Lado B
Primero (?)
La ciudad de la furia no da tregua. El calor, aún sin ser blanco de la mirada ardiente del sol, derrite los deseos de año nuevo. Las casas solas son tomadas por el viento caliente que recorre dubitativamente la ciudad. Los niños tampoco juegan en las calles. Sus voces, acalladas, escapan a través de algún muro, sumergidas en el chacualeo del agua de pequeñas piscinas improvisadas. Las calles están semivacías. Las cucarachas cuelgan de la frágil sombra de los dinteles de las puertas. Las nubes también huyen a guarecerse bajo la sombra que no están dispuestas a dar.
Por Lado B @ladobemx
05 de enero, 2014
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Emilio Gomagú

Primero de enero

La ciudad de la furia no da tregua. El calor, aún sin ser blanco de la mirada ardiente del sol, derrite los deseos de año nuevo. Las casas solas son tomadas por el viento caliente que recorre dubitativamente la ciudad. Los niños tampoco juegan en las calles. Sus voces, acalladas, escapan a través de algún muro, sumergidas en el chacualeo del agua de pequeñas piscinas improvisadas. Las calles están semivacías. Las cucarachas cuelgan de la frágil sombra de los dinteles de las puertas. Las nubes también huyen a guarecerse bajo la sombra que no están dispuestas a dar.

clima-ola-de-calor-ventilador-y-fuego-261x300Parece Buenos Aires desierto laberinto, dormida bestia herida macilenta, una cancha vacía. La cruda-resaca reina en sus lechos húmedos y calurosos. Son las tres de la tarde; el sol decidió permanecer a noventa grados de la tierra, mirándolo todo. La noche del 31 fue la última del dosmil13 y fue vivida como la última de la vida en muchas partes del mundo. En muchas partes del mundo, en algún rincón que no queremos ver, seguramente fue la última de la vida. El derroche es a veces máscara vacía.

Girando graves, los ventiladores sudan derritiéndose gota a gota en cada vuelta. No hay lugar a dónde ir. Es como si no tuviéramos (nunca) escapatoria y debiéramos ver aquello no hemos querido ver.

Primero d’enero

Veinte años atrás en varios municipios del estado de Chiapas, los indios -que también somos- levantaron la voz por todos nosotros. Con el rostro cubierto escaparon de la sombra en la que todos nosotros los habíamos arrinconado. En las sierras y montañas del sureste mexicano, sintiendo la tierra temblar bajo sus pies en su caminar entre los árboles y la niebla, encontraron la respuesta que tantos decimos buscar desde las comodidades que nos abrigan del mismo frío. El grito de su voz los volvió a hacer visibles a nuestros ojos que los habían querido borrar. Han resistido dignamente todo ataque por años y por siglos. Han decidido dejar de esperar una respuesta de los otros. Han comenzado a resistir creando y a crear resistiendo. Se han organizado de manera autónoma. El Movimiento Zapatista late hoy más fuerte que nunca y para muestra basta una escuelita.

“Y aunque el olvido que todo destruye,

haya matado mi vieja ilusión,

guarda escondida una esperanza humilde,

que es toda la fortuna de mi corazón.”

En el aniversario, la comandanta Hortensia leyó un comunicado en el que confirma estas palabras: “Estamos aprendiendo a gobernarnos de acuerdo a nuestras formas de pensar y de vivir. Estamos tratando de avanzar, de mejorar y fortalecer entre todos, a hombres, mujeres, jóvenes, niños y ancianos. […] Bien o mal que se haya hecho, pero es la voluntad del pueblo. Esa construcción de la autonomía y práctica de la democracia sigue su marcha y nadie la podrá detener. Estamos compartiendo nuestra experiencia con las nuevas generaciones de niños y jóvenes. Estamos preparando a nuestros pueblos a resistir y gobernar.”

Desoyendo estas palabras, desde el Salinato (aun en su continuismo disfrazado de colores y partidos y apellidos y sujetos), han intentado deglutir con los mismos jugos gástricos de calumnia y de violencia al Ejército Zapatista de Liberación Nacional y a sus ideales de justicia. A pesar de sus múltiples ataques criminales, de sus infamias y su perversidad no han conseguido doblegar su dignidad revolucionaria. En cambio, han propiciado que el país entero, el mismo que en otro momento le volteó la cara al movimiento zapatista, dirija su mirada abajo y a la izquierda. En muchos otros municipios del país va germinando poco a poco la semilla revolucionaria y la lucha consciente y organizada comienza a extenderse por el territorio mexicano. El despotismo, la inoperancia, la impunidad, el robo, el saqueo y un chingo de etcéteras, por parte de quienes detentan el poder, han abierto muchos ojos, han descorrido las vendas que tapaban muchos otros.

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Y a pesar de todo, desde arriba, insisten en no ver más allá de sus ombligos. En no pensar más que en su propio beneficio. La baba que cae de sus bocas al atracarse en grandes banquetes de comida y de lujos, el llanto de sus risas hilarantes y el derroche del alcohol en sus bacanales sólo está regando la semilla del hartazgo y la rebelion. No sólo son cortos de vista, sino enanos de mentes.

Primero d’inero

 En el año que murió, los que malgobiernan el país dejan como mortaja reformas que le cambiarán el rostro de manera definitiva (“para bien o para mal”, como dijo Beltrones de su boca sucia), y pretenden de una vez por todas desahuciarlo, liquidarlo y rematarlo.

La reforma laboral abandona al trabajador a su suerte, que nunca ha sido mucha, y le permite al patrón terminar de abusar de un sistema que le $onríe descaradamente. La reciente aprobación de la reforma educativa (en realidad una otra reforma laboral), cancela los logros que los trabajadores de la educación consiguieron a lo largo de años (a pesar del charrismo,  creación misma del sistema que perpetuamos). El salario no sólo se verá afectado (cuando se lo vea), sino que el Estado pretende privatizar el sistema educacional y renunciar a su obligación de proveer educación pública, laica y gratuita, y dejará la instrucción en manos de negociantes que asumirán gustosos la tarea no sólo para enriquecerse sino para continuar formando sujetos serviles y sumisos. Mientras tanto, los derechos y prestaciones laborales de los trabajadores brillarán por su ausencia, como las estrellas que refulgen en los cielos oscuros del porvenir.

A partir de este primer día del año entró en vigor la Reforma Hacendaria con algunas modificaciones para la vida cotidiana del mexicano medio: habrá un impuesto (IVA) para comprar mascotas y sus alimentos, para el transporte público foráneo de pasajeros y para otros bienes de consumo (¡hasta los chicles!). El Impuesto Sobre la Renta (ISR) se incrementará hasta en 35 por ciento, a la vez que se limita el monto total de deducciones personales. Algo que parece cualquier cosa pero tendrá un impacto fortísimo en gran parte de quienes se sostienen con un negocio familiar, es la eliminación del Régimen de Pequeños Contribuyentes que será sustituido por un Régimen de Incorporación Fiscal, lo que se puede traducir en que pequeños negocios pagarán grandes impuestos.

También hay que sumar el impuesto a las bebidas y los alimentos con “alta densidad calórica”, es decir los llamados “chatarra”, cuyos aumentos no representan merma en las arcas de los poderosos sino que los resienten los consumidores. A ésta altura del partido ¿quién dejará de consumir lo que tantos años le han metido (y le seguirán metiendo) hasta por lo ojos? Sube el combustible y con él todo aquel producto o servicio que lo implique.

La puntilla desastrosa es la aprobación de la reforma energética, que termina de entregar el petróleo a empresas transnacionales (varias de ellas ligadas a otras nacionales sin escrúpulos, curiosamente propiedad de algunos de quienes promovieron y aprobaron dicha reforma). Aunque sus efectos no sean visibles de inmediato, tal será la gota que derrame el vaso en que nos ahogaremos (en sentido figurado y no) gran parte de los mexicanos.

¿Qué hacer, pues, ante la oscuridad con que comienza el año, sabiendo que al mundo nada le importa, gira, gira? Creo que algo podemos ir aprendiendo de esos otros (nuestros otros) que han optado por un camino distinto del que hoy cosechan a duras penas los primeros magros pero dignos frutos.

zapatistas-familia

Lo que es claro es que no tenemos mucho tiempo. No nos engañemos pensando que lo que hacemos lo hacemos para el futuro. El futuro no existe. El futuro ya llegó hace mucho. “Si esta vida y este presente son lo único que tenemos, debemos cabalgar el hoy porque en él vamos montados. La esperanza, para los envenenados de memoria, es la antorcha que ilumina el pasado y sus tinieblas. Y es la intención de volver a probar lo que nos impulsa a continuar el viaje.”

Viajemos juntos.

Buenos Aires,

primero de enero,

dosmilcatorce.

yo(Latinoamérica, 1982) Psicólogo, escritor, lector y caminante. Cursó la Maestría en Salud Mental Comunitaria en la Universidad Nacional de Lanús, Argentina (2009). Ha sido colaborador y lo seguirá siendo. Colecciona proyectos que buscan ver la luz. Alguna vez ha hecho teatro, alguna otra radio, alguna más video y foto; la música nunca se le dio, pero le sigue rogando.

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