Los fieles de la Niña Blanca (IV) • LADO B

Los fieles de la Niña Blanca (IV)

Una mirada, por entregas, a quienes sin abandonar su fe católica también rinden culto a la Santa Muerte

21 de abril, 2013

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Esta es la cuarta entrega de la serie de fotografías de fieles de la Santa Muerte en Puebla. Las personas aquí retratadas son residentes poblanos y acuden de manera periodica a los diversos altares, iglesias y santuarios de la también llamada Niña Blanca.

Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

César Ramírez Hernández – Tatuador y escolta privado

“Yo llegué creyendo en nada, no creía yo en Dios, ni en mi esposa, ni en nadie, o sea llegas totalmente vacío, sin creer en nada, igual y nada más crees en ti porque dices ‘yo soy el que me la voy a rifar allá adentro’”, pensó César cuando llegó al área de Estancia de Ingresos en el Centro de Reinserción Social (Cereso) de San Miguel, hace 15 años. Ahí conoció a un devoto de la Santa Muerte, quien le recomendó encomendarse a ella para que su situación se solucionara. Con escepticismo hizo su petición, su miedo era ingresar al área de Población. Entonces salió libre.

Cesar tiene 35 años, es padre de familia y católico. Es tatuador y de lunes a viernes es escolta de un ingeniero. Está tatuando por una temporada en el primer Santuario dedicado a la Santa Muerte en la 9 norte, sólo motivos de la Santa por 200 pesos del tamaño que sea, el diseño que quieran. El dinero será utilizado para comprar juguetes que se repartirán en colonias marginadas el 6 de enero.

Al salir de San Miguel, César olvidó a la Santa y con ello lo que le prometió a cambio de su libertad. Cinco años después fue golpeado afuera de un Oxxo, durante una semana estuvo inconsciente, recuerda haber visto a la Santa. “La veía, la sentía yo que me estaba como acariciando, como que diciendo ‘aguanta’. Fue la primera vez y yo ahí no creía en ella… o sea ahí sí te puedo decir que me dio un poco de miedo porque decía yo ‘pues ya me va a llevar, ya dicen que viene por ti’”.

Al ver su rostro en el espejo después de la golpiza llegó a pensar que la Santa se había cobrado el favor otorgado años atrás. “Fue cuando me empecé a acordar y dije pues yo le había prometido a la Santa que si yo salía yo de acá me iba a quitar de mis desmadres, que me iba yo a quitar del alcohol, de todo lo que yo hacía y no lo he cumplido. Igual por eso… de ahí empecé yo a creer en ella… le empecé a agarrar porque de momento fue como un miedo, como decir ‘bueno, si ya me pasó esto no sea que me vaya a pasar otra cosa peor y voy a cumplir’… pero en el transcurso de 10 años que llevo creyendo en ella te puedo decir que es todo lo contrario”.

César le dice mi “mi nena” y le pide protección, asegura que lo ha ayudado en las peores rachas, por eso siempre está al pendiente de ella y del altar que le puso en su casa, donde le ofrece flores, cigarros y alcohol. Además dice que lo que muchos afirman de la Santa Muerte es falso. “La mala información de la gente que dice ‘sabes qué, que ella sí te cobra, ella te va a llevar, o si no le cumples se va con otra gente’. O sea, por la información de la gente mala es que la gente empieza a creer que ella (la Santa Muerte) es mala”. Pero para él, creer en la Santa Muerte es como creer en la Virgen de Guadalupe.

Después de las jornadas de trabajo César tatúa a domicilio o donde sus clientes indiquen, no pone tarifa a su trabajo, sólo una cuota voluntaria. Dice que la Santa les ha ayudado a él y a su familia a que no les falta aunque sea para comer, por eso no cobra los tatuajes y lo que le den lo dona al Santuario o a su altar particular.