Lado B
Coronavirus y noticias falsas (opinión)
Si las noticias buscan informar para tomar decisiones, los temas de salud deberían tener mejores estándares de calidad para evitar graves consecuencias
Por Gerardo Sifuentes @Sifuentes
06 de febrero, 2020
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Foto de Martin Lopez en Pexels

Gerardo Sifuentes M.

@sifuentes

Las noticias falsas en redes sociales le son indiferentes a las autoridades a menos que afecten sus propios intereses. Si tratan de asuntos políticos alegan libertad de expresión para mantenerlas, en caso de que uno de sus enemigos resulte afectado; si sucede lo contrario, acuden al espinoso campo de la difamación para exigir que se borren. 

El equipo de verificadores de Facebook encargados de cazar fake news lo único que hacen al encontrar alguna es degradarla a un nivel inferior en la jerarquía de noticias. La mentira simplemente no desaparece, solo se hace relativamente menos visible; al menos eso es lo que nos aseguran. 

Y es que no pueden borrar el contenido, por más falso que sea, ya que eso iría en contra de sus propios principios, según han mencionado, pues se trata de “puntos de vista diferentes” y la censura simplemente atenta contra la armonía de una comunidad. 

Lo que no se menciona es el dinero que se mueve cada vez que se comparte dicha información. El autor y profesor de marketing, Scott Galloway, lo pone de esta manera: «La tecnología le ha dado a una persona de 35 años [Mark Zuckerberg] la singular capacidad de monetizar la propaganda de los antivacunas, los escépticos del cambio climático y los negadores del Holocausto». 

Las consecuencias, como muchos sabemos, han sido contundentes. El pensamiento mágico, los ovnis y cualquier otra teoría de conspiración son divertidas hasta que algún famoso, político, líder de secta o influencer de tres pesos se lo toma en serio. 

En cuestiones de salud pública jamás se ha movido un dedo para detener las noticias falsas, en particular cuando se trata de pseudoterapias, respaldadas por el pensamiento mágico: el “a mi me funciona” y los “conocimientos ancestrales”, entre tantos otros pretextos para defender su propagación, cuyas consecuencias en la salud general pueden ser devastadoras. El fenómeno del movimiento antivacunas es un funesto recordatorio.

Actualmente, en grupos de Facebook y WhatsApp de India, Filipinas, Australia y Estados Unidos se comparten miles de remedios caseros para supuestamente combatir el nuevo coronavirus 2019-nCov, entre los que se incluyen desde los más absurdos, como abstenerse de comer helados por tres meses, hasta los más peligrosos, como beber cloro.

Por supuesto, ya se maneja la teoría de la existencia de una vacuna que, obviamente, está oculta por las grandes farmacéuticas en otro de sus siniestros planes para controlar el mundo. 

Pero la pandemia originada en la ciudad de Wuhan, China, parece que podría cambiar ciertas reglas del juego. 

En un giro inesperado de los hechos, Facebook comunicó que ha empezado a borrar publicaciones que difunden bulos y noticias falsas

De esta manera, sus supervisores ahora buscan esta clase de información y siguen un protocolo para limitar su difusión en Facebook e Instagram, además de advertir a las personas que ya la han compartido –o intentan hacerlo– que esta información ha sido verificada y resulta ser falsa.

“Comenzaremos a eliminar contenido con afirmaciones falsas o teorías de conspiración que han sido señaladas por las principales organizaciones de salud global y las autoridades de salud locales, y que podrían causar daño a las personas que las creen”.

Si las noticias buscan informar al público para que este pueda tomar decisiones, los temas de salud deberían tener mejores estándares de calidad para evitar graves consecuencias. Pero vivimos en un mundo donde los productos-milagro de la actriz Gwyneth Paltrow reciben abundante atención mediática y hasta documentales con afirmaciones a todas luces pseudocientíficas. 

En este sentido, las acciones del gigante de las redes sociales podrían significar el primer paso a una posible regulación, tan necesaria en los últimos años. La salud es primero, reza un viejo dicho. Las teorías de conspiración, ovnis y pseudociencias pueden ser divertidas hasta que alguien muere. 

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Autor Lado B
Gerardo Sifuentes
Periodista de ciencia y narrador.