Lado B
Al Ovigem lo frenó el machismo
Podrán no creerlo, pero en los años en los que funcionó Ovigem muchos medios mejoraron su cobertura respecto al tema de feminicidio.
Por Samantha Paéz @samantras
06 de julio, 2023
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¡Qué difícil empezar a escribir este texto! Quizás es hasta doloroso. Primero me gustaría decir que el Observatorio de Violencia de Género en Medios de Comunicación (Ovigem) es uno de los proyectos más bonitos en los que he trabajado. Aprendí mucho estando allí y tengo recuerdos muy lindos de ese espacio, pero sobre todo sentí que aportaba algo al periodismo. 

De mis compañeras y amigas del Ovigem sólo puedo decir que les agradezco tanto, desde el trabajo, las risas, las lecturas, las reflexiones, las canciones, el cafecito, la comida y las chelas. Compartimos muchísimo esos tres años juntas, sobre todo la digna rabia cada vez que leíamos o escuchábamos notas llenas de misoginia. Reconozco que todas ellas son mujeres responsables y comprometidas con los derechos humanos. Quizás por eso es tan duro para mí saber que se les violenta de forma económica y lo peor, que un proyecto tan necesario como el Ovigem fue frenado por el machismo.

Quizás quien esté leyendo esto no entienda de qué estoy hablando o por qué creo que es tan importante el Ovigem, trataré de explicarlo. 

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En 2016 varias organizaciones de la sociedad civil y la propia Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) solicitaron la alerta de género para Puebla, unos meses después un grupo de especialistas locales y nacionales emitió una serie de recomendaciones para el gobierno estatal. Entre estas recomendaciones estaba crear un observatorio de medios, debido a la gran revictimización que había en los casos de feminicidio y violencia en contra de las mujeres. Así fue cómo surgió el Ovigem en 2017, como parte del Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia de Puebla.

Por esas fechas la entonces directora del Ovigem, Vianeth Rojas, me invitó a formar parte del Consejo Consultivo, integrado por sociedad civil y academia especialistas en violencia de género y medios de comunicación. El observatorio se encargó desde ese momento de diagnosticar la violencia mediática en el estado y hacer recomendaciones a los medios de comunicación.

Cuando Vianeth dejó la dirección del Ovigem, me ofrecieron ese puesto y para mi fue un reto porque nunca había trabajado en una organización de tiempo completo y porque no quería dejar el periodismo. Al final fue algo que disfruté mucho, porque pienso que aportamos a la reflexión sobre la violencia mediática, de hecho, hicimos una propuesta para que se incluyera este tipo de violencia en la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia de Puebla.

Podrán no creerlo, pero en esos años muchos medios mejoraron su cobertura respecto al tema de feminicidio. Esto no fue fácil, implicó hacer talleres de forma continua, hablar con los directivos de los medios de comunicación, emitir recomendaciones, hacer análisis en los momentos de coyuntura, aliarnos para hacer periodismo colaborativo y darles confianza a las, les y los periodistas para que nos compartieran sus dudas. Así fue como notamos un cambio.

¡Pero todo eso se fue al carajo! 

Creo que lo que más afectó al Ovigem fue el machismo proveniente del propio Consejo Ciudadano. No digo esto a la ligera, fue tema de conversación múltiples veces con mis colegas y con otros colaboradores de la organización. 

Aunque el Ovigem tuvo un gran reconocimiento a nivel nacional e internacional, basta con decir que colaboramos con organizaciones y universidades de Ecuador, Paraguay y Costa Rica, los gobiernos de Michoacán, Nuevo León y Oaxaca nos pidieron asesoría, nunca tuvo el apoyo debido por parte del presidente del Consejo, Armando García Pedroche, y del director, Alejandro Espriú Guerra. Ejemplo de ello es que al Ovigem le encargaron otros 2 programas con el mismo personal, mientras que el Observatorio Ciudadano de Seguridad y Paz (Ocsepaz), compuesto por hombres, tenía el mismo número de recursos humanos pero un solo programa.

No sólo fue eso, a lo largo de los 3 años que fui directora del Ovigem nos llegaron infinidad de propuestas para hacer proyectos pagados, que iban desde la creación de campañas con perspectiva de género hasta la realización de diagnósticos y talleres. Ni uno sólo se concretó. ¿Por qué? Pienso que por un lado les daba miedo que el Ovigem se independizara y creo que también había una enorme desidia para buscar otros fondos que no vinieran del gobierno estatal.

Recuerdo perfecto que de las últimas veces que hablé con Alejandro Espriú le dije que el Ovigem era un proyecto que iba a crecer muchísimo, que era necesario pensarlo como algo aparte del Consejo Ciudadano. 

Lo que ocurrió fue todo lo contrario, había un intento por controlar cada vez más el trabajo que hacíamos, nuestras redes sociales y nuestras actividades fuera del ámbito laboral. Les daba miedo que el gobierno del estado cortara los recursos y lo único que se les ocurría era limitarnos, casi censurarnos, para evitar las molestias.

Al final salí del Ovigem.

Fue triste, esa historia se las contaré después, pero también un alivio porque no podía ver cómo mataban a ese proyecto al cual amé, amo. El Ovigem era un pez muy grande para estar en la pecera del Consejo Ciudadano, podría haber sobrevivido por sí mismo muchísimo tiempo, talento y compromiso había. Estoy segura que si hubiera sido así no tendríamos esas portadas, esas notas y esas fotografías tan revictimizantes, tan poco dignas, sobre los últimos feminicidios en Puebla.

Pero ni hablar, el Ovigem se quedó en el Consejo Ciudadano y otra clase de machismo lo empujó hacia el abismo: el desinterés del gobierno estatal por el cumplimiento de la alerta de género.

Cuando el Conavim decretó la alerta de género para Puebla, en abril de 2019, dictó 45 medidas que deberían ser cumplidas por el gobierno estatal. La medida VI dice: “Fortalecer el Observatorio de Violencia de Género en Medios de Comunicación y generar una estrategia que permita incorporar sus recomendaciones en los medios de comunicación del Gobierno del Estado”.

Nada de esto pasó, porque la Subsecretaría de Prevención del Delito y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, a cargo de Raquel Medel Valencia, no entregó en 2022 ni en 2023 el recurso que el Congreso estatal etiquetó para el Consejo Ciudadano. Lo cual además de ser ilegal, deja claro que no le interesó fortalecer al Ovigem, ni cumplir con su mandato constitucional de promover la igualdad entre hombres y mujeres.

El Consejo Ciudadano desaprovechó la oportunidad de generar ingresos propios y el gobierno estatal simplemente no dio los recursos, así fue como hace casi un año se anunció el cese de actividades del Ovigem, pero sin liquidar como es debido a sus trabajadoras, mis amigas. Ellas mismas sacaron un comunicado diciendo de forma muy puntual las afectaciones que esto causó. Me sorprende que ningún Consejera, Consejero o directivo les haya hablado para resolver el tema.

¿Ven por qué escribir de esto duele? ¿Qué sentirían de ver a aquellas personas que admiran y quieren perder su trabajo, que no les paguen lo que corresponde? ¿Qué sentirían de saber que aquel proyecto al que dedicaron años y rindió frutos es frenado? 

A pesar de eso… quiero cerrar este texto con un poco de esperanza, esperanza en que el gobierno federal presione para el cumplimiento de las medidas de la alerta de género y para que la sociedad civil organizada no abandone esta causa. El Ovigem hizo un gran trabajo y merece regresar, por el bien de todas las mujeres y disidencias sexogenéricas, porque necesitamos y queremos que los medios nos representen con dignidad.


Foto: Samantha Paéz

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Autor Lado B
Samantha Paéz
Soy periodista y activista. Tengo especial interés en los temas de género y libertad de expresión. Dirigí por 3 años el Observatorio de Violencia de Género en Medios de Comunicación (OVIGEM). Formo parte de la Red Puebla de Periodistas. También escribo cuentos de ciencia ficción.
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