[dropcap]U[/dropcap]n día antes de celebrar las fiestas patrias las calles de Puebla estaban repletas de vendedores de banderas que ondeaban con alegría, listos para festejar. Esa tarde del lunes el cielo despejado nos sorprendió a las 18:30 horas, cuando comenzó a caerse en pedazos.
A mí me tocó pasar a esa hora por el puente de la 31 Poniente. Una de las “hermosas” obras millonarias que fue parte del “Reto 100 días” que nuestro presidente municipal se dedicó a cumplir. Yo venía manejando con la lluvia más fuerte que había visto en muchos años y se me complicaba ver con claridad. Me fui por debajo, es decir, por la lateral que parecía estar en buenas condiciones. Sin embargo la lluvia no paraba. El nivel del agua subía con rapidez y comenzó a caer del puente. Seguí avanzando pues ya no había manera de parar y pareciera que fui a dar a una alberca, al igual que un coche de junto. Fue en cuestión de segundos que se inundó a tal magnitud. Claro que mi auto se apagó inmediatamente. Las vallas que dividían el puente de la lateral habían desaparecido. El agua ahora empezaba a meterse por debajo del asiento hasta que llegaba hasta mis rodillas, cubría por completo la puerta y subía el nivel hasta mi ventana. El 066 estaba ocupado y ya no podía salirme por ningún lado. El conductor a mi lado tenía el mismo pánico que yo reflejado en sus ojos. El cofre de su carro estaba sumergido totalmente en el agua. Si el mío estaba lleno de agua, el de él ya era un mar.
Pocas horas después vi fotos mías en Facebook que hacían mofa de lo que me ocurrió. Por más que se bromee en las redes sociales, no estuvo tan chistoso estar dos horas atorada porque si abría la puerta se iba a meter toda el agua con presión y no podía salir por la ventana porque no abría. Pasaron dos horas hasta que los bomberos me sacaron cargando del coche por la ventana. Está claro que se ve y da risa, pero no fue una situación simpática. Es un desastre natural, sí, y aunque al final no me pasó nada, es un sentimiento aterrador y de impotencia. El coche estaba flotando. Se movía con la corriente y pensé que se iba a estrellar con el de junto. No voy a decir que todo es culpa del gobierno y sus obras, claro que no, pero los invito a pasar por debajo de ese puente y entenderán la razón por la cual se llenó tan rápido de agua. Esa construcción hace un embudo, tiene una pendiente en manera de “V” y se forma una alberca justo antes de salir al bulevar Hermanos Serdán. Si a esa fórmula de éxito le agregamos el basurero que se ha vuelto Puebla, ya que no somos capaces de tirar y separar nuestra basura en su lugar, más una pizca de cambios climáticos de los que claro, el gobierno no tiene la culpa, tenemos como resultado semejantes inundaciones.
No soy de las quejumbrosas y tampoco me involucro en la vida política del Estado en maneras gigantes. Pero sí creo que tenemos el gobierno que merecemos y, por lo mismo, ya no estoy dispuesta a conformarme con recibir lo que creo que no me toca. No se trata de culpar, se trata de prevenir. No puede ser que tengamos una inversión de tal magnitud en obras públicas y no haya ingenieros que piensen en alcantarillas, ni que nos digan que se tapan por la basura si cuando pasamos por las calles vemos que no hay los desagües suficientes para que esto no pase. El nombre que recibe los golpes es el que encabeza, pero ¿quiénes son los encargados de verificar que esto no pase?, ¿quiénes son los ingenieros que olvidaron que en Puebla llueve?
Por supuesto que mis impuestos se reflejaron en la ayuda que recibí del equipo de rescatistas que amablemente me sacó por la ventana del coche, al igual que a mi compañero de junto. Pero es difícil describir la sensación de claustrofobia y miedo que entra en ese momento. Estuve encerrada dos horas con el agua hasta las rodillas. Empapada y asustada. Claro que es simpático el humor mexicano, hacemos memes y hashtags, subimos fotos y les ponemos comentarios simpáticos pero, ¿qué estamos exigiendo como ciudadanos fuera de las redes sociales?
Mi auto fue pérdida total. Estoy por llevar al municipio una carta por los daños causados en cuanto la agencia me dé el veredicto oficial. Tenemos que pelear por nuestro derecho de transitar con seguridad en cualquier época del año y, por supuesto, que tenemos que generar un nivel de consciencia sobre los deshechos. Por mi parte, no quiero que esa foto salga sin que se entienda que, por más que no haya pasado nada y solo #meinundocomoprincesaegipcia, me estaba muriendo de miedo.
Los invito a dejar de quejarse como mexicanos llenos de resentimiento y mejor a provocar un cambio real. Esto es solo un ejemplo de lo que no estamos haciendo como país, como civiles y como gobierno. Si caen en un bache pidan que lo tapen y que les regresen el dinero de sus llantas, ¿piden mucho papeleo?, ¿tardan mucho? ¿Y qué? Sí, nos quitará tiempo, pero nos regresará mucho, mucho más. ¿Nos vamos a seguir quejando sin hacer nada? Yo no quiero. ¿Tú?
EL PEPO