Lado B
«Migrantes vienen dispuestos a morir por el sueño americano»
La caravana migrante permanece en la Ciudad de México tras el encapsulamiento policíaco que se convirtió en enfrentamiento, con trece policías y tres migrantes heridos. Los migrantes descansan en la Casa del Peregrino. Participan en protestas en la ciudad, marcharon en memoria de los 55 migrantes fallecidos en Chiapas y este jueves acuden a Palacio Nacional
Por Pie de Página @PdPagina
16 de diciembre, 2021
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María Ruiz

Selvi Daniel se sienta en una banca y estira su pie vendado. Desde el domingo usa muletas. Durante el encapsulamiento en la carretera México-Puebla un policía de la capital mexicana lo empujó del puente peatonal:

“Ya era de muerte, yo pensé… cuando iba en el aire… ya me mató. Pero Dios me dio una segunda oportunidad”, cuenta Selvi.

Selvi es uno de los tres migrantes lesionados en el enfrentamiento con los policías del domingo pasado, los otros dos permanecen en el hospital. A su alrededor sus compañeros reconstruyen la historia:

“Nosotros íbamos pacíficamente. El desorden comenzó cuando esos sujetos antimotines comenzaron a lanzar gas. Fue cuando las personas al frente comenzaron a responder. Cuando vi eso reaccioné, no tuve otra opción más que defender a mis compañeros”, recuerda Alberto.

En este grupo de hombres reunidos en el albergue la casa del Peregrino insisten que si no los hubieran sorprendido habrían reaccionado con más fuerza. Su talón de Aquiles es el cansancio. No esperaban que en la Ciudad de México también los emboscaran

Los hombres coinciden en que los migrantes hondureños son recios. Que no los podrán detener en su decisión de seguir al norte.

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Julio, un adolescente de 19 años, lo explica en una frase: “Mi niña, esta gente que viene aquí viene dispuesta a morir por el sueño americano”.

Hablan de la muerte como un misterio aceptado: “Nosotros sabemos donde nacimos pero no sabemos donde vamos a morir” cuenta Alberto. Conversan de su fuerza, de dónde la sacan durante el camino y en esa conversación nombran a Dios.

“Oramos así, en el pensamiento. Hablamos en silencio con Dios. Pedimos que nos proteja en el camino”, comparte Selvi.

La mayoría son evangélicos. Algunos son católicos, son quienes querían ver a la Virgen de Guadalupe el domingo pasado. Selvi es evangélico, al igual que Alberto. Ambos vienen de Honduras y cuentan que allá, la mayoría profesa la misma religión que ellos, solo los viejos son católicos.

Selvi Daniel y sus compañeros de caravana, David y Moises. / Foto: María Ruiz

En este albergue improvisado con lonas, colchonetas, cobijas y una que otra casa de campaña, el sentimiento de ser emboscados se escucha entre las conversaciones, y a la vez, también el del agradecimiento por el buen trato que se les ha dado en este sitio.

“Hay gente empachada de tanta comida”, cuenta una joven que porta un chaleco naranja como señal de que esta noche, mientras Irineo Mujica duerme, es una de las responsables a cargo.

A unos pasos de Selvi un grupo de mujeres y hombres de distintas edades forman un semicírculo, un teléfono celular conectado a una bocina es el centro de atención de sus miradas. Miran las noticias en Facebook.

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En la pantalla aparece la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum hablando del enfrentamiento y la responsabilidad policiaca, negando que hubiera intención de represión:

“En todo caso lo que se tiene que revisar es el momento en el que ponen una línea. Si hay algún abuso siempre se sanciona y en este caso hay que dejar muy claro el protocolo, pero en este caso es muy importante dejar muy claro que nunca hubo una intención de evitar que entrara la caravana, ni mucho menos, sino más bien que se hiciera en orden y si iban a la Basílica no tuvieran que caminar por la calzada de Zaragoza que es muy peligrosa”, se escucha por la bocina.

“Los políticos cuidan a los suyos”, dice Aura Marina Aguirre, una señora de mediana edad que busca llegar a Estados Unidos por segunda vez. En 2014 fue parte de otra caravana, logró cruzar pero llegando a EEUU la cosa se complicó y “con un quintanal de tristezas” decidió regresar a Guatemala.

Migra por segunda vez porque sus sueños son más grandes que sus miedos.

 

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*Foto de portada: María Ruiz

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Autor Lado B
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