La colonia se llama “Apóstol Naasón Joaquín García”, y fue “construida e inaugurada”, dice una placa ubicada en el interior del ecosantuario, Naasón Joaquín García.
Para entrar a la colonia, bardeada en todo su perímetro por muros de 4 metros de altura, hay que cruzar un portón enrejado que en el centro tiene un logo con las siglas y la silueta de Naasón forjados en hierro. A unos pasos de la entrada, en la confluencia del bulevar Apóstol Naáson Joaquín y la calle Apóstol Aarón Joaquín hay una estatua-fuente de más de cuatro metros de altura con la figura de Naasón.
El Centro de Formación de Obreros que se yergue en el interior y el complejo educativo se llama Apóstol Naáson Joaquín García, igual que el centro deportivo. El albergue, que admite hasta cuatro mil personas, está coronado, no podía ser de otra manera, con las siglas de Naasón Joaquín García, NJG.
No hay espacio en donde posar la mirada que no tenga, al menos, las siglas de Naasón Joaquín García. La identidad de una iglesia resumida en tres letras: NJG.
Estos párrafos son parte de la historia que conté hace unos días en las páginas de El Universal. Allá pueden leer el texto completo.
En el reporteo de esa historia hice varias solicitudes de información al ayuntamiento de Amozoc para tratar de ubicar los permisos y/o licencias de construcción que se otorgaron a LLDM para levantar la colonia que más bien parece un fraccionamiento de lujo que rivaliza con los que se observan en la zona de Lomas de Angelópolis, con sus amplios camellones y sus bien cuidados jardines y sus arroyos de aguas cristalinas que cruzan el predio.
Lo que encontré del municipio fue pura opacidad. No entregó ningún documento, no respondió y cuando lo hizo fue para decir que no tenían información de ningún tipo, vamos, aseguró que no existe ninguna sesión del Cabildo en donde se haya autorizado la creación de la colonia, porque dicen que eso es facultad del Congreso del Estado.
Y lo que dice la Ley Orgánica Municipal es que a los ayuntamientos les corresponde “Estudiar los asuntos relacionados con la creación, modificación, fusión, supresión, cambio de categoría y denominación de los centros de población del Municipio, elaborando propuestas al respecto y, en su caso, someterlas a consideración del Congreso del Estado”.
Y remarco: “en su caso”. Es decir, en el supuesto caso de que la autorización hubiera llegado al Congreso tendría que haber pasado primero por el Cabildo. Es decir, los ciudadanos y ciudadanas interesadas en el reconocimiento y/o autorización para una nueva colonia no van a hacer el trámite al Congreso, lo hacen en el municipio en el que viven.
Consulté con un especialista municipal, alguien que incluso llegó a ser secretario general de un municipio poblano me dijo palabras más palabras menos: ni al caso con su respuesta.
Y cuando le pedí, en otra solicitud, los permisos, licencias y/o autorizaciones otorgadas a la Asociación Religiosa Fraternidad Levítica desde el año 2005, me dijeron que no había ni una sola en el área de Industria y Comercio. Y evadieron buscar las licencias de construcción de la colonia y permisos en otras áreas.
En fin: luz y oscuridad.
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