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El conflicto entre israelíes y palestinos: historia de un fracaso colectivo
El último recrudecimiento de la violencia entre israelíes y palestinos debería persuadir a la comunidad internacional de que la ocupación y subyugación de una población por otra es un callejón sin salida
Por Lado B @ladobemx
18 de mayo, 2021
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Tony Walker* | The Conversation

¿Qué será lo siguiente en el último conflicto en Oriente Medio? ¿Conseguirán los mediadores árabes, en coordinación con las potencias occidentales, un alto el fuego entre el grupo militante Hamás en Gaza e Israel, o seguirá deteriorándose la situación?

 

¿Estamos asistiendo al comienzo de un conflicto cada vez más intenso en el que los israelíes se ven envueltos en un sangriento enfrentamiento con los palestinos en los territorios ocupados y, lo que es más amenazante, dentro del propio Israel?

¿Se verá Israel envuelto en disturbios generalizados en su propio territorio en ciudades y pueblos árabes?

En resumen, ¿estamos asistiendo a las primeras fases de una tercera intifada, en la que las bajas aumentan en ambos bandos hasta que los contendientes se agotan?

Esta historia ya la hemos visto antes

Gaza

Imagen de archivo / Foto: hosny_salah | Pixabay

Ya hemos visto todo esto antes: en 1987 y 2000. Entonces, como ahora, la violencia se extendió desde los territorios ocupados en la guerra de 1967 hasta el propio Israel.

No hay respuestas sencillas a estas preguntas, ya que la crisis entra en su segunda semana, con un aumento de las víctimas.

En parte, la siguiente etapa dependerá del nivel de violencia que Israel esté dispuesta a infligir a Hamás. También dependerá de la tolerancia de Hamás a los ataques aéreos y al fuego de artillería israelíes.

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También dependerá de la medida en que Israel considere que sus intereses pueden verse afectados al enfrentarse a una suerte de oprobio internacional generalizado por su ofensiva contra Hamás, ya que el liderazgo del grupo militante está incrustado en una población civil densamente poblada en Gaza.

La crisis dista mucho de ser un ejercicio sin costes para Israel, a pesar de las bravatas de sus dirigentes, sumidos en una persistente crisis interna por la incapacidad del país de elegir un gobierno mayoritario.

La parálisis política no es el menor de los problemas de Israel

Como siempre, la cuestión no es si Israel tiene derecho a defenderse de los ataques con cohetes en su propio territorio. La cuestión es si su respuesta es desproporcionada o no, y si su fracaso crónico en propagar un verdadero proceso de paz está alimentando el resentimiento palestino.

La respuesta corta es “sí”, independientemente de las críticas legítimas que se puedan hacer a un liderazgo palestino insensible dividido entre sus dos alas: la corriente principal de Fatah en Ramallah y Hamás en Gaza.

La continua construcción provocadora de asentamientos por parte de Israel en Cisjordania, y las humillaciones diarias que inflige a una población palestina privada de derechos en el Jerusalén Este árabe, contribuyen a generar una enorme frustración e ira entre las personas que viven bajo la ocupación.

Aunque solo sea por eso, el último recrudecimiento de la violencia entre israelíes y palestinos debería persuadir a la comunidad internacional de que la ocupación y el sometimiento de una población por otra es un callejón sin salida.

Para complicar aún más las cosas para los dirigentes israelíes conviene recordar las circunstancias que han llevado a la última escalada de violencia, y que han disminuido la simpatía internacional por las medidas extremas que Israel está utilizando, con el objetivo de someter a los dirigentes de Hamás.

Los intentos de las autoridades israelíes de desalojar a las familias palestinas de Jerusalén Este de las casas en las que llevaban viviendo 70 años, acompañados de manifestaciones muy provocativas de colonos judíos extremistas que cantaban “muerte a los árabes”, han contribuido a un fuerte deterioro de las relaciones.

A esto le siguió una respuesta policial de mano dura a las manifestaciones palestinas en la mezquita de Al-Aqsa y sus alrededores, el tercer santuario más sagrado del Islam, lo que provocó los ataques con cohetes de Hamás contra el propio Israel desde Gaza.

La organización “International Crisis Group” ha identificado la cuestión que más debería preocupar a Israel y a sus partidarios:

Esta ocasión es la primera desde la intifada de septiembre de 2000 en la que los palestinos han respondido simultáneamente y a una escala tan masiva en gran parte del territorio combinado de Israel-Palestina al impacto acumulado de la ocupación militar, la represión, la desposesión y la discriminación sistémica.

¿Quién inició los ataques? Una pregunta relevante

Gaza

Imagen de archivo /Foto: hosny_salah | Pixabay

En una guerra de propaganda mundial sobre la continua ocupación israelí de cinco millones de palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza, la cuestión de quién empezó esta última convulsión es relevante.

También lo son las cuestiones que rodean los intentos del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, de aferrarse al poder mientras un juicio por corrupción se abre paso en el sistema judicial israelí.

El daño colateral a la reputación de Israel es una consecuencia inevitable del uso de un bombardeo pesado contra objetivos de Hamás en una de las zonas más densamente pobladas del mundo.

Hay dos millones de palestinos en Gaza, una estrecha franja de tierra entre el territorio israelí y el mar Mediterráneo. Muchos viven en campos de refugiados que sus familias han ocupado desde que huyeron de Israel en 1948, en lo que los palestinos denominan la nakba, o catástrofe.

La muerte de una familia numerosa palestina  el fin de semana, cuya casa de tres pisos fue demolida por un ataque aéreo israelí, es un recordatorio chirriante de las consecuencias del uso de armas de guerra en zonas civiles.

Esta es la realidad de una población rehén de un conflicto no resuelto –y posiblemente irresoluble– en el que participan palestinos que viven bajo ocupación.

Hasta ahora, la reacción internacional ha sido discreta. Estados Unidos y sus aliados han condenado la violencia.

El presidente estadounidense Joe Biden, en una llamada telefónica con Netanyahu, pareció respaldar la mano dura de Israel. El tono conciliador de Biden ha suscitado críticas generalizadas a la vista de las impactantes imágenes que llegan de Gaza. Entre ellas, imágenes en directo de un edificio que albergaba medios de comunicación extranjeros siendo destruido por un ataque aéreo israelí.

A nivel regional, los estados árabes han expresado su apoyo a la causa palestina, pero los comentarios de sus líderes han sido moderados.

Sin embargo, las circunstancias que han conducido al estallido de la violencia, en particular la vigilancia policial israelí de las manifestaciones en lugares sagrados para los musulmanes, no han dejado a los dirigentes árabes otra opción que condenar las acciones de Israel.

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*Tony Walker, vicerrector de la Universidad de la Trobe, en Melbourne, Australia. Especialista en temas de Medio Oriente, también es articulista en medios australianos.

 

**Foto de portada: Imagen de archivo / Foto: hosny_salah | Pixabay 

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