Romper fronteras para la humanidad ha significado el descubrimiento de nuevos paradigmas para la comprensión del universo. Un ejemplo de ello sucedió en el siglo XVI, cuando el astrónomo y físico italiano, Galileo Galilei, transformara la imagen medieval del universo, sentando las bases de la concepción de la naturaleza, al señalar que no todos los astros giraban alrededor de la Tierra. Sus “polémicas” teorías provocarían la condena de la Iglesia católica, debido a que rebatieron las nociones heredadas del aristotelismo y de la escolástica cristiana.
Así como las concepciones respecto a la tierra y el universo han transformado paradigmas que la humanidad se ha planteado, los avances tecnológicos permitirán que de nueva cuenta otra frontera del conocimiento se replanteé, al conseguir que una nave espacial llegue al espacio interestelar, lugar donde ninguna ha llegado, y sitio del que sólo teóricamente se ha hablado.
Por casi 35 años la Voyager 1 de la NASA, sonda enviada con un mensaje de la humanidad impresa en un disco duro de platino, ha recorrido a gran velocidad el Sistema Solar, llevándola al borde de éste; es decir, se encuentra a unos 18 mil millones de kilómetros del Sol.
«Los últimos datos de la Voyager 1 nos indican que estamos claramente en una nueva región donde las cosas están cambiando rápidamente», señala Ed Stone, científico de este proyecto en el Instituto de Tecnología de California en Pasadena.
La «frontera» es el límite de la heliosfera, una gran burbuja magnética que rodea al Sol y los planetas. La heliosfera es el propio campo magnético del Sol, es inflada a proporciones colosales por el viento solar. Al interior se encuentra el Sistema Solar «casa», fuera se encuentra el espacio interestelar, donde ninguna nave espacial ha ido antes.