Lado B
Por qué no lo deja: el complejo ciclo de la violencia
El desconocimiento del ciclo de la violencia suele generar que amistades y familiares juzguen a las mujeres violentadas y terminan por alejarse
Por Valeria Rodríguez @Varona92
24 de noviembre, 2020
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Edición: Ámbar Barrera

“¿Para qué te digo algo, si no lo dejas? Ya van varias veces, ya es cosa tuya”; “Te dije que lo dejaras”; “¿Pues qué estás muy tonta? Yo ya lo hubiera dejado”, son algunas de las frases que Sandra, Claudia y Laura* tres mujeres violentadas por sus parejas escucharon muchas veces de amistades y familia, hasta que optaron por callar la violencia que vivían para evitar la vergüenza o culpabilidad de mantenerse en esas relaciones. 

La psicóloga Alma Xiomara Sarabia Miranda, especializada en perspectiva de género y feminismo, explica que las víctimas requieren ayuda psicológica y que contar con el respaldo de familia y amistades puede ser la diferencia entre salir o quedarse en una relación violenta. Sin embargo, las redes de apoyo de las mujeres no siempre están informadas sobre el ciclo de la violencia, lo cual dificulta su rompimiento.

El ciclo de la violencia

Las redes de apoyo suelen identificar la situación de las mujeres violentadas cuando ya existen agresiones visibles o cuando ellas se animan a contar lo que viven; entonces cuestionan que ellas no terminen la relación, pero la historia no inicia ahí.

“Él era muy caballeroso, atento y todo lo bueno que pides en un chico, por eso nos fuimos a vivir juntos después de un año. Después de un mes [de vivir juntos] empezó a manipularme y a molestarse por mis redes sociales y por sus celos dejé de trabajar. Luego empezaron los jaloneos y los golpes menores por discusiones sobre con quién me relacionaba”  comparte Claudia.

El ciclo de la violencia, explica Xiomara Sarabia, se trata de eslabones enganchados que se repiten una y otra vez, el primero de ellos es el romanticismo, la etapa de la conquista donde empieza el enganche con la pareja.

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El segundo eslabón es el enamoramiento, en el que son especialmente vulnerables aquellas personas con carencias afectivas desde la infancia, pues sienten que la pareja llena todos esos huecos y que es aquel príncipe azul del cuento que llegó para salvarlas. 

El tercer eslabón es el amor romántico, en el que se cede poder y tiempo en nombre de ese “gran amor”, y el otro empieza a tener derecho sobre la persona. Tal como le pasó a Laura, cuya pareja comenzó sutilmente a ser celoso si salía con amigos, y terminó por prohibirle que asistiera a fiestas y hackeó sus redes sociales para asegurarse de que efectivamente no saliera.

El último eslabón es el desdibujo, donde la mujer se siente perdida, deja de ser ella misma y se minimiza, permite violencia y agresiones porque ha perdido autoestima; ya no se piensa en pareja, sino controlada y manipulada. Cuando el violentador la ve al límite regresa a la conquista y reinicia el ciclo.

Foto: Ken Ozuna | Pexels

“En la cuarentena estuvimos más tiempo juntos así que un día, al discutir horrible, me empezó a juzgar, me insultó hasta llegar a los golpes. Otro día discutimos, me golpeó el ojo y me ahorcó [intentó], su chantaje para que lo perdonara era casi siempre llorando y me culpaba por lo que él me hacía”, recuerda Sandra. 

Aunque desde el inicio de la relación puede presentarse violencia sutil, suele minimizarse por el enamoramiento, donde se magnifican las cualidades del otro y se pasan por alto los indicios. Esta violencia está basada en el machismo: mentir, manipular, ser infiel, hacerle pensar a la pareja que está loca al cuestionarlo y, en general, el trato psicológico que tiene hacia la mujer, el cual puede dañarla gravemente.

Laura vivió esa violencia sutil con su ex pareja, quien la minimizaba en lo que hacía, especialmente cuando ella destacaba en lo laboral y él tenía problemas en sus estudios, la chantajeaba e incluso la miraba con odio.

En el caso de Sandra sí notó que su pareja era violenta con otras personas al inicio de la relación, pero no lo era con ella, así que pasó por alto el tema. Después su pareja comenzó a celarla y posteriormente recurrió a la violencia directa a través de los golpes.

En el caso de Claudia, el reclamar la infidelidad de su ex pareja le valió una golpiza y varias costillas lastimadas. Aprovechó cuando él fue por medicamentos para la inflamación para escapar a casa de sus padres y aunque lo denunció y obtuvo una orden de restricción, el acoso continuó.

La dificultad de romper el ciclo

Xiomara Sarabia explica que quienes no tienen un trabajo personal de amor propio o una vinculación consigo misma, suelen mantener por mayor tiempo el enganchamiento con la pareja, a pesar de la violencia, pues desde esas carencias es difícil detectar las agresiones.

“Aquí se empieza a normalizar la relación y cuando ya nos damos cuenta del porqué no podemos salir, es porque mis afectos nunca fueron para mi y esa persona me los dio en apariencia, a pesar de la violencia”, detalla.

Laura comparte que, a pesar de saber que su relación era tóxica, prefería permanecer ahí para no estar sola: “Fue muy difícil dejarlo por la codependencia, pero trabajé mucho en mi, tomé terapia y siempre tuve una red de apoyo que me permitió salir”.

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La especialista explica que poder hablar de la violencia que viven estas mujeres es el primer paso y el más importante para poder romper con el ciclo, pues cuando se narran estas historias es posible identificar la violencia, nombrarla y reconocerla, de ahí la importancia de que las redes de apoyo mantengan la puerta abierta para que ellas puedan hablar.

Es necesario contar con ayuda profesional para romper el ciclo, porque las afectaciones psicológicas de la violencia necesitan atención especializada, también los grupos de ayuda pueden contribuir, pues el compartir y escuchar testimonios permite identificar que hay otras personas que vivieron lo mismo y pudieron salir.

“Creo que a veces los estándares sociales no nos dejan permitirnos estar solas, es como si necesitáramos a alguien para ser felices. Pero ahora estoy muy feliz después de ir a terapia porque sé que no necesito a alguien conmigo para ser exitosa”, comparte Laura.

En ello coincide Sandra, que después de mucho trabajo pudo dejar a su pareja y en terapia pudo comenzar a trabajar en ella misma para no volver a caer en una relación violenta.

Si alguna mujer cercana a ti vive violencia te dejamos algunas instituciones y organizaciones en las que pueden recibir orientación:

 

*Las tres mujeres pidieron guardar el anonimato y se utilizaron estos nombres para contar sus historias.

 

*Foto de portada: Kat Jayne | Pexels

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Autor Lado B
Valeria Rodríguez
Lic. en Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Me gusta investigar y hablar de diversos temas interesantes.
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