Desde que Jair Bolsonaro asumió la presidencia de Brasil en enero de 2019, los brasileños lo han visto desfilar en varias oportunidades colérico, amenazante y violento por canales de televisión y redes sociales. “Prensa de mierda, prensa de porquería” / los periodistas “pueden meterse latas de leche condensada por el culo” / “sinvergüenzas, infames” / “solo publican mentiras”, fueron algunos de los agravios del presidente contra el periodismo en Brasil.
La organización internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF) contabilizó en el primer semestre del año 331 ataques por parte del gobierno de Bolsonaro (presidente, ministros y diputados) hacia los periodistas y medios de comunicación. Bolsonaro es el principal agresor, y le siguen sus hijos Flavio, Eduardo y Carlos, integrantes de los legislativos nacionales y regionales. En total, la familia Bolsonaro realizó 293 ataques en ese período.
Conforme pasó el tiempo la hostilidad escaló en cantidad y agresividad. En el 2020 los insultos crecieron un 168%, con respecto al año anterior. Todo esto en medio de una crisis sanitaria que ya lleva más de medio millón de muertos por COVID-19 en Brasil. Para conocer la situación del periodismo en Brasil, IJNet conversó con Patricia Campos Mello, periodista de Folha de Sao Paulo, y con Andrea Dip, directora de Agencia Pública.
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La principal vía de ataque que utiliza el gobierno de Bolsonaro son las redes sociales, pero también lo hace en apariciones públicas. Uno de los medios de comunicación más atacados es el canal de televisión Globo, que se encargó de informar sobre la pandemia y las muertes por COVID-19. Incluso, Bolsonaro amenazó al canal con no renovar su frecuencia de emisión para el 2022.
Para Campos Mello, como consecuencia de este contexto hostil “hay una desconfianza muy grande de una parte de la población con los periodistas”, y esa población se comporta de forma “muy agresiva”, legitimados por el propio presidente.
Se trata de una tensión que ha llegado al asesinato de periodistas, así como a la legitimación y normalización de la violencia contra la prensa por parte de la sociedad brasileña. Frente a este escenario, “antes de escribir debemos pensar cuáles serán las consecuencias; es un nuevo obstáculo para hacer periodismo”, sostuvo.
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*Foto de portada: Maria Fernanda Pissioli | Unsplash
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