Lado B
¿Quién mató a Valeria?
Marcelo Ebrard Casaubón puso sus mejores oficios diplomáticos para poner a salvo la economía de los mexicanos por encima de la vida de millones de migrantes
Por Marco Castillo @
27 de junio, 2019
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Foto: Paul Ratje/ AFP

Marco Castillo

Desde la última vez que escribí en este espacio, hace unas semanas, el reloj dio vuelta atrás 10 años para las personas migrantes.

En pleno 2019, el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón puso sus mejores oficios diplomáticos para poner a salvo la economía de los mexicanos por encima de la vida de millones de nuestros vecinos, quienes huyen de la violencia y la pobreza porque en sus países se agotaron las opciones.

En nombre de México, el Secretario se puso la gorra roja de “Make Mexico Great Again” y prometió a los Estados Unidos darles una lección de muros y “control migratorio”, enviando 6,000 elementos del Ejército vestidos de Guardia Nacional a detener, encarcelar, separar familias y deportar de manera masiva. También, en ese momento hizo parecer que aceptó encarcelar a dos activistas señalados por EU desde el año pasado como “organizadores de  caravanas”; y pareció recibir a decenas de miles de solicitantes de asilo a los Estados Unidos, para que esperen en México la resolución de sus casos.

¿Qué tenemos que perder como país cerrándole la puerta a extranjeros pobres de Guatemala, El Salvador y Honduras? ¿Qué puede ser peor que 5, 10 o hasta 15% en aranceles a las importaciones? Mucho. Me explico.

En la administración de Peña Nieto, sostenida con alfileres por los poderes de Estados Unidos, esta hubiera sido una negociación aceptable. Tristemente, frente a esta negociación política de valores (productos vs personas, o aranceles vs derechos humanos), el Secretario de Relaciones Exteriores del primer gobierno progresista de México regresó a nuestro país a la triste realidad: a muchos de la clase política en México no lo dirigen sus ideales, sino los intereses sectarios.

En esta columna dije, anteriormente, que Andrés Manuel López Obrador podría llevar a México al futuro impostergable de la movilidad regional si enfrentara al presente confiando en el impulso que le darían millones de países del Globo Sur, luchando por el reconocimiento de derechos para millones de personas migrantes y por el fin a la tragedia que ha llevado a la muerte a decenas de miles de personas en ríos, cerros, barrancas y mares, tratando de salvar sus vidas de gobiernos y empresas criminales.

En vez de eso, su secretario respondió de la forma más antigua, trumpiana y conservadora, como si estuviera buscando el aplauso de los republicanos y conservadores de México y EU, y volvió a México a un pasado pre-priista de empresas seguras, persecución y muerte de personas. Se optó por desconocer los riesgos y esfuerzos de millones de mexicanos en el exterior, así como ignorar el deseo de millones de personas alrededor del mundo por parar esta tragedia. Así, nos regresaron a la normalidad arcaica de que este será otra vez, al menos en el exterior, un gobierno tímido y obediente al dominio conservador.

Y hace apenas unos días, como consecuencia de esa obediencia, aparecieron muertos: Oscar, un padre guatemalteco, junto con su bebé de menos de 2 años, Valeria.

De esta manera, sumando consecuencias, Ebrard decidió que no podría manejar una crisis en los mercados, pero sí controlar una crisis humanitaria. Y frente a esa lógica: que supone que es válido sacar a militares a las calles a perseguir y detener civiles frente a cualquier crisis, que desprecia la vida de los pobres y vigila la estabilidad de los mercados, perdemos todos. Y perdemos más que en una crisis económica, porque las personas seguimos en riesgo. Y perdemos todos los mexicanos, porque probamos que nuestra realidad política y democrática está anclada a valores inhumanos del pasado. Perdemos todos, porque todos podemos ser Oscar y Valeria, quienes murieron porque se eligieron y apoyaron las cosas que “se deben cuidar”, mientras a las personas abandonar.

Postdata que le da a elegir al lector la buena o mala postdata, según su ánimo, después de leer mi diatriba contra la tortura a la esperanza nacional:

PD optimista: Opino que el Presidente de México aún puede enfrentar esta crisis presidiendo un Consejo de Política Migratoria, adjunto a la presidencia, que observe y asegure la balanza de la inclusión, derechos y flujos ordenados; enfrentando una nueva amenaza de Trump con visión latinoamericanista y entendimiento político de los Estados Unidos.

PD2 pesimista: Cada vez hay más evidencia de que los cargos y los casos en contra de Irineo y Cristóbal, los dos activistas promigrantes detenidos, estuvieron y están cargados de intereses políticos; son un grave precedente para la vigencia de los derechos en México. Cientos de organizaciones, curas y voluntarios podrían ser acusados del mismo delito.

PD3 que le propone apoyar, promover y asistir a una acción que se llevará a cabo para exigir un alto a la criminalización y deshumanización de las personas migrantes.

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Autor Lado B
Marco Castillo
Marco Castillo es antropólogo y activista poblano. Actualmente es el Co-Director de Global Exchange y fundador de la Red de Pueblos Trasnacionales. Vive, trabaja y sueña entre Puebla y Nueva York.
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