Lado B
El cuerpo y el verdadero respeto a la vida
 
Por Lado B @ladobemx
29 de septiembre, 2011
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Mayeli Sánchez Martínez

1. La desnudez

Recuerdo esa mañana en el zócalo de la ciudad de México y el temor de no poder hacerlo, de no atreverme. Pensaba que en el último momento podría paralizarme, quedar atrapada en un instante, inmóvil, como estatua. Conforme pasaba el tiempo y se acercaba el alba el ambiente era cada vez más festivo y al mismo tiempo había un poco de ansiedad, pero el tiempo no para y los primeros rayos iluminaron esa enorme plaza cargada de historia, de símbolos, y Tunick contó tres y dijo «mexicanos a desnudarse». Era ese el instante decisivo, me levanté muy rápido y me quité toda la ropa, entonces levanté la mirada… Muchas veces había fantaseado con estar en una instalación como las que hace Tunick pero nunca imaginé todos los sentimientos que se desbordan al estar ahí. Un momento antes éramos muchos hombres, mujeres, viejos, jóvenes, gordos, flacos, morenos, pelirrojos, rubios, negros, todas las formas y los colores, que por sí mismo constituye una muestra sorprendente de la diversidad del ser humano, pero una vez desnudos todos éramos piel. La imagen era tan impactante que aún aquellos que habían ido con intenciones morbosas quedaron sobrepasados, desnudos todos éramos igual de vulnerables, desnudos las diferencias que acentúa la ropa dejaban de existir. Estábamos juntos, esa fría mañana y tal vez un pequeño haz de luz de esa conciencia de especie a la que alude Víctor Toledo se presentaba. Algo cambió ese día, descubrir que el cuerpo es al fin de cuentas todo con lo que uno se acompaña, lo que uno es, descubrir que ese cuerpo era el mío, diferente de todos los otros cuerpos pero en esencia igual. El cuerpo era mío y lo había desvestido en el zócalo de la ciudad, mirando al palacio nacional, mirando a la catedral. Este cuerpo es mío y tengo derecho a decidir sobre él.

Tomada de: sitios.upla.cl

2. El derecho a la vida

Esta semana la “Suprema Corte de Justicia de la Nación” ha validado dos legislaciones estatales, la de Baja California y la de San Luís Potosí, que “garantizan el derecho a la vida” y yo me pregunto ¿qué significa eso? Si votaron porque el estado está obligado a preservar la vida de las personas desde su concepción hasta su muerte tal vez no es una mala noticia porque una ley así debe contemplar que el estado está obligado a que nadie muera de hambre o de enfermedad curable; porque el derecho a la vida pasa también porque todos estemos informados sobre los riesgos y la manera de combatir las enfermedades de transmisión sexual. El derecho a la vida implicaría acabar con feminicidios, homofobia y tantos males.

Pero al leer lo que la ley aprobada dice sólo veo castigo y discriminación, la condena del aborto por valores morales ajenos a los principios de justicia, queriendo evitar por decreto que las mujeres decidan sobre sus cuerpos, algo que por necesidad en muchos casos o por deseo en otros hicieron, hacen y harán.

3. Una célula

El artículo séptimo, párrafo primero, de la Constitución de Baja California, señala que desde el momento en que el individuo es concebido entra bajo la protección de la ley y se le reputa como nacido para todos los efectos legales correspondientes, hasta su muerte natural o no inducida. Entonces una célula fecundada en esa entidad ahora es equivalente a un neonato. Para los ministros Jorge Mario Pardo Rebolledo, Margarita Luna Ramos, Guillermo I. Ortiz Mayagoitia y Sergio Aguirre la reforma es constitucional, sin importar que en ello vayan los derechos e inclusive la vida de las mujeres.

Y es tan absurdo el argumento que merece una respuesta cínica. Los grupos que se oponen al aborto abogan porque en el momento en el que un óvulo es fecundado ya hay vida que debe preservarse y de nada sirven las explicaciones médicas ni las evidencias científicas. Entonces quiero entender esta angustia suya por preservar la vida y pienso que sí, el óvulo fecundado está vivo, pero no más que las células de la piel que al tomar el sol en la playa son sacrificadas por un hermoso bronceado. El problema en el fondo no es sólo que estén vivas sino el potencial que tienen de formar a un ser humano, interesante historia… Y como no puedo evitarlo, porque es parte de mí, como lo es mi cuerpo, recuerdo: después de un proceso de evolución bioquímica, hace unos 3,500 millones de años, nació la primera célula. Una pregunta que se hace la Biología es si todos los seres vivos evolucionamos a partir de un sólo tipo de célula y existen muchas evidencias de que probablemente así sea. Por ejemplo, hay un gen que hace que los organismos entren en estados de sueño profundo, «en el que el metabolismo baja tanto que parecen estar muertos, en algunas especies estos genes están activos todo el tiempo y cada año se duermen», pero en otras especies los genes se activan por algún evento catastrófico, en otras más el gen existe pero ya no se expresa. El que este gen esté presente en tan diversos organismos sugiere un origen común. ¡Vaya lío!, porque si una célula pudo originar al Homo sapiens y la vida sigue evolucionando, pues no podemos arriesgarnos a matar a ningún microorganismo porque no sabríamos de cuál de ellos en unos 3,400 millones de años podría volver a generar una especie “elegida» o dotada de “conciencia» o hasta de un “alma».

En realidad tal vez alguien que realmente se preocupa por preservar la vida sea alguien que usa su bicicleta, tiene una composta en su casa, no desperdicia el agua, no usa energía de forma innecesaria, se baña con agua al tiempo, no usa productos químicos que contaminen el ambiente. En fin, que en esto de preservar la vida hay mucho más que hacer que sólo condenar a aquellas que queremos decidir sobre nuestros cuerpos.

En este proceso quedamos a un voto de que esto se volviera válido para todo el país, es una semana oscura y deja entrever nuevamente lo poco que valemos las mujeres para el sistema legislativo. ¡Gracias ministros!

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