Lado B
Familias de acogida, una oportunidad para las y los adolescentes refugiados
Las niñas, niños y adolescentes refugiados en México, que no cuentan con la compañía de algún familiar que les brinde protección, pueden ser recibidos por una familia de acogida. Fundación Juconi y ACNUR han creado el programa “Familias de Acogida Temporal para niñas, niños y adolescentes refugiados” para darles una nueva alternativa
Por Ray Ricardez @RayRicardez
09 de diciembre, 2020
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Miles de niñas, niños y adolescentes refugiados, provenientes sobre todo de Centroamérica, transitan por el territorio mexicano sin la compañía de su madre, padre o de alguna otra persona adulta que les brinde protección en su camino. Su sueño (y única opción) es trabajar, ya sea en México o en Estados Unidos, y empezar una nueva vida. Sin embargo, no dejan de ser menores de edad. 

De acuerdo con Acnur, tan solo en 2018, 10 mil 417 niñas, niños y adolescentes no acompañados fueron detenidos por el Instituto Nacional de Migración, pero solo 356 fueron registrados como solicitantes para obtener la condición de refugiado, “y precisamente son ellos quienes requieren de cuidado alternativo”, advierte María Isabel Remolina, Asociada de Protección a la Niñez de Acnur, en entrevista para LADO B. 

Justo con el objetivo de proveer esos cuidados es que Fundación Juconi México, en colaboración con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) han creado el Programa Cuidado Alternativo de Acogimiento Familiar, que busca la integración de adolescentes a un núcleo familiar de manera temporal, en donde se cubran sus necesidades cognitivas y educativas, así como factores afectivos y sociales.

Angel Rojas Garzón, Coordinador General del Programa Juconi, explica que actualmente tienen entre siete y ocho casos de familias listas para ofrecer acogimiento. Sin embargo, las y los adolescentes que están en espera son muchísimos más. “Entre más familias tengamos, más jóvenes vamos a poder recibir”.

“Creo que esto es, además, una muestra muy contundente de solidaridad, de empatía que también las familias mexicanas pueden demostrar hacia las personas refugiadas; y en este caso, hacia los adolescentes”, dice Valeria Berumen Ornelas, Asociada de Información Pública en en Acnur México. 

El programa de familias de acogida, explica Berumen, busca ofrecer alternativas para que las y los adolescentes refugiados en México no estén privados de sus libertades u obstaculizados en el ejercicio de sus derechos. Las instituciones migratorias están un poco sobrepasadas, asegura, lo que hace más factible y necesaria la aplicación de estos proyectos. 

Ser familia de acogida 

Convertirse en una familia de acogida, explica Ángel Rojas, implica contribuir al desarrollo integral de niñas y niños y adolescentes que estén solicitando protección como refugiados en el país. 

El programa inicia, de acuerdo con el Coordinador General del Programa, tras recibir la postulación de las y los adolescentes que se encuentran en refugio o al cuidado de otras organizaciones de la sociedad civil o instituciones gubernamentales. 

Lo que sigue es un procedimiento que llaman “Operación Amistad”, el cual consiste en informar a las y los adolescentes acerca del acogimiento familiar. Esta es una adaptación que puede llevar hasta tres meses o más, durante los cuales mantienen una comunicación constante con Juconi. 

El proceso por parte de las familias empieza contactando a la organización (ya sea vía telefónica o por correo electrónico), para acordar sesiones informativas. Después, se hace una valoración del ambiente familiar y comunitario para determinar cuáles familias son aptas para iniciar el procedimiento. Al final, se realiza un plan de vida que involucra a la o el adolescente y a la familia, dando paso al acogimiento. 

La familia postulante debe tramitar un certificado de idoneidad a través del DIF (para demostrar que es apta de recibir a un menor). Una vez realizado este trámite, se prepara la integración paulatina del o la adolescente. Al momento de la acogida, hay un acompañamiento por parte de la organización para vigilar que se esté dando la integración con la familia y la comunidad de manera positiva.

Los requisitos que una familia o personas interesadas deben tener para formar parte de este programa son: interés en brindar la recepción, apertura, respeto, tolerancia religiosa, cultural, social y disposición para ofrecer a las y los jóvenes un ambiente familiar que pueda contribuir a la restitución de sus derechos. 

A veces las familias mexicanas creen que no tienen las condiciones para dar acogida a una o un adolescente refugiado, sobre todo en términos económicos. Sin embargo, Berumen asegura que hay familias de clase media que están demostrando con esta iniciativa que es posible, y que tienen la empatía con una o un joven que ha tenido que pasar un trayecto muy difícil, y que viene huyendo de condiciones muy complejas.

Diohema Anlleu, Directora de Incidencia en Fundación Juconi México, aclara que en relación al concepto de “familia de acogida” los perfiles son diversos, y no obedecen a una única concepción, entendiendo que hay diversas formas de ser familia. 

El tiempo de acogida es variado y depende de cada caso. Por lo general, este proceso va desde que ingresa la o el adolescente a la familia de acogida, hasta que cumple la mayoría de edad. Pero cada joven puede decidir en qué momento concluye el acogimiento familiar y aventurarse a la vida profesional. 

Familia de acogida

No es adopción

María Isabel Remolina aclara que este no es un proceso de adopción. Ella explica que las medidas de cuidado alternativo (opciones de cuidado que se les puede brindar a las y los adolescentes sin la compañía de sus familias) no son lo mismo a una adopción (procedimiento permanente). Son medidas temporales, detalla, en tanto no se logra una solución con la familia nuclear o extensa (tíos lejanos, abuelos, entre otros). 

Remolina recuerda que, en la medida en la que el gobierno mexicano no logra por medio de las autoridades de protección a la niñez encontrar vías para facilitar la reunificación familiar, se buscan otras opciones de cuidado que siguen siendo temporales, como las familias de acogida. Es decir, la adopción sería un último recurso en el caso de niñas o niños refugiados.

Rojas Garzón explica que se atiende el “interés superior” (medidas que vayan a proteger en mayor grado al menor, si no es que todos sus derechos, estipulado en el artículo el artículo 4o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos) de la o el joven, buscando que se pueda reintegrar con su familia; cuando esto no puede darse, se busca darle un núcleo familiar que propicie su desarrollo integral, la calidad de vida, interacción y el acercamiento a otros de sus derechos (educación, alimentación, salud, protección, recreación y esparcimiento). 

Detalla que es por medio de una familia de acogida que se pueden generar los vínculos y habilidades necesarias para la vida independiente o vida adulta, en otras palabras. 

Enfocado en adolescentes

Rojas Garzón dice que sí hay casos de niñas y niños menores de 12 años que se han postulado en el programa, sin embargo, es muy raro que suceda. Son casos aislados que, por ejemplo, en el trayecto perdieron a su madre o padre y se quedan solos en territorio mexicano. 

En su experiencia, muchas y muchos adolescentes llegan con la ambición de trabajar, sin importar tener la edad legal para poder hacerlo. Sin embargo, “una vez en un ambiente seguro, con una contención y acompañamiento, estas expectativas pueden cambiar”. 

En Acnur, la labor de identificación de casos se realiza con la ayuda de organizaciones de la sociedad civil, instancias de gobierno y las oficinas que tienen en varios puntos de la ruta migratoria. Al tener contacto con personas refugiadas, encuentran a estas niñas, niños y adolescentes. “La gran mayoría de los casos los identificamos en nuestras oficinas del sur”, detalla María Isabel Remolina. 

Acnur colabora estableciendo metas en conjunto, dando seguimiento y apoyo en el diálogo con otros actores, como contrapartes de gobierno. La labor operativa, que conlleva la atención, recepción y valoración de los casos, es tema de Juconi desde la “Operación Amistad”.

Reforma migratoria

El programa de familias de acogida u otras medidas de cuidado alternativo, están enmarcadas en la Ley General de los Derechos de niñas, niños y adolescentes en su reglamento. 

Recientemente, se publicaron las reformas a algunos artículos de la Ley de Migración y de la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político, estableciendo medidas que se enfocan en garantizar de manera más efectiva el cumplimiento de los derechos de la niñez y adolescencia migrante, solicitante de asilo y refugiada.

Los principales avances que le corresponden al programa de acogida, de acuerdo con Diohema Anlleu, Directora de Incidencia en Fundación Juconi México, es la gama de atención de niñas, niños y adolescentes en situación de movilidad, enfocada en alternativas de cuidado y no únicamente en estaciones migratorias. 

Las procuradurías de protección de niñas, niños y adolescentes deben garantizar a este sector sus derechos. Se evita, además, la detención y el retorno de estos menores, y se apela a las medidas de cuidado alternativo y a la responsabilidad del Estado mexicano de atender estos casos.

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Autor Lado B
Ray Ricardez
Licenciado en Relaciones Internacionales por la UDLAP con Maestría en Medios, Comunicación y Cultura por la Universidad Autónoma de Barcelona. Investigador, periodista en proceso y músico de corazón. Coordinador de la revista digital Libertad de Réplica. Interesado en la movilización, el periodismo y el cambio social. Soñando con hacer un mundo mejor ayudado por las palabras.
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