Desde hace 10 años, los sonidos de la sabana seca de Puerto Rico, donde se descubrió que habita el coquí llanero (Eleutherodactylus juanariveroi), una especie de rana nativa de ese país, son registrados de manera ininterrumpida. Los constantes y animados sonidos del coquí son material invalorable de un proyecto de monitoreo acústico que busca conocer más de lo que sucede con esta especie en peligro de extinción.
El sistema de grabación registra los sonidos de la naturaleza y los envía directamente a una computadora para que puedan ser escuchados en tiempo real en cualquier parte del mundo. Este es uno de los métodos que se utilizan actualmente en las investigaciones científicas para conocer la situación de una especie o de una zona geográfica en términos de conservación.
El biólogo Marconi Campos, coordinador científico de Sieve Analytics, explica que el monitoreo acústico pasivo, como se conoce a esta forma de registro del sonido, consiste en colocar una determinada cantidad de grabadores en una extensión de territorio con el fin de registrar todos los ruidos que existen en ese espacio.
“El monitoreo acústico es una técnica que permite detectar los ruidos de una gran diversidad de especies a la vez e identificarlas solo a través de sus sonidos. Se pueden identificar mamíferos, aves, anfibios, pero también sonidos de lluvia, viento, e inclusive de helicópteros, aviones, o cualquier otro elemento que se encuentre en el espacio que se está investigando”, señala el experto.
Su uso, explica el científico, permite saber cuál es la riqueza de las especies en una región. “Mediante el monitoreo acústico podemos hacer mediciones de la biodiversidad y conocer el estatus de diferentes poblaciones y comunidades de animales para entender cómo van cambiando en el espacio y en el tiempo”.
Jessica L. Deichmann, bióloga e investigadora del Smithsonian Conservation Biology Institute, se refiere a este sistema como un método “para recopilar grandes cantidades de datos a grandes escalas, que luego se convierten en registros permanentes del estado de la biodiversidad en ese lugar y en ese momento. Son datos invaluables para la investigación ecológica a largo plazo y permite responder a preguntas sobre la biodiversidad que pueden guiar el desarrollo de soluciones para el manejo y la conservación de ecosistemas a corto plazo”.
La bióloga explica que el monitoreo acústico pasivo de la biodiversidad permite responder a preguntas sobre los patrones de actividad de las especies y cómo cambian de forma natural o cómo se ven influenciadas por las actividades humanas. “Podemos usarlo en diferentes paisajes, colocando grabadoras en muchos lugares para registrar simultáneamente. Esto permite responder preguntas sobre patrones de la diversidad. Se puede usar también para inventariar especies de manera rápida, monitorear especies de interés para la conservación o incluso detectar especies invasoras”, agrega.
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