Foto: Joel Merino.

Redacción

De la población mexicana 18.8 por ciento no puede acceder a la canasta básica, alertó Mireya Vilar Compte, académica del Departamento de Salud de la Universidad Iberoamericana, ciudad de México, en la Conferencia “Seguridad alimentaria, economía y nutrición: un desafío permanente”, realizada en el marco de las Jornadas Académicas de la Sociedad de Alumnos 2012 de la Licenciatura en Nutrición y Ciencia de los Alimentos, que celebra su 40 aniversario.

La situación de inseguridad alimentaria severa de 2008 a 2010 pasó de 9.8 millones de personas a 12.2 millones de personas. En ese mismo periodo la población incapaz de obtener una canasta básica alimentaria aumentó de 18.2 a 18.8 de la población. Vilar Compte agregó que sólo 55 por ciento de los hogares mexicanos gozan de seguridad alimentaria, según la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares 2010 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

La académica indicó que existe una relación paradójica entre inseguridad alimentaria y obesidad dando como resultado síntomas de malnutrición. Dijo que los nutriólogos en este contexto tienen un gran reto para guiar la creación de políticas públicas y recapacitar cómo se está midiendo este problema.

Refirió que a pesar de que la inseguridad alimentaria general se ha mantenido, empeoró la inseguridad alimentaria severa, es decir, aquella en la que los patrones de alimentación se han alterado y se detecta una reducción de la ingesta de alimentos.

Este incremento se debe, entre otras cosas, a la falta de ingreso, a la pérdida de los beneficios de programas sociales como Oportunidades o 70 o Más, aunado a la alza de precios de los productos alimenticios y la inestabilidad financiera, entre otros factores.

Desatacó que faltan estudios empíricos en México que profundicen sobre la relación entre la inseguridad alimentaria y enfermedades crónicas como la diabetes porque en un futuro el sistema de salud podría colapsar.

Desde los años noventa, comentó la académica del Internado en Nutrición Humana de la Ibero, la relación paradójica entre obesidad y seguridad alimentaria se debe a que los hogares con restricciones presupuestales optan por comida más barata y alta en calorías, como los productos industrializados.