La urbanización de Lomas de Angelópolis ha acelerado el desabasto de agua y acaparado aproximadamente el 70 por ciento de todo el ejido en el municipio de Santa Clara Ocoyucan, estima el académico e investigador de la UNAM, Samuel Rosado.
Lo anterior ha provocado una disminución en el acceso al agua potable en algunas zonas de la junta auxiliar de Santa María Malacatepec, de acuerdo con testimonios de sus habitantes, recogidos por la organización TECHO, que tradicionalmente tenían acceso al agua a través de pozos particulares y comunitarios.
No es una problemática reciente, pero fue durante la pandemia y la campaña de sanidad, que promovía el frecuente lavado de manos, cuando se evidenció aún más el desabasto, de acuerdo con Christian Galindo, el director de TECHO Puebla.
Las personas que comenzaron a sufrir la escasez de agua se vieron forzadas a encontrar nuevas opciones para obtener el recurso. Una de estas fue el Programa de Emergencia de Sistemas de Captación de Agua de Lluvia, de TECHO Puebla, una organización que busca superar la situación de pobreza que viven millones de personas en asentamientos populares, a través de la acción conjunta de sus habitantes y jóvenes de manera voluntaria.
Para determinar la aplicación de este programa, la organización realizó diagnósticos semanales. Al final, las localidades que fueron declaradas en situación emergente por falta de agua fueron precisamente dos juntas auxiliares de Santa Clara Ocoyucan: Santa María Malacatepec y San Isidro Petlacatl.
Al indagar en las razones de este problema, los equipos de diagnóstico de TECHO detectaron una constante a partir de los testimonios de las personas: “empieza a coincidir que, conforme se va extendiendo este fraccionamiento (Lomas de Angelópolis) es conforme les van quitando el agua”, explica Galindo.
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En ambas localidades antes se utilizaban pozos comunitarios en ejidos que el complejo habitacional de Grupo Proyecta ha adquirido en su expansión. Hoy, ni los pozos en casas, ni los mantos acuíferos son suficientes.
Dicho ejidos, según el abogado especializado en defensa del agua, Omar Jiménez, fueron vendidos desde hace 30 años a precios muy bajos (50 centavos el metro cuadrado aproximadamente en sus inicios).
Joseph, habitante de Malacatepec, asegura que aunque aún no se ha terminado el agua, la fuerte demanda ha propiciado que cada vez falte más. Incluso hay habitantes que se han visto obligados a escarbar más en sus pozos. Sus padres, por ejemplo, como todas las personas obligadas a aumentar la profundidad de su noria, pagan por metro escarbado entre mil y mil 500 pesos, aproximadamente.
El Programa de Emergencia de Sistemas de Captación de Agua de Lluvia, de TECHO Puebla consiste en la colocación de sistemas de captación de lluvias que proveen a las familias beneficiadas de aproximadamente 2 mil litros de agua por cada tormenta.
Estos mecanismos utilizan canales de PVC que llegan a un tinaco para la distribución en las casas. Ya se instalaron 20 en la comunidad. Sin embargo, si no hay lluvias, la escasez puede regresar.
Otra opción a la que recurren las familias afectadas, sobre todo las que se ubican en los cerros, es el servicio de pipas de agua, pero esto significa un gasto de hasta 550 pesos por aproximadamente 10 mil litros de agua.
Si empiezan a necesitar pipas es una señal de un problema grave, advierte Samuel Rosado, el investigador de la UNAM. En su opinión, este proceso, además de contaminante e insostenible, anuncia la privatización del recurso a costa del derecho de las personas en la localidad. Al respecto, Omar Jiménez señala la probabilidad de que este servicio sea un negocio redituable que se consolide a costa de la necesidad.
Y mientras tanto la expansión de Lomas de Angelópolis (y por ende, la explotación de los mantos acuíferos de Ocoyucan) continúa.
La hiperurbanización de Puebla, advierte Rosado, es la consumación de lo global impactando en lo local. “¿Qué poder democrático tienen las personas de Santa María Malacatepec sobre su propio territorio (y el agua dentro de él)?”, plantea.
Samuel Rosado agrega, además, que no existen estudios o metodologías en México para estimar el volumen de los acuíferos y por ende, no se puede determinar cuánto y cómo se explotan.
El futuro no es alentador. Samuel Rosado advierte que el megaproyecto habitacional está destinado a explotar 332 hectáreas. Este influye, de acuerdo con el académico, en dos situaciones: las inmobiliarias acaparan el agua, sin saber además con precisión cuánta utilizan y, además, esta se utiliza para la extracción y construcción del complejo.
El investigador de la UNAM advierte cambios en los patrones de consumo de agua en las personas; por un lado quienes la explotan más y por otro, quienes viven sin ella. Otro problema, además de la extracción, es la retención de agua en el suelo con la deforestación de estas hectáreas.
La amenaza es cada vez más latente y Joseph teme que eventualmente se acabe el agua a todas las personas del pueblo. Si las condiciones siguen así, lamenta, la escasez de agua será inevitable.
*Foto de portada: Olga Valeria Hernández