Son amados u odiados, admirados o despreciados, tan poderosos como vulnerables, acostumbrados a los reflectores, a la risa fácil y al poder… aun cuando no siempre lo tienen.
Son los antihéroes poblanos, personajes públicos que van y vienen de las ocho columnas, siempre cómodos consigo mismos, hábiles para capitalizar sus victorias, pero mucho más sus derrotas.
Quizás no son todos, ni lo han sido siempre, es sólo nuestra selección. Seguro dará de qué hablar. Es la idea.
Disfruten.