Lado B
Una buena mujer no mata ni en defensa propia: Feminicidios el poder y desprecio de algunos hombres hacia las mujeres
En octubre de 2011 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, la joven de 19 años Wendy Lizzet Ochoa Méndez presentó una denuncia por golpes y amenazas, también solicitó una orden de aprehensión ante la Fiscalía Especializada en Protección a los Derechos de la Mujer.
Por Patricia Chandomí @patriachandomi
10 de junio, 2015
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Patricia Chandomí

@patriachandomi

[dropcap]E[/dropcap]n octubre de 2011 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, la joven de 19 años Wendy Lizzet Ochoa Méndez presentó una denuncia por golpes y amenazas, también solicitó una orden de aprehensión ante la Fiscalía Especializada en Protección a los Derechos de la Mujer.

La averiguación previa quedó asentada con el folio 832/UEDSYVF1/2011 en contra de Jimmy Virgilio Villatoro Argüello, ex pareja de Wendy y padre de su hijo, que en ese entonces tenía dos años.
Amparándose en la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la joven solicitó a la fiscal del Ministerio Público, Irma Alicia Bautista Márquez, una orden de protección que nunca le fue concedida.
Seis meses después, el 28 de abril, Wendy fue asesinada por Jimmy, quien no sólo la descuartizó, sino que cometió actos de canibalismo. Al momento de su detención Jimmy tenía sobrepeso y un poco de calvicie. Estos últimos datos le parecerán irrelevantes, y de hecho lo son, pero en una sociedad donde la opresión para controlar el cuerpo y aspecto de las mujeres es perversa, vale resaltar estos datos.

Regresando a esta historia, quiero decirle que algunos periodistas, todos varones, caían seducidos por el supuesto alto coeficiente intelectual de Jimmy, lejos de hacer notas sobre el feminicidio que cometió se preguntaban ¿cómo un brillante maestro pudo haber planeado la muerte de su ex pareja? Y por ahí desperdiciaron la tinta.

Hace poco, me enteré que Jimmy, actualmente preso, se casó con su sicóloga, sospecho que también ella cayó fascinada por el brillante Jimmy.

¿Ha pensado una historia al revés?

Una mujer que asesine a su marido de forma cruel, que al momento de su detención esté gorda y calva y que la prensa salga con que es una genia, con un coeficiente intelectual brillante y que al poco tiempo, ésta salga beneficiada con un romance con su sicólogo dentro de la cárcel. ¿Puede creer una historia así? ¿Conoce una? Yo no, pero historias como las de Jimmy conozco varias. Feminicidas que provocan ternura y solidaridad.

Feminicidio: el poder y odio de algunos hombres sobre las mujeres

Cité el caso de Jimmy para ilustrar, una de las opresiones más brutales que vivimos las mujeres: los feminicidios. El feminicidio no se puede homologar a un asesinato de mujer, es más que eso.

Si un ladrón entra a un banco y mata indistintamente a hombres y a mujeres de un balazo estamos ante un caso de homicidio, pero si ese ladrón, además de disparar a las mujeres, las viola, las descuartiza, veja su cuerpo, estamos ante un caso de feminicidio.

De acuerdo a una de las teóricas más importantes de los feminicidios, Dianne H. Russell, el feminicidio es un asesinato de mujeres realizado por hombres motivados por odio, desprecio, placer, sentido de superioridad o propiedad de las mujeres. Cuantos hombres han asesinado a mujeres porque consideran que les pertenecen sus vidas y sus acciones o porque piensan que no valen nada. El feminicidio en repetidas ocasiones se presenta con violación sexual, tortura, mutilación, esclavitud sexual, abuso sexual, maltrato físico y emocional.

El feminicidio es la parte más visible de la violencia contra las mujeres, en la mayoría de los casos, el imaginario machista construido, nos hace pensar que  se trata de una mente brillante, de un ciudadano ejemplar que fue provocado para perder la cordura por una mujer desquiciante. En realidad, en la mayoría de los casos, el feminicidio viene a poner fin, a una vida caracterizada por la violencia y por múltiples formas de opresión como: encierro, prohibiciones, vigilancia, control del cuerpo, hostigamiento, repudio, abandono, insultos, golpes y otras situaciones parecidas.

La supremacía masculina, esa que aprendemos a través de las más variadas ideologías, hace que haya un sinfín de explicaciones que sostienen que los problemas de violencia, discriminación y exclusión de niñas y mujeres se debe a fallas de ellas mismas y no de un sistema que pone como eje de dominio la figura masculina. Hay una enorme tolerancia hacia el dominio, control y violencia que ejercen los hombres contra las mujeres, no sólo de las autoridades sino de la propia sociedad.

[pull_quote_right]Si las mujeres hemos sido capaces de abstenernos a lo largo de la historia de comportamientos violentos y de asesinatos en situaciones de infidelidad y de decepción, entonces es razonable esperar que los varones hagan lo mismo.[/pull_quote_right]

Lejos de condenar al agresor, incluso, cuando se trata de violencia doméstica, no pocas veces los vecinos y las vecinas comentan, ¿qué habrá hecho fulana para que la golpearan? Es decir, justifican que si las mujeres nos portamos mal, nuestro marido o el “hombre” de la casa puedan maltratarnos.

El sentimiento de ser asesinada por un varón, nos dice Russell, es un sentimiento que en algún momento de nuestra vida lo hemos tenido la mayoría de las mujeres. Los feminicidas suelen encontrar razones para “matarnos” infidelidad o abandono, incitadoras de sus reacciones violentas, a lo largo de la historia de la humanidad ha existido una disculpa para el asesino de mujeres por infidelidad o por falta de obediencia.

Hay una cultura de odio hacia las mujeres que desvía la atención hacia el feminicida y lo concentra en la conducta de la víctima, la prensa chiapaneca y las redes sociales son un penoso ejemplo. Cuando asesinaron a la joven Viri en San Cristóbal de las Casas, en las redes sociales no se cansaron de decir que tenía “malos comportamientos”, es decir, tal parece que si la víctima transgrede las normas de lo que algunos catalogan como “buena mujer” puede ser asesinada de la forma más cruel.

La legítima defensa de una mujer abusada o tratando de salvar su vida en un intento de feminicidio tiene un castigo mayor al del hombre en legítima defensa, incluso cuando un hombre asesina, ya no en legítima defensa, sino en defensa de su patrimonio, suele quedar como un héroe, pero cuando una mujer asesina para defender su vida, la furia machista de las leyes, de los sectores conservadores hacen caer sobre la víctima todas las sospechosas, una buena mujer no mata, aún en defensa propia. Para muestra tenemos el lamentable caso de la joven Yakiri en el Distrito Federal.

El machismo exculpa a los varones de la violencia sexual contra las mujeres, existe un mito bíblico que argumenta que las mujeres tenemos el poder de seducción para hacer perder el control a los hombres sexualmente, en el caso de violación, está el mito de que los hombres son víctimas emocionales de mujeres provocadoras, aún cuando no usen ropa “provocativa” tan sólo el contoneo de sus curvas es ya una excitación.

[quote_box_right]*Patricia Chandomí es periodista, activista, defensora de los derechos humanos de las mujeres. Dra. En Ciencias Sociales con especialidad en Género, cultura e Identidad por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.[/quote_box_right]

¿Podríamos pensar que Jimmy cayó en la provocación de su ex esposa? ¿Pasaríamos por alto que antes la había intentado matar, que ya la golpeaba, que ya la amenazaba de muerte? ¿Seríamos capaces de seguirnos preguntando por qué asesinan estos hombres?

Como bien dice Dianne H. Russell: si las mujeres hemos sido capaces de abstenernos a lo largo de la historia de comportamientos violentos y de asesinatos en situaciones de infidelidad y de decepción, entonces es razonable esperar que los varones hagan lo mismo.

 

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Autor Lado B
Patricia Chandomí
Periodista, activista, defensora de derechos humanos. Dra. En ciencias sociales y humanísticas con especialidad en cultura, género e identidad por el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica.
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