El Laboratorio de Química y Contaminación de Agua, Suelos y Plantas, del Departamento de Investigación y Ciencias Agrícolas (DICA) del Instituto de Ciencias (ICUAP), logró incrementar 80 por ciento, en promedio, el rendimiento de campos agrícolas de temporal en la zona sur de la ciudad, con el aprovechamiento de biosólidos en beneficio de productores de zonas marginadas.
Cuando la tierra está erosionada, sin nutrientes y la producción de maíz es escasa, campesinos de San Francisco Totimehuacán, San Andrés Azumiatla, Santa Clara Ocoyuca y Guadalupe Tecola enfrentan una disyuntiva: comprar insumos y semillas o adquirir costosos fertilizantes que mejoren las condiciones de sus tierras.
A la par de esta problemática, existe otra que tienen las plantas tratadoras de aguas residuales al generar diariamente toneladas de biosólidos, un lodo contaminante cuyo manejo y utilización final implica un costo de hasta 60 por ciento para estas empresas.
Para estos dos problemas, un grupo de investigadores encabezado por el doctor José Víctor Tamariz Flores, del Laboratorio de Química y Contaminación de Agua, Suelos y Plantas, propuso una solución a través del proyecto “Restauración de suelos degradados mediante la utilización de biosólidos”.
El interés: el desarrollo de tecnologías simples y económicas que generaran una solución sustentable a partir del aprovechamiento de los altos contenidos de materia orgánica y nutrientes como fósforo (P), nitrógeno (N) y potasio (K) que contienen los biosólidos.
Para ello analizaron las condiciones de los suelos de estas comunidades, así como la calidad del residuo de acuerdo con la NOM-004-SEMARNAT-2002, para verificar sus concentraciones de nutrientes, pero sobre todo de metales, a fin de garantizar el uso óptimo en los cultivos.
Financiado por el Fondo Mixto del Gobierno Estatal y por el Conacyt, con este proyecto se lograron beneficiar a 400 productores de maíz de temporal, gracias a la aplicación de estos biosólidos o lodos, los cuales en lugar de ser arrojados a cielo abierto fueron utilizados para la remediación de los suelos erosionados.
En los procesos unitarios que se dan en el tratamiento de las aguas residuales se genera un residuo o lodo que tiene la propiedad de mejorar la fertilidad de los suelos y la producción de los cultivos, gracias a sus altos contenidos de materia orgánica, nutrientes y metales benéficos, como el cobre, fierro, zinc y manganeso, pero también otros de alto riesgo como plomo, cadmio y cromo, por eso la importancia de estudiarlos y verificar si representan una opción viable para los cultivos.
Los biosólidos pueden incrementar los problemas de contaminación ya que generalmente se descargan en los sistemas de alcantarillado, en cuerpos de agua o en rellenos sanitarios, lo que genera problemas mayores de salud pública porque existe el riesgo de lixiviación de contaminantes como nitratos, compuestos orgánicos y metales pesados que pueden llegar a los mantos acuíferos.
En 2004 las autoridades mexicanas aprobaron la NOM-004 que establece las especificaciones y los límites máximos de patógenos y parásitos contenidos en estos lodos generados del desazolve. Esto determinó los contenidos de metales que deberían de contener para evitar riesgos de salud al momento de ser utilizados como abono.
Fue en 2013 cuando el entonces Sistema Operador de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado de Puebla (Soapap), con 5 plantas tratadoras en operación, tuvo la necesidad de convocar a la Universidad para que planteara una opción de manejo de este biosólido.
“Lo primero que hicimos fue analizar el biosólido, haciendo una caracterización en el laboratorio para observar si eran de buena calidad y no rebasaran los límites en las concentraciones de metales de alto riesgo, por eso los clasificamos en como buenos y excelentes para uso agrícola. Posteriormente nos enfocamos en analizar en qué tipo de suelo se podían adicionar”, expresó en entrevista el doctor José Víctor Tamariz.
El Laboratorio de Química y Contaminación de Agua, Suelos y Plantas realizó toda una metodología, norma de manejo y gestión integral de estos biosólidos que fueron agregados en los campos agrícolas de dichas comunidades, durante el inicio del periodo de siembra de maíz de temporal y con dosis sujetas a cada tipo de suelo. De esta forma se adicionaron 20 toneladas en húmedo por hectárea.
Por su parte, el Soapap apoyó con un contenedor para que el lodo pudiera ser trasladado a los de cultivo. Al inicio, recuerda el doctor Tamariz, los productores mostraron resistencia por el aspecto de los biosólidos, pues despiden un olor pestilente; sin embargo, luego de observar las bondades de este abono, las comunidades y vecinos circundantes fueron aceptando el producto y con esto se beneficiaron unas 300 hectáreas de maíz de temporal.
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