La madriguera de los Topos, futbol desde la resiliencia

Foto: Olga Valeria Hernández

Una cancha de futbol para personas ciegas no es como las demás: es más pequeña y tiene ciertas especificaciones; el deporte se juega como estilo fut cinco. El campo está dividido en tres secciones, y en las vallas hay cartulinas donde piden a las y los asistentes guardar silencio. El fut para ciegos se juega con oídos, concentración y mucho, mucho, trabajo en equipo. 

En Puebla, se acaba de inaugurar la primera cancha para este deporte: la madriguera de los Topos FC, que llevan poco más de una década esperando poder tener un espacio propio tanto para entrenar como para afianzar la comunidad de personas con ceguera y baja visión de Puebla e invitar también a gente de fuera.

Fue el sábado 27 de noviembre que la cancha abrió sus puertas oficialmente a toda la comunidad con un partido amistoso. Este espacio, ubicado en la colonia San Juan Bautista, al sur de la ciudad de Puebla, también será utilizado por las ramas femenil e infantil de Topos.

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Una semana antes hubo una intervención para pintar un mural, donde niños y niñas de la comunidad de personas con ceguera y baja visión escribieron en la pared palabras de cosas que no les gustan: la tarea, los regaños, el secuestro, la discriminación, el odio. Después aventaron cascarones de huevo llenos de pintura al muro blanco, dejando una plasta multicolor; un colectivo de estudiantes veracruzanos le dio forma a la amalgama colorida, haciendo un mural de flores y animales, que demuestra la transformación de lo malo en esperanza.

La odisea para construir la madriguera de los Topos inició en 2015, pero el proyecto inició desde 2010. Jorge Lanzagorta, uno de sus fundadores e impulsor de la iniciativa, cuenta que en 2015 salió la convocatoria para la Copa Libertadores de futbol para ciegos en Perú. En ese momento, el equipo de los Topos tenía ya varios años de existir, y se organizaron para conseguir los recursos en poco tiempo y poder asistir. Al regresar, se dieron cuenta que necesitaban ordenar muchas cosas.

El génesis de un sueño

Foto: Olga Valeria Hernández

Fue el tío de uno de los jugadores quien les ayudó a crear un patronato para estar mejor organizados cuando regresaron de Perú, en 2015. A partir de ahí, dice Jorge, reflexionaron sobre las necesidades del equipo y la comunidad, y concluyeron que lo principal era tener un espacio propio, o sea, una cancha para entrenar y jugar.

En esos momentos Topos estaba incubado en una organización llamada Servicios a la Juventud, así que era urgente también independizarse y constituirse como Asociación Civil, para poder operar de manera más formal. El patronato impulsó dicha acción en 2017, mismo año en el que consiguieron un terreno al sur de la ciudad.

Moisés Cerezo, otro de los iniciadores de los Topos, quien tiene poco más de once años jugando futbol para personas ciegas, dice que el no contar con un lugar fijo para entrenar complicaba mucho las cosas. Aunque a lo largo de todos estos años les prestaron canchas universitarias y particulares, la movilidad era difícil. 

“Estuvimos en una instalación atrás de la Ibero y [los jugadores] nos tenían que esperar en la parada, y de ahí todos juntarnos e irnos en coche a la cancha”, cuenta. Eso hacía que a veces los jugadores no fueran; a veces también les cancelaban los espacios de último momento, o encontraban ya otro entrenamiento en curso al llegar.

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La importancia de un lugar propio radica, de acuerdo con Jorge, en que pueden tener un lugar para echar raíces como comunidad, porque a la par del deporte siempre han buscado generar trabajo con la sociedad.

Así, la perseverancia de la comunidad ha inspirado a más personas —entre ellas niñas y niños—; ahora hay un equipo femenil más fuerte, y también uno infantil. Además, Topos ha logrado que Puebla sea la base de la selección nacional de futbol para ciegos.

“Para nosotros lo más potente que tiene el proyecto es la fuerza del futbol, de manera social y cultural en México, pero eso nos convoca al encuentro y siempre el encuentro entre personas genera mucho crecimiento desde esta idea del compartir saberes, de compartir experiencias de vida y aprendizajes”, dice Jorge.

La consolidación de la madriguera

El camino para tener la cancha fue difícil, pero el 27 de noviembre se convirtió en una realidad. Y es que la comunidad Topos ha sido muy resiliente. “El equipo se ha sabido reponer de todas las adversidades y se han logrado muchas cosas”, comenta Moisés. 

Por su parte, Jorge explica que una cancha de futbol para personas ciegas debe tener ciertas adecuaciones que, aunque son relativamente sencillas, marcan la diferencia y hacen que el equipo se sienta en una cancha profesional, tal como  la que tiene la madriguera actualmente.

Por ejemplo, el pasto es sintético y las vallas laterales deben tener una inclinación hacia afuera de diez grados y ser de un material resistente pero que sea poco agresivo hacia el impacto. Las porterías de la madriguera son las especiales para futbol para personas ciegas, de 2.15 metros de alto por 3.60 de ancho. 

Foto: Cortesía

Sin embargo, la madriguera no sólo se trata de tener una cancha profesional, sino que es un espacio para construir comunidad y fortalecer lazos.

Aidé Hernández Romero, licenciada en Lenguas modernas, lleva cinco años en los Topos. El día de la inauguración de la cancha contó que, aunque empezó en el atletismo, al final se interesó más en el futbol por el sentimiento de comunidad que genera, por cómo se convive en equipo, por sentirse, dice, como en una familia. “Esperábamos que hubiera algo en donde poder llegar a entrenar. Ahora sí va a quedar aquí grabado cada uno de los goles que metamos”.

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“Más allá de jugar en una cancha profesional, por lo menos en Topos, hemos reflexionado con otros equipos aliados de que el fútbol (…) a nivel local (…) se trabaja mucho el tema de la reconstrucción del tejido social y todo este fomento de [practicar] fútbol —ya sea nivel alto rendimiento o recreativo—, eso sí lo puedes trabajar con personas ciegas sean hombres, mujeres, niños [niñas]; es algo que trae muchos beneficios sociales. Obviamente, al ser un espacio público buscamos que esté abierto y la comunidad lo disfrute”, dice Jorge.

Lo que sigue

Aunque la materialización de la madriguera es un gran paso, Moisés sabe que la comunidad tendrá que seguirse esforzando, ahora deberán redoblar el trabajo para hacer mejor las cosas y apoyar a las nuevas generaciones.

Para él, una de las cosas más importantes es cómo el equipo y la comunidad ha logrado romper con ciertos estigmas, porque no es fácil que la sociedad se fije en un equipo de futbol para personas ciegas. 

“Tenemos esa cultura de que un ciego no puede hacer muchas cosas, entonces cuando ve la gente que un ciego juega fútbol de manera profesional, que está en la selección y aparte estudia o trabaja, entonces es lo que queremos: darle esa imagen a la sociedad de que un ciego puede ser muchísimas cosas. Creo que con mucho trabajo, pero se está logrando”.

Actualmente, la comunidad de Topos está diseñando lo que Jorge describe como el modelo de negocio social para que la cancha sea un espacio totalmente sostenible, económicamente hablando, pero a la par sea un proyecto abierto, que sea usado por las y los habitantes de la colonia y donde se hagan actividades vinculantes tanto deportivas como culturales y recreativas.

“Nosotros sí hablamos de que la madriguera es un proyecto de acupuntura urbana y trae mucha fuerza para expandir esta cultura de la discapacidad y puede permear en distintas esferas sociales”, recalca Jorge.

 

*Foto de portada: Olga Valeria Hernández

Aranzazú Ayala Martínez: Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”