Lado B
Armas, gérmenes y acero de Jared Diamond
Por Lado B @ladobemx
15 de junio, 2012
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Alejandro Badillo

@Alebadilloc

Jared Diamond es biólogo, fisiólogo evolucionista y biogeógrafo. Doctor por la Universidad de Cambridge, Reino Unido, es actualmente profesor de geografía en la Universidad de California (UCLA). En el prólogo de Armas, gérmenes y acero –cuyo subtítulo es “Breve historia de la humanidad en los últimos 13 mil años– el autor comenta que, en julio de 1972, caminaba por una isla tropical de Nueva Guinea, lugar al que había ido para estudiar la evolución de las aves, en compañía de Yali, un político local con prestigio entre su gente. El jefe, después de platicar sobre la fauna local y de los estudios que desarrollaba Diamond en la isla, le preguntó: “¿Por qué ustedes, los blancos, desarrollaron tanto cargamento y lo trajeron a Nueva Guinea, pero nosotros, los negros, teníamos tan poco cargamento propio? A partir de esta inquietud aparentemente ingenua Diamond desarrolla una amplia investigación interdisciplinaria y novedosa en la que plantea varias teorías que podrían explicar por qué las culturas de Asia-Europa dominaron a las culturas de América, África y Oceanía. Esta investigación mereció el premio Pulitzer en 1998 y ha sido traducida a más de 25 idiomas.

Armas, gérmenes y acero Jared Diamond Mondadori, 1era edición 2007 Traducción de Fabián Chueca

La tesis principal de Armas, gérmenes y acero está sustentada en la geografía y el escenario que encontraron las primeras poblaciones humanas. Apoyándose en descubrimientos recientes y evaluando de nueva cuenta hallazgos conocidos y teorías aceptadas, Diamond explica que las culturas de Asia-Europa tuvieron una ventaja de salida al tener un desarrollo más temprano que las culturas periféricas. Esto lo demuestra con el nacimiento del hombre en África y su viaje hacia el creciente fértil en Asia y su posterior incursión al continente europeo. Los americanos y sus civilizaciones, por ejemplo, tienen un desarrollo tardío simplemente porque su origen se sitúa en las tribus nómadas que atravesaron el estrecho de Bering cuando el mar estaba congelado. Lo interesante es que el autor suma a esta explicación poco novedosa, que se enseña incluso en la educación básica, el desarrollo que tuvieron las culturas de Asia-Europa y las diferencias definitivas con los pueblos que después fueron conquistados. Una primera diferencia, explica el autor, es la orientación horizontal de la placa continental de Asia-Europa y la orientación vertical de África y América. Esta característica, sin importancia aparente, fue determinante para que los primeros cultivos fueran aclimatados y compartidos con mayor facilidad en la cuna de occidente y que soportara poblaciones cada vez más abundantes. Mediante evidencias arqueológicas y modelos de biología evolutiva, nos adentramos a un mundo en el que la domesticación de plantas y animales era sumamente difícil. La geografía homogénea de Asia-Europa (climas más parecidos, pocos relieves que obstaculizan las migraciones) provocó un fértil intercambio de ideas, innovaciones e inventos. En contraste, las culturas más avanzadas de Mesoamérica y África apenas tuvieron contacto con poblaciones lejanas y su desarrollo fue en solitario. El cultivo del maíz, por ejemplo, originario del centro de México, se transmitió a los valles de lo que ahora es Estados Unidos, lugar propicio para su siembra, en fechas muy tardías. De igual forma el comercio con los Incas, la cultura más desarrollada en Sudamérica, fue casi inexistente.

Otro punto interesante que plantea Diamond es la evolución de los animales en los continentes. Asia y Europa tuvieron la suerte de contar, desde un inicio, con animales para la carga, la siembra y la alimentación. Los americanos no tuvieron acceso a esta ventaja ya que los grandes mamíferos que alguna vez existieron en el continente se extinguieron durante las glaciaciones. El contacto con los animales contagió a los asiáticos y europeos de gérmenes y virus que se especializaron en el humano y que, muchos siglos más tarde, causaron una gran mortandad entre las poblaciones que nunca habían sido expuestas a estos agentes. Sólo hay que recordar la conquista española que, si bien fue determinada por las armas de fuego, también jugaron un papel muy importante las enfermedades que diezmaron a los aztecas.

En Armas, gérmenes y acero nos acercamos a las diferentes formas en que se organizan las civilizaciones en base a su geografía, medio ambiente y recursos disponibles. También es un agudo repaso de cómo la transmisión del conocimiento detona innovaciones fundamentales como la imprenta o la navegación marítima. Si durante siglos enteros los conquistadores adujeron una superioridad divina o de aptitudes innatas para dominar a los pueblos de América, África y Oceanía, con este amplio estudio nos damos cuenta que, en realidad, la ventaja inicial fue el azar en cuanto a la distribución de plantas domesticables y animales de carga, alimentación y transporte. En esta perspectiva interdisciplinaria que recoge los frutos de la biología evolutiva, la geografía, arqueología, sociología, entre muchas otras ramas, los pueblos conquistados recuperan una parte de la dignidad oculta tras siglos de desigualdades y discursos maniqueos.

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