Lado B
Salud mental, la otra afectada por COVID
El confinamiento, el saberse positivo, tener síntomas similares a COVID-19, el fallecimiento de conocidos y familiares está provocando que personas sin trastornos mentales debuten en estos, pero también está ocasionando recaídas en quienes ya los padecían
Por Animal Politico @Pajaropolitico
19 de noviembre, 2020
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Andrea Vega

Violeta nunca antes había padecido trastorno de ansiedad o ataques de pánico. Con 29 años, un trabajo estable en una empresa de comunicación y una vida independiente, el mundo parecía girar sin mayor problema. Entonces llegó la pandemia de COVID-19.

El sábado 13 de junio de 2020 empezó con lo que para ella eran síntomas claros de la enfermedad. Estaba cansada, le dolía la cabeza y el cuerpo. Después empezó con tos. Llamó a Locatel. La anotaron como caso sospechoso. Le dijeron que se quedara en casa y que le darían seguimiento. No volvieron a contactarla hasta 15 días después.

Sola en su departamento y sin la guía de ningún personal de salud, Violeta, a quien llamaremos así para reservar su identidad a petición suya, se empezó a angustiar. Dos veces sintió que no podía respirar. Le llamó a una amiga médica. Ella le pidió que le describiera qué sentía cuando no lograba jalar aire. La joven le describió que sentía una fuerte opresión en el pecho.

“Me dijo que si la falta de aire fuera por COVID, sentiría un dolor en la espalda, que más bien todo indicaba que estaba teniendo ataques de pánico”.

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“La pandemia global de COVID-19 y los cambios en la dinámica social como resultado de la misma han tenido impactos significativos en la vida de las personas, los cuales van más allá de las consecuencias directas de contagiarse del virus, e incluyen desafíos económicos, sociales y emocionales”, señalan los resultados de la *Encuesta de Acceso a la Salud y Estado de Derecho en el marco del COVID-19 del World Justice Project.

Según esta encuesta, el 27%, de los más de 2 mil entrevistados en todo el país, aseguraron que las medidas de seguridad de la cuarentena por la COVID-19 les habían ocasionado alguna enfermedad derivada del estrés. Casi 3 de cada 10 personas refirió este impacto en su vida y su salud.

Silvia Morales Chaine, coordinadora de Centros de Formación y Servicios Psicológicos de la Facultad de Psicología de la UNAM, cuenta que, en la estrategia que pusieron en marcha junto con el Instituto Nacional de Psiquiatría de la Secretaría de Salud para dar atención telefónica en salud mental a la población general, han dado, en seis meses, 2,567 servicios especializados por casos de violencia, depresión y riesgo de autolesión o suicidio.

“Para nosotros, en la UNAM, eso es un récord de atención. Nunca antes habíamos tenido tanta demanda”, señala Morales Chaine.

Violeta no había caído en cuenta, pero había estado exponiéndose mucho a las noticias de la pandemia y la crisis económica, y lo había hecho encerrada en su departamento. Acabó con miedo de contagiarse y morir.

Cuando su amiga le dijo que tenía ataques de pánico, trató de tranquilizarse pero para entonces vivía pegada al oxímetro con el que cada hora medía su nivel de oxígeno en sangre, que a veces solía bajar hasta 89 por el pánico.

“Tres o cuatro veces al día sentía que me asfixiaba, sobre todo en las mañanas. La sensación era tan fuerte que necesitaba sacar la cabeza por la ventana y jalar aire”.

La joven ya no podía salir a la tienda de la esquina por los víveres más indispensables sin sentirse aterrada y también le aterraba el contacto con la gente.

“Me daba miedo que me llevaran la comida, sentía que me iban a contagiar, la recibía con guantes y desinfectaba todo. Un día me quedé sin internet y no quería llamar a la compañía porque no quería que enviaran un técnico. Estuve paralizada como una hora frente al teléfono y solo llamé porque si no no podía trabajar”, cuenta.

Juan José Sánchez Sosa, profesor emérito y exdirector de la Facultad de Psicología de la UNAM, dice que tanto el sector salud como esta casa de estudios han documentado que hay ciertas afectaciones psicológicas derivadas de la pandemia que están generando padecimientos.

Entre los más frecuentes está la ansiedad, “esta especie de miedo flotante que en este caso no es tan flotante porque sabemos bien que ese miedo es a la COVID”, explica Sánchez Sosa.

También están los síntomas depresivos, como una tristeza profunda que no se puede quitar con nada y que impide disfrutar las cosas. “Empezamos a dejar de hacer cosas que hacíamos, empezamos a dejar de disfrutarlas, descuidamos nuestra apariencia y lo que estamos haciendo, empezamos a comer demasiado o dejamos de comer, dormimos demasiado”.

Además puede haber enojo, violencia familiar, irritabilidad, intolerancia, un estado de alerta permanente, hiperactividad, problemas para concentrarse.

El médico psiquiatra Gady Zabick Sirot, actual titular de la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic), explica que todos estos padecimientos de ansiedad o de ataques de pánico pueden derivar en otros de tipo físico.

“Un cuadro clínico ansioso, junto con un cuadro clínico depresivo es una condición que puede afectar muchas funciones fisiológicas, como el apetito, el sueño, y las personas pierden peso, su inmunidad está disminuida y esto va teniendo repercusiones”.

Cóctel de estrés 

De acuerdo a los resultados de la encuesta telefónica realizada por WJP, las mujeres resultan más afectadas. De los hombres que respondieron, 25.7% dijeron que las medidas de seguridad de la cuarentena por la COVID-19 sí les habían ocasionado alguna enfermedad derivada del estrés y 73.6 que no. Mientras que de las mujeres, 28% dijeron que sí y 71.1% que no.

Violeta no entendía lo que le pasaba. “Fue incomprensible para mí cómo podía amanecer llorando, cómo podía dormir poco, cómo ya ni comía, cómo podía tener tanto miedo. Yo era joven, sana, independiente y de pronto sentía que ya no era funcional, que con este antecedente ya no saldría adelante. Estaba sentada tratando de comer y me ponía a llorar”.

Sánchez Sosa explica que ante la pandemia, la población se encuentra en una situación que combina modalidades del estrés que casi nunca ocurren juntas. Es un cóctel difícil de sobrellevar.

En México, explica el WJP, algunos de los impactos más frecuentes de la pandemia incluyen la pérdida de ingreso o trabajo, así como enfermedades derivadas del estrés.

El estrés no es más que la tensión creada por un cambio interno o externo que amenaza nuestra existencia organizada y requiere adaptación inmediata.

El WJP señala en el ensayo “The Twin Crises of Public Health and the Rule of Law”, que justo cuando las sociedades requieren de un estado de derecho fuerte para responder a la pandemia, las normas de buen gobierno y su capacidad para cumplirlas se deterioran.

 

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*Foto de portada: Andrea Paredes | Jesús Santamaría | Animal Político

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