Lado B
Cuando jugar era sinónimo de salir a la calle
Naciendo "con el chip integrado” VS el yoyo, el balero, el trompo y las canicas
Por Lado B @ladobemx
27 de abril, 2012
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  • “Jugar es hacer algo con alegría y con el sólo fin de entretenerse o divertirse, de acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española”
  • “Los niños de ahora ya nacen con el chip integrado”, contó el papá de Max

Foto: Joel Merino.

Josué Mota / Ernesto Aroche / Xavier Rosas

@motajosue / @earoche / @wachangel

Con ocho años encima Sofía es una experta en navegar por Internet, sabe donde encontrar sitios de juegos, todos ellos de páginas de canales infantiles que ve en la televisión de cable. Cuando se cansa de jugar entra a Youtube y programa algunos videos musicales o busca capítulos de su serie favorita: Patito Feo. Sofía comenzó a usar la computadora tan sólo un año atrás.

Hasta hace unos 15 años jugar era sinónimo de salir a la calle. En aquellos días nadie hablaba de la obesidad infantil o del miedo que hoy existe por meterse en construcciones antiguas para jugar “escondidillas” y correr el riesgo de terminar asaltado o peor aún, secuestrado. En ese entonces era común escuchar en cualquier colonia el grito de “bolita por favor”, así como el sonido de risas, gritos o cantaletas de niños que inundaban las calles, mismas que con un poco de imaginación, se convertían en guaridas, bosques, lugares fantásticos o simplemente en el escenario donde el “avión” no surcaba los cielos, sino que se dibujaba en el pavimento con un gis.

Quizá por el nivel de delincuencia que ahora existe o bien por el intenso tráfico vehicular que atiborra las calles, o simplemente porque las costumbres van cambiando de generación en generación, hoy en día los niños juegan principalmente dentro de casa, casi siempre entretenidos por videojuegos o por programas televisivos.

“Al niño ahora no lo convences tan fácil. La idea de jugar al Stop le aburre. En uno de los colegios donde trabajé teníamos aviones pintados en el piso, pero les aburrían. Obviamente al tener un PSP o un celular, te mandan a ‘la fregada’ si intentas que jueguen Stop o Avión”, relata Martín Alejandro Reyes, profesor de 4º grado de primaria.

Lado B intenta hacer un recuento de algunas dinámicas con las que antes se divertían quienes fuimos niños, encontrando que en la actualidad, la  violencia y los avances tecnológicos han cambiado en las nuevas generaciones la forma de entender qué es jugar.

Foto: Joel Merino.

Generaciones con “chip integrado”

Max tuvo un gameboy a los seis años de edad. A los ocho cambió a un PSP, antes de tener consolas caseras, aprendió a jugar videojuegos en dispositivos móviles. Ahora, a sus 12 años, Max ya tiene un PlayStation 3 en casa, sin embargo quiere un celular porque en su escuela ya casi todos sus compañeros tienen uno.

“Los niños de ahora ya nacen con el chip integrado”, cuenta su papá, reconociendo que la relación que mantienen con la tecnología digital no sólo es cercana, les es natural, ya estaba ahí cuando nacieron.

Pero esas mismas ventajas y bondades de la interconexión tienen también su lado oscuro, no sólo por los predadores que recorren la red a la búsqueda de víctimas o la posibilidad de encontrar información que les pueda causar algún daño psicológico, también abre una brecha social entre los que están inmersos en la sociedad de la información y el consumo digital, y los que se acercan periódicamente a ella.

“También juegan a tomarse fotos con el celular y esto se da en todos los niveles, no sólo con los más grandes. Se aíslan con Ipods  y con juegos o tonos que pueden descargar y ocurre algo peculiar: te das cuenta que los alumnos tienen incluso un mejor celular que el del profesor”, relata el pedagogo Martín Alejandro Reyes.

Asimismo, señala que actualmente se da un fenómeno de individualización en los infantes, ya que al salir al receso, jugar para ellos es “compartir cosas por celular o escuchar música por los chícharos –auriculares-, y así se pasan todo el tiempo”.

Imagen: http://www.celularis.com

De acuerdo con datos de la Red por los Derechos de la Infancia el 87.4 por ciento de la población infantil en Puebla no tiene acceso a una computadora en el hogar, cifra superior a la media nacional que se ubica en el 80 por ciento, colocando al estado en el fondo de la tabla junto con Guerrero, Oaxaca y Coahuila.

El estudio “Infancia y Nuevas Tecnologías”, publicado en 2006 por el departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Huelva, sostiene que si bien el uso de las nuevas tecnologías trae aparejados riesgos en la construcción de la personalidad del menor, también les ofrece otro tipo de habilidades, pero es necesario realizar estudios en donde la visión que prive no sea la del mundo adulto y se escuche a los infantes exponer su punto de vista.

Pero esto a Max difícilmente le cambiará la vida, él quiere un celular y mientras llega la hora del recreo, continúa conectándose con los compañeros que también tienen un PSP para jugar en conjunto una aventura más.

Imagen: http://www.tecnoupdate.com.ar

Consumismo y televisión: el nuevo recreo escolar

Al igual que Max y Sofía, el juego que ahora es entendido en los recreos de las escuelas por los niños va de la mano con la tecnología y  la reproducción de estereotipos que encuentran en programas televisivos catalogados para mayores de edad, como los casos de “Laura en América”, “La Rosa de Guadalupe”, entre otros.

Futbol, futbeis o basquetbol, forman parte de los juegos que actualmente puede observarse en los recesos escolares; sin embargo, para el maestro de 4º grado, Martín Alejandro Reyes, “lo que ahora juegan los niños en el recreo va a depender mucho del tipo de escuela y diría que también de las instalaciones, éstas son un factor clave”.

Desde su experiencia como profesor de primaria, brincar la cuerda es una de las actividades que aún es común observar que los menores juegan en las instituciones. Sin embargo, destaca que la moda ahora son los “Tazos”, y que esta actividad genera un fenómeno de consumismo entre los infantes ya que  “son por moda, tienen un tiempo determinado antes que salgan los nuevos”, dice.

Estos pequeños objetos circulares de al menos una pulgada de diámetro, generan que los niños hagan “apuestas  en todo el pasillo, en grupos como si fuera un torneo. Pero ocurre que, por poner un ejemplo, cuando terminó la fiebre de los tazos Funky Punky y llegaron los de Angry Birds, un niño que tenía una colección muy grande de estos los llevó en un bote y todos los remató, ya que había pasado la euforia de los tazos Funky Punky. Lo que es interesante es que no hay edad para competir en el juego de los tazos, igual un niño de primer año reta a uno de sexto y viceversa”, señala.

Otro tipo de juego relacionado con el bullying escolar se ha generado por los programas que ahora se transmiten. Advierte que éstos han marcado una nueva forma entender el juego en los niños: “lamentablemente también algunos juegan a “Laura” –qué pase el desgraciado-, gritan. Entonces los niños toman varios aspectos que ven de la televisión y los mezclan incluso con anécdotas de sus casas. Sienten que también es una forma con la que pueden expresarse, pero en este caso particular del programa ‘Laura en América’, todos los que juegan son felices cantando una y otra vez –que pase el desgraciado-“. Por ello, considera que actualmente se han ido perdiendo valores: “para los niños ahora les parece fácil quitarle a alguien lo que vale y decirle desgraciado”, dice.

Foto: Joel Merino.

Sin embargo, señala que aún se puede encontrar en los recreos de las escuelas juegos que antes se acostumbraban pero que ahora los conocen con otros nombres: «el Tiburón o también conocido como Atrapadas o Encarceladas, es una actividad en la que una portería es utilizada como guarida y tienen que salir y atrapar a quienes no están dentro. Me ha tocado ver que juegan a las correteadas, al toro congelado y al toro caricatura; también juegan aviones, que es estirar los brazos y dar de vueltas sobre su eje, pero el problema es que los niños después de comer su lunch, se ponen a jugar esto y terminan vomitados», comenta Martín Alejandro Reyes.

El yoyo, el balero o el trompo son juegos que ya no se dan, o que al menos en sus años como docente no le ha tocado ver que las nuevas generaciones jueguen: “una vez pasó que un niño llevó un bote y dentro había tazos, un estuche y un trompo. Comenzó a jugar el trompo, pero sucedió que acabaron restringiéndolo en la escuela porque como éste tiene una punta metálica, podía resultar peligroso, dijeron en dirección”.

Y agrega: “creo que los juegos que continúan van a depender mucho de cómo influyas tú como profesor, así como qué es lo que quieres y les permites a los alumnos. Existen los juegos clásicos como el “stop”, el “avión”, les he enseñado incluso el trompo, pero a veces te limita y los limita la administración y también la parte tecnológica”.

Imagen: http://www.canonistas.com

Entre “chiras pelas”, “bolita por favor” y “el avión”

Hasta hace algunos años uno de los juegos que podía considerarse un clásico y que ahora es difícil encontrar son las canicas. Generalmente era para niños, aunque también había niñas hábiles en esta actividad.

Consistía principalmente en colocar un grupo de canicas dentro de un círculo dibujado en la tierra y los jugadores debían sacar una a una las esferas de vidrio empleando las mismas. En este juego, la frase “chiras pelas”  se empleaba  para hacerle conocer al rival que habían perdido, situación que generaba que el derrotado pagara con la canica apostada en caso de ser una contienda ‘de a devis’; sin embargo, también había encuentros ‘de a mentis’, en los que no había canicas involucradas en la apuesta.

En este juego había todo tipo de canicas, desde las agüitas, las mas sencillas por carecer de alguna decoración; las bombonas o bombochas, esferas  muy grandes y con líneas psicodélicas; las había también transparentes con figuras en su interior, conocidas como tréboles; los ojos de gato resultaban muy parecidas a éstas últimas, pero contaban con la peculiaridad que al mirarlas tras luz, se podía observar una silueta parecida a un iris; también había balines, considerados la estrategia perfecta cuando la derrota se acercaba y el cambio de canica era necesario; las galaxias resultaban dificiles de conseguir; las nube, esferas de vidrio biselado, también formaban parte del arsenal de las cangureras, aquellos recintos donde los niños solían guardar el botín obtenido de la contienda de jugar canicas.

También había  juegos un poco más agresivos y que actualmente escandalizarían a cualquier profesor de primaria joven, como el caso de las ballestas rudimentarias que se construían utilizando  palos y ligas, las cuales lanzaban corcholatas a una velocidad considerable; o bien el muy conocido charpe que servía para aventar piedras y cazar lagartijas u otros insectos; aunque en casos extremos también se utilizaba para alguna travesura: romper los vidrios de las ventanas.

La mayoría de los juegos que ahora podríamos considerar como viejos, implicaban correr, moverse, brincar, gritar, salir a la calle. Anteriormente para jugar futbol no era necesaria una cancha o un espacio que contara con porterías; hasta hace una década se podía jugar soccer en las calles de las colonias y en lugar de porterías, un par de botes, las sudaderas o incluso unas piedras,  se ocupaban de delimitar el área de gol. La vieja expresión de “¡bolita por favor!” era común escucharla, se empleaba cuando la pelota salía de la “cancha” y terminaba al  interior de la casa de alguno de los vecinos, en un lote baldío o en algún otro lugar que no fuera el estadio que los que participábamos en el encuentro imaginábamos.

Foto: Joel Merino.

En aquellos días las calles eran un espacio que también pertenecía a los niños y juegos como el bote pateado o el famoso Stop, que consistía en dibujar con gis un circulo donde cada niño metía un pie y alguno decía: “declaro la guerra a mi peor enemigo que es…”, para elegir a uno sus contrincantes calculando los pasos exactos en los que debía llegar hasta su compañero, eran común ver.

Los parques o casas en construcción eran el lugar ideal para jugar a las “escondidas o escondidillas”, la terminología depende de quién se haya aprendido el juego.  Entre las niñas era muy popular  “el avión”. Se dibujaban cuadros en el pavimento utilizando un gis, y éstos se debían recorrer brincando con un pie, no sin antes arrojar una piedra al interior del dibujo para recogerla al hacer la travesía sin caer al suelo.

Al parecer hace algunos años, incluso tal vez más de 15, podría decirse que había niños un poco más “bruscos”. Jugar “Burro 17” era prohibido por los profesores ya que se consideraba muy agresivo y si uno no aguantaba el peso de los participantes, podía acabar lastimado; sin embargo, también había juegos que requerían calma y cálculo como el caso de “las matatenas” u otros  más sencillos: jugar carreras con carritos a escala.

Actualmente resulta difícil encontrar yoyos, trompos o baleros, artefactos que años atrás podían distraer a los niños por horas y horas, y que permitieron a muchas generaciones “hacer algo con alegría y con el sólo fin de entretenerse o divertirse”.

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Autor Lado B
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