Lado B
El teatro provocador de Greta
Un espectáculo seductor, que conmueve y encanta fue parte del FITHA 2013
Por Lado B @ladobemx
29 de noviembre, 2013
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Zapatitos de tacón, brillantes y con un coqueto moño, medias blancas, un tan conocido calzón de abuelita y una blusa de encaje es lo que lleva puesto mientras se maquilla. Después del polvo blanco y el delineador, Xóchitl le ayuda a colocarse una falda bombacha color crema. Afuera, el público ya llena la sala y espera la tercera llamada.

-¿Quién es Greta?

Ámbar Barrera

@Dra_Caos

Gabriela Muñoz tenía más o menos 9 años cuando fue por primera vez a la ópera en Bellas Artes. Algo inexplicable sucedió y la pequeña Gabi le dijo a su madre: Soy otra persona. Tiempo después conoció el trabajo de Marcel Marceau y entonces supo que eso era el teatro.

–La gente tiene que salir transformada. Que la gente salga conmovida, reflexionando, enojada, contenta, triste… pero algo tiene que suceder que ya no seas la misma persona cuando entraste que cuando saliste. Y si eso sucede, es magia y es la magia que tiene el teatro.

Gabriela estudió teatro físico en Londres y después se fue a vivir a Montreal. Fue ahí donde durante un invierno terrible, a 32° bajo cero y con constantes nevadas que mantenían los espacios en silencio, –la nieve absorbía el sonido– el frío se coló por el cuerpo de la actriz hasta llegar a su médula melancólica y de su pluma nació el personaje de Greta y la idea para montar Perhaps, perhaps… quizás.

–Creé a este personaje que vive como un poco perdida en mundo así, pero actual. Es como si ella estuviera encerrada en una época remota, fría, decadente, pero sigue esperando algo, sigue teniendo ganas de encontrar el amor real. Pero en realidad va más allá de eso. Lo que yo me cuestionaba era la soledad en la que vivimos los humanos hoy en día y cómo a partir de nuestras carencias queremos forzosamente conectar. Y también busco celebrar esa misma soledad, porque está aquí y tampoco pasa nada pero hay que darnos cuenta.

Para llevar esa idea a cabo, trabajó primero en colaboración con su hermana Valeria, vestuarista, para darle una imagen al personaje, realizar un montaje, y al final Gabriela preparó algo para un cabaret que duraba 7 minutos. La obra tuvo buena aceptación y fue aumentando el tiempo hasta completar 75 minutos, aproximadamente.

–Tampoco lo creé pensando en “¡voy hacer un espectáculo de clown y va a ser esto!” –abre los brazos ampliamente– no, fue poco a poco y terminó siendo una gozadera absoluta. Y ahora ya hay más gente involucrada.

Perhaps perhaps… quizás, se estrenó en 2010 y con el paso del tiempo la obra y el personaje han ido evolucionando. Gabriela se comparte al público a través de Greta y disfruta de ese proceso de aprendizaje e intercambio humano. La obra se ha presentado en la Ciudad de México, New York, Suecia, India y Noruega, entre otras ciudades.

Foto: Ambar Barrera

Foto: Ambar Barrera

Cada presentación de Perhaps, perhaps… quizás es única, ya que Gabriela no obedece a una dirección sino que improvisa libremente a partir de lo que llama su atención e interactúa con su público.

–Trabajar con público para mí siempre es un placer. Yo soy la guía, no soy el tipo de payaso que le gusta pasar a la gente para burlarme o señalarlos como el tonto sino al contrario, para decirles: mira, yo te voy a celebrar y te voy a hacer sentir muy bien, y cuando encuentres ese espacio, vas a empezar a jugar conmigo.

En 2011 Gabriela presentó su obra en Suecia y al momento de representar la boda de Greta, un muchacho entre el público se levantó y se opuso a la unión, subió al escenario, cargó a Greta como si fuera un costal y la sacó del teatro. El novio, también del público, se quedó plantado y el público, entre su sorpresa, dio por terminada la obra.

–¿Vamos por una cerveza?– le preguntó aquel chico a Gabriela, quien aceptó sin dudar, y desde entonces son grandes amigos.

***

Durante el Festival Internacional de Teatro Héctor Azar 2013 en Puebla, Perhaps perhaps… quizás, se presentó en la Sala Luis Cabrera en dos funciones; sábado 23 y domingo 24 de noviembre.

Y fue más o menos así:

Son las 5 de la tarde del sábado, la escenografía está lista y comienza el ensayo. Gabriela le da indicaciones a los auxiliares de luz y sonido. Camina sobre el escenario, observa la altura de éste hacia las butacas, baja las escaleras y se recarga en el tapiz esponjoso de la pared. Sonríe. Viste holgada, cómoda. Su cabello rizado se escapa de su coleta y sus grandes ojos invaden cálidamente a los demás cuando se dirige a ellos.

–¿Quién es Gabriela Muñoz?

–¡Aaay…! ¡No sé! –se sorprende un poco, se echa hacia atrás y ríe–, soy un payaso las 24 horas del día. Me encanta soñar, me encanta crear, me gusta hacer manualidades, aunque me salgan mal. Me encanta observar a la gente, me gusta mucho salir a caminar. Cocino mucho, me gusta plantar, tengo un huerto, me interesa lo autosustentable… Siempre digo que tengo como 300 años, me preguntan por tal canción, tal película y ¡no conozco nada! Llevo como entre una vida de viejito y payaso.

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Foto: Ambar Barrera

Xóchitl, amiga y compañera de Gabriela, la llama y le dice que ya es hora. Desde las 6 de la tarde, tras bambalinas, comienzan a prepararse para la presentación programada a las 7.

Gabriela pone música clásica desde su celular y libera su cabello frente a un espejo para cepillarlo y volver a sujetarlo. Regularmente, es su cabello esponjado el que luce Greta, pero en ocasiones, por practicidad, usa una peluca. Después se mete al baño y al salir está Gabriela a media metamorfosis de Greta.

Ahora suena Michael Jackson.

Zapatitos de tacón, brillantes y con un coqueto moño, medias blancas, un tan conocido calzón de abuelita y una blusa de encaje es lo que lleva puesto mientras se maquilla. Después del polvo blanco y el delineador, Xóchitl le ayuda a colocarse una falda bombacha color crema. Afuera, el público ya llena la sala y espera la tercera llamada.

–¿Quién es Greta?

–Greta es un poco como un conjunto de valores basados en una mujer actual y la dualidad o la contraposición del blanco y negro, de lo grotesco y la ternura y de lo que va hacia el infierno con lo que va hacia el cielo. Más que representar algo, le llega a hombres y mujeres. Los sentimientos son universales y Greta es universal.

***

La función inicia con una proyección que introduce al público al mundo de Greta. Ella está sola, tiene un corazón frágil y está en busca, al parecer, del amor de su vida.

Ya sobre el escenario, Greta se presenta al público y poco a poco los acerca a su espacio íntimo, donde aparecen suspendidas en el aire fotografías en sepia y blanco y negro, un sillón de tapiz floreado, un perchero del que, más que una bata o un saco, cuelgan fantasmas, y una esquina desordenada, llena de papel arrugado.

Foto: Ambar Barrera

Foto: Ambar Barrera

El público suelta las primeras risas y expresiones de ternura mientras Greta tararea melodías y queda cubierta del pastel que come con las manos y que antoja, pues ella lo come como todos desearían comerlo de niños.

Su búsqueda del amor abre la última puerta que separa al público de la obra y en cuanto Greta baja del escenario sin bajar las escaleras, invade la realidad de los espectadores y comienza a desafiarlos con su arte clown. Así, sin palabras, sólo con sus gestos, sus movimientos, su mirada y algunos sonidos.

Greta tiene encantado al público. En cada petición muda hay cada vez menos resistencia. Incluso si alguno de los elegidos para acompañar a Greta da un paso atrás para regresar a su asiento, inmediatamente es atacado por las miradas y las expresiones de quienes observan. Greta no es la única provocadora al cerrar los ojos y levantar los labios en la espera de un beso, o clamando ¡fondo, fondo! para que quien la acompaña del público se termine varias copas de vino, sino también los espectadores están inmersos en el juego al pedir a coro aquel beso o lamentarse si ven al personaje triste.

Foto: Ambar Barrera

Foto: Ambar Barrera

De alguna manera, la magia de Greta los atrapa a todos, incluso a camarógrafos y fotógrafos, que en medio de su labor no pueden evitar reír a carcajadas ante sus ocurrencias o la respuesta de su ahora novio, que nunca pensó terminar sobre el escenario, pidiendo abruptamente otra copa de vino para evadir un abrazo de la tierna y desesperada Greta.

Para el final de la obra quedan más sorpresas y conmoción. Esa fría soledad que sintió Gabriela en Montreal también la sienten los espectadores minutos antes de que la obra concluya. Con una luz azul Greta se despide y se aleja, llevándose con ella aquel tiempo remoto y congelado.

Al regreso de las luces y la reapertura del telón, la gente aplaude y se pone de pie por segunda ocasión en una obra del Festival este año, después de ocho días de su inauguración y a tres de concluir.

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Autor Lado B
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