Antes de todo, antes de nada, debo decir que esta autoproclamada «Nueva FIFA» sólo ha cambiado en una cosa: su presidente. Y es que si bien Gianni Infantino, el actual presidente de la FIFA, ha abierto un poco más las puertas del órgano rector del futbol hacia los medios, el fondo y las formas continúan siendo las mismas: el dinero por encima de todo.
¿Y por qué?
Porque con la designación de que el Mundial de 2026 será organizado por Estados Unidos, Canadá y México, la FIFA sigue mostrando que lo más importante para ellos es el capital que ingrese a sus arcas y el control que pueda tener sobre las pequeñas Federaciones e incluso Confederaciones completas como la asiática o la africana.
Este no sólo será el primer Mundial realizado entre tres países, sino que también será el primero en jugarse con 48 selecciones. Es decir, ya no participarán los mejores del mundo, no se premiará a los equipos que lograron destacar en las eliminatorias, sino que abrirán paso a un mayor número de selecciones de relleno, porque ¿quién no quiere ver un Trinidad y Tobago contra Islas Feroe o un San Marino vs Qatar? Simplemente recordemos el caso de Tahití que en la Copa Confederaciones recibió 24 goles en tres partidos.
Pues ya desde hace un tiempo la FIFA presentó a discusión la cantidad de equipos que clasificarían al mundial con base en un mundial de 40 países, que pasándolo a uno de 48 dejarían a Europa con 16 representantes (actualmente tiene 13), África con 9 (5), Asia con 8.5 (4.5), Sudamérica con 6 (4.5), Concacaf con 6.5 (3.5) y Oceanía con 1 (0.5), además del cupo reservado al país sede.
Esto nos hace pensar que Infantino tiene el mismo modus operandi de Blatter y Havelange, quienes aumentaron el cupo de selecciones y no por aumentar el alcance del futbol, sino, para ganar votos en sus reelecciones o recibir favores. Ya que incluso la fiscalía Suiza señaló a Blatter por firmar “un contrato desfavorable para la FIFA” con la Unión Caribeña de Fútbol (CFU), presidida por Jack Warner, mismo fue extraditado de Trinidad y Tobago por las acusaciones del gobierno norteamericano por supuestos delitos de corrupción, crimen organizado y lavado de dinero.
Sí, el presidente nos habla de “un Mundial inclusivo” pero, al menos desde mi punto de vista, sólo es para abrir un catálogo más amplio de patrocinadores y quedar bien con todas las Confederaciones.
Claro que es bueno recibir un Mundial y atraer a cientos de turistas; sin embargo, lo que está de por medio es la emoción de los aficionados, se está jugando con la pasión y principalmente con la cartera.
En el caso del aficionado mexicano, se está utilizando su pasión hacia la selección y su fanatismo con el deporte más popular, porque los aztecas sólo recibirán 10 partidos en su país, con todo y que se cuenta con estadios nuevos o remodelados y una infraestructura turística más que decente para albergar un campeonato. Canadá recibirá otros 10 juegos, mientras que Estados Unidos, un país cuya tradición futbolística es casi nula, recibirá 60 encuentros, en los que se definirán todas la fases de eliminación directa: octavos, cuartos, semifinales y final.
Tomando en cuenta que actualmente el Mundial consta de 64 partidos, pareciera que Estados Unidos quiso librarse de los otros 20 partidos, dejando que Canadá y México fueran por el restante, para no complicarse la organización, ni tener un sobrecupo de selecciones y aficionados en su territorio, además de ser un filtro para tener a los mejores equipos y los partidos más emocionantes
Tampoco podemos olvidar que la FIFA le está dando mucha preferencia a Estados Unidos por el caso FIFA Gate, la investigación del gobierno estadounidense quien detectó un entramado de sobornos entre directivos del futbol y empresarios a cambio de derechos televisivos y de marketing. El escándalo de corrupción más grande de la historia del fútbol que terminó con Joseph Blatter renunciando como presidente de la FIFA después de 17 años en el cargo, más de cuarenta personas acusadas y más de la mitad de ellas aceptando su culpabilidad, en una conspiración que desvió dinero del fútbol mundial hacia los bolsillos de directivos que aceptaron haber otorgado contratos de medios y mercadotecnia a empresarios que les pagaron sobornos.
Por lo tanto los directivos buscan mantener contentos a los norteamericanos, pues incluso se habló de la posibilidad de organizar una final de Champions League, el torneo de clubes más importante de Europa y el mundo, en dicho país.
Por todo esto, la designación del Mundial de 2026 deja un sabor agridulce para todos los ligados a este deporte, que buscan, por encima de todo, un espectáculo que los aleje de su cotidianidad.