Lado B
La hipocresía capitalista del pinkwashing
Por Lado B @ladobemx
19 de julio, 2023
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Montserrat Díaz | Girl Up México*

Junio es el mes para celebrar nuestro orgullo, nuestra lucha y resistencia. Sin embargo, también es un mes en el que las corporaciones, algunas marcas, organizaciones y hasta partidos políticos se ponen la camiseta de “aliados” sin ningún compromiso social de verdad para que compremos sus discursos o sus artículos de siempre, solo que con un arcoíris encima.

A esta práctica capitalista se le conoce como pinkwashing o capitalismo rosa, donde se ve a la comunidad LGBTTTIQA+ solo como un nicho de mercado, más que como un movimiento social.

En esta práctica, nuestra lucha es trivializada y abunda el oportunismo para “ganar” nuestra aprobación, como si nos estuvieran haciendo un favor. Nos estarían haciendo un favor si las marcas y empresas donaran las ganancias a organizaciones que luchan por los derechos LGBTTTIQA+ con la venta de sus artículos, pero la mayoría no lo hace.

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Para empezar, que una empresa u organización impulse políticas internas y capacite a su personal para respetar e incluir a la comunidad solo en el mes de junio y no todo el año, no es algo que aplaudir. No obstante, el pinkwashing en el mes del orgullo es solo la punta del iceberg de un sinfín de movidas estrictamente capitalistas para lucrar con nuestra población. 

La más reciente es la venta de espacios comerciales para vehículos que participan en la marcha del orgullo en Ciudad de México, que van desde los ocho mil hasta los 100 mil pesos, según denuncias de activistas de la comunidad en los últimos meses. Los comités encargados de organizar se han negado a ser transparentes respecto a la contabilidad del evento, no se sabe en qué se gastan o invierten las ganancias. La marcha en la capital suele llenarse de marcas que promocionan sus productos y que incluso tienen su propio carro lleno de influencers dentro de la marcha.

LGBT, pinkwashing

Vista de la marcha por el Orgullo 2019, tomada de Wikimedia Commons. Foto:Omar David Sandoval

El privilegio favorece a unos pocos que hasta marchan por nuestros derechos, sin ser parte de la comunidad. 

Pinkwashing más allá de junio: los antros LGBTTTIQA+

El pinkwashing puede malinterpretarse como una muestra de apoyo, a través de un bombardeo exagerado de arcoíris y orgullo en junio. La visibilidad es buena, pero por sí sola no significa nada y nos caricaturiza.

La visibilidad es el primer paso para una verdadera inclusión pero solo eso, el primer paso. Un ejemplo de lo anterior es el mensaje que vemos en la publicidad, donde solo es aceptable ser una persona LGBTTTIQA+ bajo estándares muy específicos. Para representar a la comunidad, las campañas suelen escoger hombres homosexuales cisgénero, blancos, hegemónicos de clase media-alta. En general, ellos siempre han sido la parte de la comunidad más visible, lo que demuestra el efecto del patriarcado y el machismo incluso dentro de nuestra misma población. Esto también se puede ver en el ejemplo más notable de las estrategias para lucrar con nosotres: las discotecas LGBTTTIQA+ en todo México.

Los antros “gay” empezaron como lugares clandestinos en lugares marginados. Eran espacios secretos, de lo contrario, no habrían sido seguros para la libertad de expresión y sexualidad de las personas LGBTTTIQA+.

El primer antro abiertamente homosexual en la Ciudad de México fue El Safari en la década de los sesenta y no fue hasta 1970 cuando se empezaron a abrir más bares y antros de ambiente.

En contraste con el siglo pasado, desde hace ya algunos años, los antros de la comunidad se pusieron de “moda” debido a su ambiente notoriamente diferente a otras discotecas y actualmente se llenan de personas ajenas a nuestra población. La cuestión de permitir la entrada de personas heterosexuales cisgénero en nuestros espacios o no es un debate de nunca acabar, pero la realidad es que hay un exceso de hetero cis en lugares hechos especialmente para nosotres. Nos han desplazado. Ya no es nuestro espacio y mucho menos un espacio seguro.

Las agresiones LGBTfóbicas en discotecas para nuestra comunidad se han vuelto cada vez más comunes a lo largo de toda la República. Por ejemplo, los incidentes en Cabaretito Fusión, antes ubicado en Zona Rosa de la Ciudad de México (actualmente clausurado por la acumulación de denuncias) e Híbrido, ubicado en mi actual ciudad, Villahermosa, Tabasco.

Empecemos por Cabaretito Fusión. La única vez que fui, en 2021, me robaron mi celular. Resulta que no es el único caso: se denunciaron varios robos de celulares en este espacio, al igual que golpes por parte de clientes y del personal a personas de la comunidad y la presunta violación de una mujer por parte de militares en este establecimiento. Fue clausurado a principios de abril de este año. Cabe destacar que no es el único antro, supuestamente, LGBTTTIQA+ ubicado en Zona Rosa acusado de violencia contra nuestra población, pero sí el único cerrado definitivamente por esta razón, y eso que es en Ciudad de México, donde se es más liberal y donde ha habido más avances respecto a nuestros derechos.

Ahora, comparemos con una ciudad más pequeña, Villahermosa, Tabasco. Comparado con la CDMX, puede verse como un pueblo. El antro LGBT con más visibilidad es Híbrido, donde continuamente se reporta que no dejan entrar a personas trans o cualquier persona de la comunidad por portar bolso de mano, shorts, cualquier prenda que te haga lucir fuera de sus estándares heteronormativos. Previamente han estafado a dragas locales haciéndolas hacer show sin pagarles y a pesar de todo esto, la animadora de Híbrido, Chakala ha sido seleccionada como imagen de la marcha del orgullo en el estado por “aliada”.

No es el único caso. En varias ciudades, incluyendo CDMX, se seleccionan “aliados” para la publicidad de la marcha como si fuese algo realmente necesario. Se supone que aparte de una fiesta, es una protesta. Por el orgullo de ser y poder existir, no por el orgullo de ser reconocidos por “celebridades”.

La A no es de aliado

Hay que recordar que, ante los ojos de las personas fuera de nuestra población, nosotres siempre seremos diferentes. Puede que no de una mala forma, pero de que somos diferentes para ellxs, lo somos.

Esto no quiere decir que no existan las corporaciones o personas aliadas, sino que no son parte de nuestra población porque nunca entenderán completamente lo que es ser de la comunidad, y que las empresas no van a vernos como prioridad nunca.

La A no es de aliado, es de asexual o arromántico. Pueden verlo desde afuera, o en algunos casos pueden experimentar discriminación al ser “confundido” por uno de nosotres, como es el caso de algunas mujeres cisgénero que, al no cumplir con los estándares de feminidad, son confundidas por mujeres trans. En cambio, las personas cis seguirán sin comprender del todo qué es ser una persona trans.

Las personas LGBTTTIQA+ no somos el odio que sufrimos y tenemos que recordar que solo entre nosotros somos prioridad porque, desde el principio, solo nosotros nos cuidamos.


*Montserrat Díaz forma parte de la comunidad de Girl Up México, un movimiento liderado por juventudes que quieren capacitar, inspirar y conectar con otras activistas por la igualdad de género. Conoce más sobre Girl Up México y su campaña de recaudación de fondos.

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