Lado B
Trainspotting, de los 90s, época de jóvenes, drogas y filmes de culto
Los 90s fueron una época impresionante para el cine de culto, regalándonos clásicos que ahora son imperdibles.
Por Ernesto Aroche Aguilar @earoche
10 de abril, 2016
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Héctor Jesús Cristino Lucas

[dropcap]L[/dropcap]os 90s fueron una época impresionante para el cine de culto, regalándonos clásicos que ahora son imperdibles. En el 92, un prospecto a cineasta estrenaría su opera prima Reservoir Dogs y dos años después, se consagraría ante el público con su trabajo más conocido, Pulp Fiction. En el 92 Peter Jackson revolvería los estómagos con su desagradable Braindead mientras que los Hermanos Cohen se lucirían con The Big Lebowski. En el 99 Fincher alcanzarían el éxito con la adaptación de la novela homónima Fight Club y Terry William inscribiría su nombre en la historia del cine con Twelve Monkeys y Fear and Loathing in Las Vegas.

Pero si de los 90s se habla, debemos mencionar casi por obligación el cine de corte digamos juvenil que se popularizó en aquella década, el Cine Teen. Y esto lo vimos en prácticamente todos los géneros, desde el horror, con la moda del Slasher que inició la aclamada Scream en el 96, junto a Urban Legend o I Know What You Did Last Summer hasta terminar en los thrillers eróticos del tipo Cruel Intentions o Wild Things. Por ahí podríamos sumar el inicio de American Pie en 1999, la franquicia más popular de este género, y el estreno de la extrañísima The Faculty dirigida en el 98 por Robert Rodríguez, quien ya había estrenado From Dusk Till Dawn en el 96.

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Pero de entre todo ese cine digamos juvenil de los años 90s, los cineastas que llevaron el género más allá de lo transgresor y lo crudo, podemos mencionar primero que nada a Gregg Araki con su brutal y desinhibida Trilogía del Apocalipsis Adolescente, conformado por: Totally Fucked Up, The Doom Generation y Nowhere cuya crítica terminó destrozándolas en su momento debido a la extrema dosis de violencia y sexo explícito que le valieron la censura en diversos países. De ahí que éstas no fueren muy conocidas, al menos como lo ocurrido con Trainspotting en 1996.

Es ahora, en este 2016, que se cumplen 20 años desde su estreno.

La película fue dirigida por el británico Danny Boyle, de quien debemos reconocer, posee en sus entrañas una imponente alma multifacética. Así como Kubrick tuvo el talento y la habilidad de dirigir distintos géneros durante toda su carrera, y fue de la ciencia ficción con su fascinante 2001 Space Odyssey hasta con el terror gracias a The Shining; Boyle también lo logró. Su drama surrealista del 96 fue apenas el inicio. En el 2003 dejó atrás las aventuras de un grupo de jovenes no future para dirigir 28 Days Later, una película de horror con zombies o infectados que lo transformaron, sin dudarlo, en un director capaz de dominar cualquier género.

Tranispoitting, hoy convertida en cinta de culto, fue la responsable de levantar a Danny Boyle hasta lo más alto. A él y a Ewan Mcgregor gracias a la estupenda adaptación de John Hodge del libro homónimo de Irvine Welsh, lo que le valió la nominación a mejor guión adaptado en 1997. Sin embargo no fue la primera en la que estos trabajaron. En 1994 Boyle estrenó su opera prima, Shallow Grave, un tragicómico thriller independiente con presupuesto de canal de televisión y que pese a no ser muy reconocida, el estilo de Trainspotting y su sórdida naturaleza ya empezaba a ser reflejada detalle a detalle.

Pero ahora bien, ¿qué tiene Trainspotting que causó furor tanto en la crítica como en sus incontables fans luego del estreno en 1996? Cuesta comprenderlo, y aún ahora, tras 20 años, no hay una respuesta certera. Es simplemente Trainspotting. Una película capaz de reflejar, con largos intervalos de surrealismo escatológico, el día a día de una sociedad consumista, la realidad y sus conflictos, la banalidad y la existencia a través de los ojos de un grupo de jóvenes adictos a las drogas. ¿Por qué todo debe ser tan complejo? Quizás su encanto se encuentre ahí, en la combinación perfecta de lo grotesco y existencial. De lo obsceno y lo profundo.

Me atrevería a decir que es de esas pocas adaptaciones que logró capturar no sólo la historia Irvine Welsh, sino también su más puro estilo. La naturaleza sórdida y el grotesco existencial, casi tan fiel como la novela.

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El trasfondo elemental del Trainspotting posee cierta similitud con el filme de Mladen Djordjevic, The Life And Death Of A Porn Gang, donde se toman ciertos personajes de la escala social más baja para generar una denuncia social mezquina y contestatariamente gráfica. En el caso del film de Djordjevic se hace uso del horror y el gore, en una especie de Torture Porn para que fuese distinto al resto. Boyle hizo lo mismo con este thriller que pese a usar giros argumentales ya vistos logra salir de lo común, saltando entre la comedia negra, el surrealismo y la violencia para plasmar una grotesca pero divertida odisea de denuncia que él mismo describió:

[pull_quote_center]Nosotros hemos querido cambiar el estilo típico del realismo social, usar un estilo más poético, más intenso, más colorista; porque yo, personalmente, creo que el realismo es la forma menos efectiva de captar la realidad.[/pull_quote_center]

La película de Boyle provocó gran polémica en los 90s, emulando a lo sucedido con A Clockwork Orange de Stanley Kubrick, que curiosamente también representa a la sociedad juvenil de su respectiva época. En el caso de Greg Araki con The Doom Generation, por ejemplo, se creó una parodia hacia todos aquellos que consideraron a los adolescentes de los años 90s como una generación maldita, ya sea por la influencia de bandas de rock satanizadas o el consumo constante de drogas. Lo que pocos saben es que esta película inspiró a Tarantino a escribir el guión de Natural Born Killer de Oliver Stone, que también es noventera y quedó en la historia.

Sonará evidente, pero el Cine Teen se creó con el fin de crear cierta empatía con estos mediante escenas violentas, erotismo y situaciones escatológicas. Esto ayudó a que Trainspotting cosechase un importante éxito con su público allá por los 90s. Algo así como lo que ocurre actualmente con las múltiples adaptaciones bet sellers a lo Divergent o The Maze Runner, aunque hay que carecen del trasfondo fresco y profundo como lo que alguna vez hicieron Greg Araki o Danny Boyle en sus tiempos. El más rescatable se lo llevaría sin duda Battle Royale de Kinji Fukasaku a inicios de nuestro siglo.

Y aunque la obra cumbre de Danny Boyle inició como una simple película para adolescentes de bajo presupuesto, se convirtió hasta nuestros días en un referente imprescindible para el séptimo arte. Al puro estilo de A Clockwork Orange de Stanley Kubrick, o bien, de Requiem For A Dream de Darren Aronofsky, Trainspotting representó una de esas importantes adaptaciones de la literatura que alimentaron con los mejores ejemplos al Cine Teen. Un cine que lento pero seguro fue abandonando su dureza contestataria, su halo existencialista y su intrigante trasfondo visto a través de los ojos de personajes como lo son un puñado de adolescentes.

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Sin embargo Irvine Welsh continúa vigente, y en el 2002 publicó una secuela de su novela tan aclamada a la que llamó Porno, y cuya adaptación cinematográfica verá su estreno en el 2017, nuevamente de la mano de Danny Boyle como director y de John Hodge como guionista. Algo que pocos saben es que Welsh escribió una secuela de Trainspotting en el 2012 llamada Skagboys, transformando de esta historia aparentemente sencilla y única, en una auténtica trilogía. No cabe duda que vale la pena recordar, en el 20 aniversario desde su estreno, una de las películas más importantes no sólo el Cine Teen sino también del universal.

[quote_box_center]Sinopsis:

“Mark Renton, un joven escocés, y sus amigos son adictos a la heroína, lo que significa que viven fuera de la realidad, en un mundo aparte. Dentro del grupo hay un psicópata alcohólico y violento, un joven desesperado, un mujeriego con un conocimiento enciclopédico sobre Sean Connery y un entusiasta de las caminatas y de Iggy Pop.”[/quote_box_center]

 

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Autor Lado B
Ernesto Aroche Aguilar
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