Lado B
Un boleto con tres destinos
Las elecciones al azar, algunas veces traen consigo hallazgos afortunados. La literatura parece crear un camino propio para cada lector y éste, a su vez, pueda transitarlo. Uno encuentra libros como si fueran boletos del metro olvidados en la cartera, el pequeño cartoncillo contiene un recorrido de historias que ya, por el simple hecho de haberlo adquirido, nos pertenecen.
Por José Luis Prado @pepepradog
27 de marzo, 2016
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José Luis Prado

@pepepradog

[dropcap]L[/dropcap]as elecciones al azar, algunas veces traen consigo hallazgos afortunados. La literatura parece crear un camino propio para cada lector y éste, a su vez, pueda transitarlo. Uno encuentra libros como si fueran boletos del metro olvidados en la cartera, el pequeño cartoncillo contiene un recorrido de historias que ya, por el simple hecho de haberlo adquirido, nos pertenecen. Me gusta vagabundear por los libros, si vale el término, sobre todo cuando éstos tratan historias breves que permiten ir entretejiendo notas curiosas, anécdotas perdidas o pequeñas entradas de diarios.

El libro La música en un tranvía checo (FETA, 2011), es parte de este tipo de textos que se convierten en artefactos, pequeñas libretas que el autor dispone en un formato para ser compartido. Hay una conexión entre los ensayos que componen el libro de Karla Olvera, cada uno surge de la detección que tuvo en las entradas en los diarios de Kafka, Pessoa y Woolf.

En el primero, que da nombre al libro, trabaja con la estructura de una Matrioshka que parece ser el boleto para dar un paseo por el Mitteleuropa e insertarnos en Praga; esta estructura permite el recorrido a través de la ciudad, el tranvía, luego un vagón, la música en el vagón y, por último, la sensación que produce un violín, parafraseando a la autora, en ese espacio vemos una velocidad imaginaria que atraviesa el tiempo con figuras literarias como Franz Werfel, Robert Walser y el compositor Dvořák. El asomo mínimo a una ciudad se cierra con la quinta matrushka.

En ‘De los nidos que hacen las golondrinas’ a partir de una entrada en la que Kafka recuerda a una pequeña de cinco años, Olvera va creando una imagen con referencias más contemporáneas sobre la belleza a la que se refería Kafka, así, pone en escena a Kristýna Kohoutová quien participó en el filme Alicia de Jan Švankmajer. En este ensayo tenemos el oxímoron de belleza y fealdad que está representado por la imagen de los nidos de golondrinas considerados como finos manjares pero que los hacen con saliva.

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La idea de Pascal de que “toda la desdicha de los hombres proviene de una sola cosa: no saber permanecer en reposo en una habitación” podría ser la columna vertebral del ensayo ‘Del derecho a estar aburrido’. El problema de cualquier entretenimiento, dice Karla Olvera, tiene que ver con el objetivo principal de distraer al hombre de sí mismo. Con una entrada más del diario de Kafka, la ensayista hace un paralelismo que atribuye a Camus en donde éste comparaba a Kafka con Melville y su excéntrico personaje, a quien debemos el razonamiento I would prefer not to, Bartleby.

En la segunda parte del libro notamos un tratamiento detallado de la vida, lo cotidiano en Pessoa, sus lecturas en el ensayo ‘De la educación de un poeta’, donde podemos ver que a sus dieciocho años Pessoa sabía perfectamente qué quería ser.

‘De cómo diseñar un plan de vida en Lisboa’ en este ensayo nos habla de la estabilidad económica de la cual Pessoa estuvo siempre muy consciente. En algunas entradas de su diario se pueden leer algunas de sus deudas o malas decisiones de inversión “Hice una cosa estúpida e impulsiva al comprar un libro que me dejó casi sin dinero”.

El tercer ensayo dedicado a las entradas del diario de Pessoa ‘De lo difícil que es decir no’, nos muestra la idea de la mentira en el autor portugués primero como un acto de rebeldía; después, con una nota de Montaigne, entreteje la mentira con la imaginación, para cerrar con la idea de que mentir es una actividad que requiere de ingenio y a “Pessoa le resultaba más fácil ser quien quería ser en momentos determinados por medio de sus números heterónimos, pues la ficción es la más bella y fantasiosa mentira que existe”.

La última parte del libro está dedicada a Virginia Woolf, me parece que aquí la autora afloja un poco las cuerdas, quizá se trate de los temas, se trata del té, las camas y el ensayo que vuelve retomar el camino ‘De las duchas de agua fría’ en donde el elemento agua, que en Woolf se convirtió un símbolo al cruzar su obra y vida, Londres y el Támesis, Las olas, y la decisión de suicidio en el río Ouse. Para la autora de Entre actos, la ducha con agua fría mantiene una relación vigorizante con la escritura, dice la narradora inglesa, “debe tomarse antes de comenzar un libro…También tiene el efecto de hacerme más definida y elocuente en mi estilo, lo que imagino es una cosa muy buena”.

De este modo, el libro es la muestra de cómo uno inicia un viaje por tierra, subiendo a un tranvía que recorre Praga, luego Lisboa y termina en un río que desemboca en el canal de la Mancha.

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Autor Lado B
José Luis Prado
José Luis Prado ha sido becario del Fondo estatal para la cultura y las artes de Puebla en las emisiones 2011 y 2013 en la disciplina de cuento; publica en revistas nacionales e internacionales. Actualmente imparte talleres de cuento en la Escuela de Escritura y en los talleres artísticos de la BUAP.
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