Josué Cantorán Viramontes

@josuedcv 

No más infecciones nuevas, no más discriminación y no más muertes relacionadas con VIH/Sida, fueron los tres compromisos que acordaron representantes de 189 países adscritos a la Organización de las Naciones Unidas en el marco de la Cumbre del Milenio que tuvo lugar en septiembre de 2000 en Nueva York.

A doce años de dichos acuerdos, la ONU ve con buenos ojos los resultados a los que se han llegado hasta el momento a nivel global, pues en el más reciente informe de ONUSIDA, publicado en noviembre de este año, se asegura que “los países continúan logrando resultados dramáticos en respuesta al sida en lo que respecta a vidas salvadas y nuevas infecciones evadidas”.

Foto: @ituss79

Sin embargo, advierte en el mismo documento –basado en reportes de 186 países, incluido México– que aún queda mucho por hacer, pues en muchas naciones la gente que vive con VIH sigue enfrentado estigma, y existe un déficit de 30% en cuanto al presupuesto ideal que se necesitaría para lograr efectivamente las metas acordadas en 2000.

Es decir que si bien los programas de prevención, diagnóstico y tratamiento han dado resultados positivos, en líneas generales, el reto principal que se vislumbra para los próximos años es el de emprender medidas que busquen erradicar la discriminación que las personas que viven con VIH continúan sufriendo día con día.

México según ONUSIDA:

Discriminación, el mayor obstáculo

De acuerdo con los datos que proporcionó México a ONUSIDA, en el último año nuestro país presenta una reducción de entre 26 y 49 por ciento en los índices de nuevas infecciones y muertes por VIH/Sida; además de que los programas de prevención para trabajadores sexuales han aumentado entre 50 y 74 por ciento.

Las poblaciones más vulnerables, sin embargo, continúan siendo los hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH) y los consumidores de sustancias ilícitas vía intravenosa, pues son estos grupos los que registran índices de infección superiores a la media.

Por otro lado, el estigma social continúa siendo la principal problemática pues de acuerdo con las encuestas más recientes, 23% de las personas que viven con VIH han sido despedidas de su trabajo por su situación de salud, 18% han sido atacadas físicamente y 67% han sido objeto de “chismes”.

La percepción negativa hacia las personas que viven con VIH es un problema social sumamente grave, explica la ONU, pues esto deviene “en el incremento del estigma internalizado, lo que incluye culpa, vergüenza y sentimiento de alineación” de quienes portan el virus. En México, 36% de los encuestados dijo haber sentido vergüenza por su condición médica.

En ese contexto, las personas transgénero y transexuales son el grupo más vulnerable en lo que respecta a discriminación por VIH/Sida, pues las gráficas de ONUSIDA revelan números alarmantes. Mientras 32% de los encuestados fueron insultados verbalmente, este índice se duplica para las personas trans, que se eleva hasta el 72%.

El artículo primero de la Constitución mexicana establece que “queda prohibida toda discriminación motivada por (…) las condiciones de salud”, pero las cifras de esta encuesta revelan que aún queda un largo trecho por recorrer para que desaparezca efectivamente el estigma social que cargan las personas con VIH en México.

¿Qué ocurre en Puebla?

En un recorrido realizado por ReversibleMx al Centro Ambulatorio para la atención del sida y otras infecciones de transmisión sexual (Capasits) de la capital poblana –donde se atienden mil 931 personas–, se solicitó información sobre programas cuyo objetivo específico fuese la atención al problema de la discriminación a personas con VIH.

Foto: @ituss79

La respuesta fue que, si bien todo el personal de Capasits recibe capacitación constante en el tema, no existe un programa específico para sensibilizar a la población en general. Aunque comentaron que hay folletos sobre discriminación, éstos no se encontraban disponibles al momento de la visita.

Por otro lado, indicaron que las organizaciones civiles, las instituciones públicas y los particulares pueden solicitar por medio de un oficio la impartición de talleres sobre VIH –que podrían servir como medidas de sensibilización a la población–, pero ésta es una función del Capasits que poco se conoce, por lo que su difusión ha sido insuficiente hasta el momento.

Lo anterior resulta preocupante en el contexto develado por el informe de ONUSIDA en cuanto a discriminación por VIH en México, sobre todo si se toma en cuenta que Puebla es la entidad con el quinto número más elevado de casos acumulados de VIH/sida desde 1984, pues hasta la segunda semana de noviembre se habían contabilizado 7 mil 345 casos.

Además, de acuerdo con el informe más reciente del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades (Cenavece), en este año se han sumado otras 64 infecciones, lo cual deja a la entidad en el lugar 15 nacional en cuanto a la detección de nuevos casos.

Si la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, emitida en 2003, indica en su artículo segundo que “corresponde al Estado promover las condiciones para que la libertad y la igualdad de las personas sean reales y efectivas”, será entonces una tarea urgente que atienda los números revelados por ONUSIDA.

La propia ONU plantea una respuesta: la discriminación social y el estigma sólo lograrán erradicarse con “leyes y políticas que aseguren la garantía completa de todos los derechos humanos en el contexto del VIH, así como respuestas programáticas de empoderamiento a quienes viven con VIH que coadyuven a fortalecer normas sociales de tolerancia, solidaridad y no discriminación”.