Lado B
Un día para el jazz, dos experiencias distintas
 
Por Lado B @ladobemx
06 de mayo, 2014
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Foto: Eric David Montero

Foto: Eric David Montero

Fher Díaz

@fher_lagarto23 

En la música, no hay género que combine a la perfección la armonía y la frivolidad instrumental como lo hace el Jazz, estilo que que desde su aparición a principios del siglo XX ha tenido diferentes variables, trascendiendo barreras del idioma, raza e incluso ideologías.

Es por esto que en noviembre del 2011 la UNESCO declaró el 30 de abril como Día Internacional del Jazz, y la jornada se celebra en muchos países del mundo con presentaciones en vivo de distintos artistas exponentes del género.

En la ciudad de Puebla hubo dos presentaciones muy significativas pero disímiles entre sí. Dos foros diferentes y con público un tanto variable, dos caras de la misma moneda en una metropoli a la que le hacía falta un evento como este, dos presentaciones de las que fuimos testigos oculares y auditivos.

En Puebla entre pompa y academia

El antiguo Teatro Principal se iba llenando poco a poco de familias, jóvenes,  personas adultas y uno que otro despistado que llegó al sitio al ver a la gente ahí reunida.

Foto: Eric David Montero

Foto: Eric David Montero

En la entrada el poster del evento anunciaba el “Ciclo Concierto Gusto presenta: Libitum Jazz”, un grupo poco conocido, conformado de músicos con estudios de conservatorio. Conforme se iban ocupando los asientos, se daba la ya característica llamada del teatro, y al darse la tercera, aparecieron los cinco músicos de la bandacon un look alejado de la imagen relajada del jazzista, ya que en vez de portar algo casual vestían de traje, las mujeres de vestido largo, como si fueran parte de una orquesta sinfónica.

Al empezar su intepretación dejaban en claro su formación como músicos de academia, el jazz convivía con elementos de música clásica, flamenco, bossa nova y tango entre otros. Atrincherados tras su atril con las hojas de partituras Tchaikovsky, Bach, y hasta el compositor mexicano Blas Galindo fueron invocado en cada instrumento, dirigidos por un talentoso guitarrista llamado José Martín Báez.

El recital concluyó con piezas de los sudamericanos Piazzola y Albarracín Montaña, en un ensamble interesante que el maduro público asistente despidió de pie hasta cerrarse el telón.

Cholula, la improvisación y el relax

Llegar al quiosco de San Pedro Cholula y escuchar un jazz improvisado y sin tanta formalidad del quinteto Blue Kat hizo que nuestros oídos se refrescaran. Las ocho horas de Jazz pactadas apenas estaban en su apogeor. El público era totalmente diferente al del Teatro Principal: jóvenes de distintas partes del mundo, “intelectualoides”, chicos de alta alcurnia ataviados con vestimentas indígenas, algunos rockeros y unas pocas familias, era la fauna que rodeaba el quiosco. Unos movían sus melenas, otros prendían un churro de mota, tomaban su cerveza, soportaban los embates de la llovizna que empezaba a caer, pero el ambiente era muy relajado, hasta acogedor.

Foto: Eric David Montero

Foto: Eric David Montero

De la pléyade de agrupaciones que se presentaron, destacaron tres: el grupo de Fernando Ruvel, con una poderosa voz que por un momento nos recordó Scramin’ Jay Hawkins, Coyotl Jazz Trio, y el ya conocido saxofonista Diego Maroto.

A la velada se quedaron unos cuantos, y al terminar se fueron dispersando, quizás a continuarle a la fiesta, otros a descansar, pero lo que sí es seguro es que, a diferencia de la ciudad de Puebla, Cholula nunca descansa, nunca se queda sin actividades, y nunca se le exorcizará  el espíritu del jazz…

¡Nos vemos el próximo 30 de abril!

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Autor Lado B
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