Lado B
Hendrix, la legendaria guitarra suena en el Club
 
Por Lado B @ladobemx
29 de julio, 2011
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El Espacio del Mono.

Josué Mota

En septiembre de 1970, Eric Clapton había comprado una Fender Stratocaster para zurdos, la había elegido durante una visita a una tienda de instrumentos musicales. El motivo fue que siempre había visto a su amigo Jimi Hendrix tocando con guitarras para diestros y debía invertir las cuerdas para poder tocarlas, pero ya nunca se la pudo dar. Pronto se enteró que el genio de la guitarra había muerto.

Quizá el hecho de que James Marshall Hendrix tocara siempre guitarras para diestros aún cuando él era zurdo era un metáfora de su música: hizo siempre todo a su manera, explorando nuevas formas, nuevos sonidos, mezclando estilos, sin obedecer a nadie mas que a sí mismo.

Jimi ingresó al club de los 27 luego de que broncoaspirara en su habitación de hotel en Londres tras ingerir una alta dosis de pastillas para dormir y mucho alcohol. Pero, ya se sabe, para pertenecer a este club, sobre el fallecido se deben contar varias historias sobre su muerte, y ésta la primera, la más popular. Otra sin embargo, señala que Hendrix murió cuando los paramédicos los trasladaban en camilla a un hospital y unos de éstos no le permitió voltear la cabeza para vomitar y eso causó que se tragara su vómito.

Pero un héroe de la música no puede morir con tan sólo dos versiones sobre la causa de su fallecimiento: una tercera versión apunta a que fue asesinado por su entonces representante legal, ya que sospechaba que lo quería despedir.

La historia del rock no se puede entender sin la importancia de la guitarra y quienes la tocaron, y a su vez, la historia de la guitarra y su evolución no se puede entender sin Jimi Hendrix, considerado por críticos y revistas especializadas el mejor guitarrista de la historia de la música.

Sus raíces musicales fueron del blues, pero después se dirigió a otros terrenos. Su tremendo talento sonaba estruendoso luego de incorporar varios efectos de distorsión que ponían al máximo las bocinas de sus amplificadores. Su talento no radicaba sólo en la capacidad técnica que tuvo, conseguía hacer bendings de hasta dos tonos y medio, cosa completamente inusual, aún ahora.

Hendrix parecía tocar siempre sin saber a dónde ir, pero siempre llegaba a un buen lugar, y lo mismo ocurría con las largas sesiones de grabación de sus discos que por lo largas generaban intensas discusiones entre músicos y productores, y es que le gustaba grabar decenas de versiones diferentes hasta encontrar lo que buscaba.

Aunado a su talento y destreza técnica con la guitarra, Jimi fue siempre un hombre espectáculo, lo era su forma de vestir, su música y la forma en que la interpretaba; una foto que bien podía reflejar la personalidad de él es la tomada en el famoso festival Monterrey, cuando le prendió fuego a su guitarra para finalizar Wild Thing.

Hendrix abrió nuevos caminos para los guitarristas y para la música por su falta de apego a un sólo género, por su actitud sobre el escenario, pero también fue de los primeros músicos en grabar piezas de más de cinco minutos, antes sólo lo había hecho Ray Charles. A Jimi nunca pareció importarle el tiempo, existen versiones larguísimas de algunas de sus canciones en concierto, lo cual a veces también era resultado de que a mitad de un solo prefería copular con su guitarra. Esa locura sobre los escenarios fue rápidamente imitada por algunos músicos contemporáneos.

Hendrix lo mismo podía tocar un blues muy lento de forma hermosa como lo hizo en Litlle Wing y podía ponerse en plan psicodélico con rolas como Third Stone From The Sun, y es que él, como lo son la mayoría de los músicos, respondía a todo un movimiento cultural. Hendrix, junto con otros, estaba haciendo –sabiéndolo o no- el soundtrack del movimiento hippie, quizá de ahí que su música fuera tan libre, fuera de esquemas y profundamente rebelde.

Esa visión tan diferente a la del conservadurismo gringo de estos años que miraba impasible por la televisión los bombardeos a Vietnam, quedó reflejada en su propia versión del Star Splanged Banner –el himno de Estados Unidos- que realizó durante un concierto y que se convertiría en rola principal de su listin track de sus conciertos.

Pronto, sin embargo, esa tremenda luz purpura psicodélica, polifacética, y por demás talentosa, se vería apagada en el cuarto de un hotel en Londres, continuando así la tradición del número fatídico: 27, y no pararía ahí: 16 días después los amantes del rock llorarían la muerte de Janis Joplin.

Algunos se empeñan en hacer hincapié en la adicción y gusto por el hachis, la heroína y el LSD que tuvo Hendrix y muchos de su generación; pero los tres discos de estudio que dejó y las numerosas garabaciones, dan cuenta que el talento de Hendrix fue más grande que cualquier otro aspecto de su personalidad.

El Club 27

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