Con Joe Biden a la cabeza, Estados Unidos volvería al Acuerdo de París y con ello una de las grandes potencias —también de las más contaminantes— asumiría el compromiso de transitar a economías que reduzcan sus emisiones de carbono y, en general de gases de efecto invernadero, para combatir el cambio climático. Sin embargo, lo novedoso no está allí sino en cómo esta acción y todas las que tome Biden siendo presidente pueden impactar en su región más cercana: América Latina. La respuesta está en la ambición.
Si China y Estados Unidos, los países del mundo que más dióxido de carbono emiten, según el Global Carbon Atlas, se comprometen a alcanzar las cero emisiones netas de gases de efecto invernadero, ni siquiera los países más contaminantes de América Latina —México y Brasil— tendrán una excusa para no apostar por algo similar. Antes de Donald Trump, Estados Unidos era uno de los países con mayor diplomacia climática y esto contribuyó significativamente a que se firmara el Acuerdo de París, según comenta Adrián Fernández Bremauntz, director ejecutivo de la Fundación Iniciativa Climática de México.
Nadie duda de que Biden retomará este camino. Una de sus promesas de campaña ha sido apostar por un país que alcance las cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para el año 2050. De esta manera, las ambiciones de Estados Unidos se convertirían también en una herramienta política para presionar a los gobiernos del mundo, incluidos los latinos, a que también asuman con mayor liderazgo la lucha contra el cambio climático.
En su plan de Gobierno, Biden asegura que su país impondrá “aranceles o cuotas de ajuste de carbono a los bienes que consumen mucho carbono [provenientes] de los países que no cumplan con sus obligaciones climáticas y ambientales”. Es decir, presionar por la vía comercial a que los países tomen acciones concretas, más allá de las promesas del Acuerdo de París. Esto es algo que no existe en la actual administración de Donald Trump, quien incluso niega el cambio climático.
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Fernández explica que la propuesta de Biden se conoce como “ajustes fronterizos de carbono” y no son novedosos en el mundo. Lo novedoso es que ahora los países latinoamericanos se deberán preocupar por esto para poder exportar a un menor costo a Estados Unidos, el mayor socio comercial de muchos de ellos.
No solo las exportaciones se afectan con un viraje en la política ambiental de Estados Unidos, sino también las finanzas que están ligadas con el medio ambiente. Primero, porque los compromisos para luchar contra el cambio climático son cada vez mayores condicionantes para que la Banca Multilateral —donde están el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial y otras corporaciones financieras— le presten dinero a países en desarrollo como los latinos. Y en todas esas corporaciones, la financiación y la influencia estadounidense es de gran peso. “Es difícil que el Banco Mundial presione por políticas alineadas con el Acuerdo de París si Estados Unidos no está ahí”, dice Marcelo Mena, exministro del Medio Ambiente de Chile.
Por otro lado, muchos países latinoamericanos han condicionado gran parte de su viraje ambiental a los recursos que puedan obtener, en gran medida, de países desarrollados. En el Acuerdo de París, por ejemplo, Colombia se comprometió a reducir en un 20 % las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y prometió subir la meta al 30 % si tenía asistencia económica internacional.
“Biden necesita que los países latinoamericanos suban sus compromisos ambientales y lo conseguirá con distintos flujos financieros que ayuden a la región a tener una economía distinta a los combustibles fósiles. El cambio también dependerá de la voluntad de los gobiernos y de cómo la sociedad civil aproveche políticamente la llegada de Biden”, precisa Óscar Soria, director de Campaña de Avaaz.org, una organización civil global fundada en Estados Unidos que promueve el activismo ciudadano en asuntos como el cambio climático, derechos humanos, corrupción, pobreza, derechos de los animales, paz y conflicto.
Los países latinoamericanos que pertenecen al llamado G20 —Brasil, Argentina y México—serán lo más presionados por los compromisos ambientales propuestos por Biden. El presidente electo de Estados Unidos prometió que impulsará a ese grupo a que se comprometa con reducciones de emisiones más allá del Acuerdo de París. Además, en su plan de gobierno Biden habla de “una red energética más integrada desde México a través de Centroamérica y Colombia, abastecida por energía cada vez más limpia”.
“La plataforma Biden menciona los cambios en el uso del suelo en nuestro continente como fuentes de emisiones específicas. Además de convocar al G20 a reducir emisiones y fortalecer la red energética verde en las Américas, esta mención sugiere que al interior de la administración se conoce la magnitud del desafío y que habrá políticas concretas al respecto”, precisa Liliana Dávalos, bióloga y profesora titular de Stony Brook University en Nueva York.
El giro que trae Biden, al poner a las energías limpias por encima de la economía basada en combustibles fósiles y petróleo —a lo que le apostaba Trump—, puede significar el regreso de normas ambientales que la administración actual frenó y más dinero para programas que trabajan con países latinos.
Por ejemplo, Trump congeló dos normas bandera de Barack Obama relacionadas con la eficiencia de combustible para automóviles y las regulaciones de las centrales eléctricas de carbón. “Creo que una de las primeras acciones de Biden será recuperar las regulaciones que ya existían y que eran, no solamente un modelo, sino necesarias porque Estados Unidos es el segundo país emisor de gases de carbón”, precisa Yolanda Kakabadse, exministra del Ambiente de Ecuador.
Otro de los programas que podría volver y reiniciar muchos de los objetivos que quedaron frenados es el Low Emission Development Strategies (LEDS) —Estrategias de desarrollo de Bajas Emisiones— de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés). Con ese programa, fundado durante la administración Obama, el organismo estadounidense financiaba a 24 países en desarrollo con el objetivo de que ejecutaran acciones para reducir las emisiones. Los países latinoamericanos que recibían esos fondos eran Colombia, Perú, Costa Rica, Guatemala y México.
Exequiel Ezcurra, profesor de la Universidad de California y miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México, sostiene que apenas Trump llegó a la Presidencia de Estados Unidos, se pararon dos programas del LEDS en México: uno por 20 millones de dólares que ya estaba licitado para su segunda fase y otro por un valor similar que no alcanzó ni siquiera a salir a licitación. “Trump paró la cooperación internacional para el cambio climático”, explica el investigador.
Ahora que Biden promete hacer del cambio climático una prioridad de Estados Unidos, los expertos consideran que USAID tiene más oportunidades de fortalecer sus fondos para asistir técnicamente a países como los latinos.
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*Foto de portada: La propuesta ambiental central del presidente electo Joe Biden es combatir el cambio climático/ Foto: JoeBiden.com