Lado B
Vórtices Viles de Ruy Feben
El signo de los tiempos actuales es la velocidad, los cambios, la mezcla y el caos. El sociólogo Zygmunt Bauman define a este cúmulo de fenómenos como “modernidad líquida” o “tiempos líquidos”: conceptos que mutan, objetos que cambian constantemente de forma.
Por Lado B @ladobemx
28 de febrero, 2013
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Alejandro Badillo

El signo de los tiempos actuales es la velocidad, los cambios, la mezcla y el caos. El sociólogo Zygmunt Bauman define a este cúmulo de fenómenos como “modernidad líquida” o “tiempos líquidos”: conceptos que mutan, objetos que cambian constantemente de forma. Este fenómeno salta a la vista al recorrer las páginas de Vórtices viles deRuy Feben, libro de cuentos ganador del Premio Comala 2012.

Tierra Adentro, 1era edición 2012

Tierra Adentro, 1era edición 2012

Si buscamos la definición de vórtice, “torbellino” o “remolino” podemos entender que las búsquedas del autor van a tono con los elementos que definió Bauman hace varios años y que indican un tiempo proteico, sin muchas seguridades. Si seguimos investigando y vamos a “vórtices viles” nos enteramos de una teoría sobre doce lugares en el mundo en los cuales, supuestamente, ocurren desapariciones o hay fenómenos misteriosos.

Los cuentos de Vórtices viles tienen estos efectos: una prosa veloz, ideas caóticas que se unen o se dividen párrafo tras párrafo. Inmersos en este remolino, es difícil encontrar un centro, una intención general que una los cuentos. Es cierto, varias anécdotas son deudoras de cierta literatura fantástica, crean mundos alternos o juegan a evaporar la frontera entre la ilusión y la realidad; sin embargo los temas resisten clasificaciones y hay que analizarlas por separado para poder calibrar sus engranajes.

Tres cuentos interesantes aunque, a mi gusto, de resultados disparejos son: “Experimento 18681”, “Saudade” y “Vida de los guara-bototí: nueva luz sobre un caso de aislamiento voluntario”. El primero, el mejor del libro, es una interesante experimentación sobre el papel del lector, del autor y del personaje.

Con un hábil cruce de planos narrativos, en los que el narrador es un personaje más que conduce la historia, se dialoga con el lector como si fuera un espectador en una sala de cine. “Vida de los guara-bototí…” crea un mundo imaginario y apela, como los trucos borgeanos, a citas y referencias inexistentes para crear una atmósfera de credibilidad en el que conviven la ficción y el ensayo. “Saudade” es un relato extenso que, a manera de diario, cuenta la experiencia de un personaje en un edificio. Las peripecias se encadenan poco a poco mientras el protagonista reflexiona sobre su entorno y asume su papel de voyeur.

La lectura de Vórtices viles muestra a un autor arriesgado, que no tiene empacho en mezclar viñetas, extensas disquisiciones o anécdotas imposibles. Creo que su prosa se mueve mejor en los textos más cortos porque concentra la tensión en un solo punto. En los cuentos más largos, al contrario, parece que se engolosina demasiado y plantea largos rodeos que pueden ser confusos. Sin embargo, más allá de preferencias, Vórtices viles es una buena aproximación a la narrativa que abreva de lo fantástico sin caer en la trampa de lo gratuito. La prosa de Ruy Feben merece una cuidada atención y varias lecturas para descubrir las distintas posibilidades que ofrece.

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