despertar con alacranes, primer libro de Javier Caravantes (Atlixco, 1985), porque los protagonistas de los doce cuentos que componen el volumen tienen como signo que los define el desencanto, un elemento que busca su singularidad en los agravantes que marcan la vida de cualquier adolescente promedio a inicios del nuevo siglo: desempleo, desintegración familiar, violencia, entre muchos otros. Si en épocas anteriores el desencanto se relacionaba a protestas sociales, a la contracultura del movimiento hippie o a posiciones filosóficas como el existencialismo de Kierkegaard o Jean Paul Sartre, ahora se muestra como una reacción instintiva, la evasión continua ante una realidad que se impone en cualquier escenario y en cualquier momento de la manera más cruda posible.

Es visible la influencia del cuento norteamericano en Despertar con alacranes, sobre todo de Raymond Carver. La prosa de Caravantes plantea acciones desnudas, diálogos breves; una escena se encadena a otra sin mayores aspavientos y con mínimos recursos retóricos. Casi todas las historias siguen una línea temporal que apenas se modifica. El lector de estos cuentos debe buscar lo que no dice el autor de forma explícita pero que se percibe claramente en todos los cuentos: la evasión que no es suficiente y los sueños que desaparecen en un instante. Los mejores momentos del libro ocurren cuando el autor logra construir una tensión que bordea lo tragicómico. Esto lo veo muy bien logrado en “La oportunidad”: una pareja de desempleados busca salir de su precaria situación económica promocionando a su hijo en un casting para un comercial televisivo. El padre busca empleo en el periódico y, al inicio, no está esperanzado en el futuro de su hijo como estrella de televisión. Sin embargo el relato transcurre y se involucra con el proyecto. Caravantes concentra la tensión de los protagonistas en el peinado del niño: una y otra vez hacen y rehacen el peinado de su hijo y nunca quedan satisfechos. Esta obsesión va en ascenso y hace que el contexto quede como un telón de fondo. Ya no importa si el niño consigue el contrato o no, lo que ocupa el escenario es la derrota de sus padres que se traduce en un simple corte de pelo. Percibo este mismo mecanismo en “No supimos buscar” en el que dos adolescentes van a un retiro religioso con la esperanza de tener sexo con las jóvenes asistentes. La historia pasa de la incredulidad a la tragedia cuando uno de ellos se siente abandonado por su familia. En ambos cuentos la anécdota no brilla desde un inicio, no es un evento espectacular que impacte al lector a las primeras de cambio. La fuerza radica en la capacidad de extraer nuevos significados a situaciones aparentemente anodinas como buscar trabajo, atender a un cliente, asistir a clases, buscar una pareja, mudarse de casa.

Hay distintos tonos y distintos tipos de derrotas en Despertar con alacranes. Como apunta la contraportada del libro hay un nido de alacranes bajo la cama esperando a que despierten los protagonistas. Caravantes aumenta la vulnerabilidad de sus personajes con finales abruptos, conclusiones que no parecen serlo, como si fuera una escena sacada de una película más larga. Los textos menos atractivos son los que no alcanzan a tensar la cuerda, cuando el personaje se mantiene en un limbo y su misma ingenuidad, su falta de reflexión, lo pone simplemente como una víctima del destino pero no podemos ver más allá. Esto ocurre en cuentos como “San Cristóbal” en el que un adolescente hondureño llega a México con sus padres en su largo viaje a Estados Unidos. El viaje se torna pesadilla cuando los padres del indocumentado son asesinados y sólo nos quedamos con la impotencia del que observa sin poder interactuar más con la trama.

Más allá de los distintos registros Despertar con alacranes es una muestra de la narrativa del desencanto, un ejemplo de que la literatura sigue dialogando con el mundo que la rodea. Los cuentos de Javier Caravantes son preguntas que permanecen escondidas entre los diálogos y acciones de sus personajes y que revelan su veneno para el lector que quiera descubrir un poco más.

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