Esta es la sexta entrega de la serie de fotografías de fieles de la Santa Muerte en Puebla. Las personas aquí retratadas son residentes poblanos y acuden de manera periódica a los diversos altares, iglesias y santuarios de la también llamada Niña Blanca.
Arnulfo Cerezo – Dueño del 1er Santuario de la Santa Muerte y curandero
–Dicen que la Santa Muerte lo que tú le pides te lo cobra caro. Ese es el mito que hay de que ella sí te concede pero se lleva a un ser querido, yo por eso quiero mucho a mi suegra…. –dice Arnulfo Cerezo y estalla en risas. En seguida se torna serio
–Eso es mentira… en vez de quitarme me ha dado. Tengo 4 nietos, y ahorita viene uno en camino. Estoy contento como abuelo”
Es sábado de noviembre por la mañana, los comercios de la nueve norte, en donde se venden artículos esotéricos y naturistas, aún están cerrados y la calle se mira casi desierta. Don Arnulfo está afuera del primer Santuario de la Santa Muerte y se queja de que el ayuntamiento poblano le negó su solicitud de permiso para llevar a cabo la procesión anual de la Santa Muerte que organiza el Santuario desde hace 7 años.
El hombre porta dos cadenas gruesas y plateadas, cada una con una Niña Blanca, que sobresalen de su sudadera negra. En cada mano un anillo y en una muñeca una pulsera, todo con el mismo motivo, al igual que casi todos sus tatuajes. Entre las imágenes que decoran su cuerpo tiene también a Yemayá, diosa orisha del mar y la fertilidad que es también considerada por santeros, curanderos, y algunos devotos la Santa Muerte Encarnada.
Arnulfo se volvió devoto, hace aproximadamente 30 años, luego de que un amigo le regalara un dije de plata de la Santa Muerte. En ese tiempo era taxista. Un curandero le dijo que la Santa Muerte lo cuidaba mucho y que él tenía la capacidad de curar, después se lo dijeron en Actopan, Hidalgo en una ceremonia de la Santa. Más tarde una amiga le habló de Dalilah Uscanga, una mujer que a decir de Don Arnulfo confirmó lo que antes le habían dicho. Así fue que dejó el taxi para dedicarse a su Santuario y a curar.
–Ella (La Santa Muerte) es un ángel de luz de Dios padre y ese su papel. Sabes que, vete a traer a fulanito a perenganito, pero porque Dios se lo está indicando, ya sea rico, ya sea pobre, ya sea joven o ya sea viejo o ya sea niño, pero él lo está indicando, y ante Dios ¿Quién? –Dice Don Arnulfo al hablar de su fe católica que pone como prioridad a Dios.
Conocer a la Niña Blanca la cambió la vida: le pidió que lo ayudara a dejar las drogas y formar una familia, y ahora vive con su esposa y sus hijos, convive con las hijas que tuvo en su primer matrimonio y su vida es diferente a que llevaba cuando manejaba el taxi.
Desde entonces, explica, ha llevado a cabo siete procesiones, y está contento con la reacción de la gente que ha respetado el culto, pero dice a los que critican su fe: “no nos vean como animales raros por traer un tatuaje de la Santa Muerte, por traer un dije de la Santa Muerte o una playera de la Santa Muerte, nosotros lo hacemos con respeto y con mucho amor a ella, no para ofender a la gente, lo único que me queda decirles es que Dios los bendiga y que la Santa Muerte los proteja”.
Los fieles de la Niña Blanca (I)
Los fieles de la Niña Blanca (II)
Los fieles de la Niña Blanca (III)
EL PEPO